viernes, 14 de julio de 2017

Interferencias

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El escritor y columnista de The Washington Post, David Ignatius ha publicado ayer un artículo con el título "The question about Islam that has vexed the world for a decade"*. El artículo incide en un punto clave para entender el lío qatarí: los acuerdo internos para no "molestarse" mutuamente. El mundo se ha sorprendido ante el rasgado de vestiduras frente al díscolