Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Durante
el primer mandato de Trump hubo personas que decidieron cruzar la frontera y
marchar a Canadá. Sencillamente no querían estar bajo su mandato, les afectara
más o les afectara menos. Era cuestión de principios.
En su
segundo mandato, Trump ha puesto el país patas arriba. Ya no es solo cuestión
de principios, sino algo más. En apenas un par de meses desde su llegada al
poder acompañado de una jauría de negacionistas de todos los sectores, Trump
está haciendo el país impracticable. En RTVE.es, Samuel A. Pilar nos habla de
un sector importante, un sector sobre el que se ha construido gran parte del
poderío estadounidense sobre décadas, la Ciencia, la investigación científica.
El
totalitarismo trumpista ha puesto sus ojos y manos en ella a través de las
subvenciones directas e indirectas a la universidades, unos centros
sensibles... y críticos. Los titulares estos días se han centrado en los
recortes de 2.000 millones de dólares a la universidad de Harvard ante las
negativas del mundo académico a seguir las pautas de Trump y los suyos:
No corren buenos tiempos para la ciencia en Estados Unidos. Esta es la conclusión que se extrae de una encuesta realizada por Nature, una de las publicaciones científicas más prestigiosas a nivel mundial, en la que el 75% de los más de 1.200 investigadores que respondieron consideran abandonar este país. Muchos de ellos, según afirman, están buscando trabajo en Europa y Canadá.
Poco después de que esta encuesta viese la luz, otros 2.000 científicos enviaron una carta abierta al pueblo estadounidense, que se convirtió en una llamada de auxilio. En el texto, los investigadores pedían al Gobierno de Trump que cese su "ataque generalizado" a la ciencia y hablaban de "censura" y de "destrucción de la independencia". Los científicos, entre ellos varios premios nobel, mantenían que los recortes y los cambios en el sistema de investigación están "diezmando" la actividad científica.
Estados Unidos siempre ha sido uno de los mejores lugares del mundo para desarrollar una carrera científica. Invierte más en investigación y desarrollo que ningún otro país, cuenta con una red de universidades e institutos del máximo nivel (como Harvard, MIT, Stanford o Caltech), y tradicionalmente ha atraído talento internacional. Además, la colaboración entre el sector público y el privado favorece la rápida transferencia del conocimiento científico a aplicaciones prácticas, lo que se ha traducido en la creación de algunas de las empresas más punteras a nivel mundial.
Sin embargo, los profundos recortes de la Administración Trump están provocando que muchos científicos del país reconsideren su situación. El nuevo Gobierno ha disminuido drásticamente la financiación de la investigación y ha paralizado amplios sectores de la ciencia sostenida con fondos federales, en el marco de una iniciativa gubernamental de recorte de gastos liderada por el multimillonario Elon Musk. Un protagonismo político, el de este último, que aunque parece estar llegando a su fin, no deja de resultar chocante, ya que sus dos principales empresas, Tesla y especialmente SpaceX, han recibido miles de millones de dólares en ayudas públicas en los últimos años, tanto de forma directa como indirecta, a través de contratos gubernamentales, subvenciones y beneficios fiscales.*
En el resto del artículo se nos habla del programa español mediante el cual se quiere atraer a los investigadores que se sienten descontentos o incluso amenazados por las políticas agresivas del trumpismo en este campo. Las declaraciones de algunos de ellos que están ya dispuestos a asentarse en España o otros en países europeos confirma lo inhabitable que está siendo Estados Unidos para muchos.
Los negacionismos elevados al poder prohíben hablar de cuestiones como el "cambio climático", uno de los objetivos clave del trumpismo. Cualquier investigación que se dirija a este sector es considerada "peligrosa" y sancionado el proyecto y la entidad que lo sustenta mediante la retirada de fondos.
Durante décadas, los Estados Unidos han sido activos en lo que se llamó la "fuga de cerebros". Esto —de lo que nunca hablan Trump y los suyos— ha sido determinante del avance en la investigación de sectores punteros y, en la otra dirección, en la descapitalización científica de países enteres que veían impotentes cómo se le marchaban los científicos que habían formado con esfuerzo e inversión. La conversión de la Ciencia en un "mercado", con oferta y demanda, aseguraba la riqueza norteamericana y la pobreza de los demás, que apenas podían desarrollarse en ciertos sectores. En cuanto que esos sectores se convertían en atractivos, se escuchan los cantos económicos desde los Estados Unidos. Las promesas de mejores sueldos, inversiones y fluidez de recursos necesarios convencían a la mayoría.
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BBC |
Ahora esto ha cambiado. La administración y las empresas norteamericanas ya no tienen esa capacidad clara, especialmente en ciertos campos que se ven comprometidos. En el caso de Eric Hill, uno de los científicos que abandonan los Estados Unidos de Trump, señala en el artículo de RTVE.es:
Hill opina que el "clima de miedo" es "especialmente fuerte en agencias gubernamentales y centros de investigación, donde la gente teme perder sus empleos", aunque cree que "no se detiene ahí", ya que "incluso en instituciones académicas no gubernamentales, como las universidades, existe un riesgo real de perder subvenciones activas y futuras oportunidades de financiación". "Estados Unidos ha sido históricamente reconocido por la investigación científica, en gran parte debido a la significativa cantidad de financiación gubernamental que apoya la investigación básica, y este estatus está en peligro", advierte.
Además, critica la "decisión de la Administración Trump de cuestionar ciertos términos como cambio climático o desigualdad en salud, y desaconsejar fuertemente su uso a través de órdenes ejecutivas", lo que a su juicio "interfiere con la capacidad de los científicos para comunicar su investigación claramente", y "está a solo unos pasos de la censura explícita".*
Hill es directo señalando los males que se han producido en esta locura norteamericana, como lo señalan otros entrevistados.
Hemos señalado en varías ocasiones que el movimiento trumpista no sabe o no quiere ver los efectos que causan y causarán sus movimientos. No hay que pedirle "inteligencia" a los que creen que pueden controlar los efectos en cadena que sus acciones producen a lo largo de todo el sistema. La idea desarrollada del ataque desde todos los ángulos hace imposible la prevención de sus efectos, máxime cuando se tocan sectores esenciales, como es la Ciencia y la investigación científica, una verdadera columna vertebral del desarrollo industrial.
Mientras por aquí discutimos si hay que hablar con China o cuándo es momento de viajar, los Estados Unidos de Trump tienen una auténtica pérdida de energía para su buen funcionamiento. Esto hay que aprovecharlo no solo de forma "política", sino desarrollando programas de investigación que conecten las universidades y centros de investigación con la industria.
Esto no es tan sencillo pues estamos viviendo malos tiempos para las universidades públicas por falta de inversión y estamos viviendo también malos tiempos para las empresas centradas en el desarrollo. El mayor problema es el modelo de sociedad y de persona que estamos produciendo en un país dominado por el modelo turístico, que es un regalo envenenado, destructivo del resto del tejido nacional, como vemos en el ascenso de la vivienda como el principal problema percibido. Somos prisioneros de nuestro modelo absorbente de riqueza, que absorbe recursos materiales y humanos.
La crisis que la enseñanza que padecemos en el ascenso de un modelo que solo necesita camareros y vendedores para aprovechar el turismo. Necesitamos trasladar nuestros recursos a algo con futuro y no algo que las danas se llevan por delante.
Tenemos que colocar la Ciencia en el centro y colocar el desarrollo científico en el lugar de la productividad, sino ocurrirá como tantas veces ha ocurrido, que los programas de investigación, las inversiones sirven solo para justificar la subsistencia de los sectores implicados, pero no van más allá.
Hay que aprovechar los errores del trumpismo, que acabarán llevando a los Estados Unidos al desastre y, algo peor, al militarismo como única fuente de influencia. La autonomía que se reclama debe ir más allá de lo militar y dejar de estar obligados a ir a remolque de sus políticas.
Hay que desechar la idea de que el trumpismo se acaba con Trump, pues lo importante es lo que han dejado al descubierto esas decenas de millones de votos, que independientemente de cualquier otra consideración seguirán reclamando su visión del mundo y el mesianismo del "destino manifiesto".
No es casual que sean los científicos las primeras víctimas, pues son ellos los que contribuyen a nuestra definición e interpretación del mundo, de lo posible. El trumpismo es autoritario y dogmático, rechaza el pensamiento crítico y la posibilidad de estar "equivocado", lo que lleva a esa inversión del conocimiento, a la huida de los nuevos Estados Unidos de todos aquellos que son incapaces de aceptar las falsedades como verdades indiscutibles y ser sancionados por ello.
Es el momento de invertir en educación, de hacerlo inteligentemente y con fines claros. Es el momento de atraer a los mejores y formar mejor en todos los sectores, de las humanidades a las ciencias básicas, pasando por las sociales y las aplicadas. No se trata solo del "empleo", palabra sagrada en un país con desempleo y malos empleos, se trata de formar mentes cultas, bien formadas en todos los sectores. Se trata de alejarnos de esos modelos fáciles, triviales, embrutecedores que llevamos cultivando a imitación del "modelo norteamericano", que vemos hasta dónde les ha llevado. Ellos importaban, compraban lo que necesitaban. Ahora el modelo se ha invertido y los mejores se van.
No cometamos los mismos errores. Invirtamos en ciudadanos inteligentes, aprovechemos lo mejor que nos llegue para recuperar el tiempo y energía perdidos. Demos sentido a la formación, a la buena formación, y dejemos de ver la educación como una mera cuestión de competencia; veámosla como una cuestión de ciudadanía, algo que abarque todo.
La ausencia de un auténtico diálogo social sobre nuestro modelo, sustituido por la gresca continua, hace que no aprovechemos las oportunidades y que seamos carne de mercado. Ahora podemos ver en los Estados Unidos de Trump el destino que nos espera con la expansión del modelo. Hace falta ciencia, buena ciencia; hace falta educación, buena educación. De no ser así, el futuro será entregado en bandeja al autoritarismo, al negacionismo. Será cuestión de tiempo, pues es de la incultura de sonde sacan el apoyo social que se acaba traduciendo en votos y estos en poder destructivo.
* Samuel A. Pilar "España afina sus redes para pescar en el río revuelto de la ciencia de Estados Unidos" 16/04/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250416/espana-afina-redes-para-pescar-rio-revuelto-ciencia-estados-unidos/16515973.shtml
* Samuel A. Pilar "España afina sus redes para pescar en el río revuelto de la ciencia de Estados Unidos" 16/04/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250416/espana-afina-redes-para-pescar-rio-revuelto-ciencia-estados-unidos/16515973.shtml
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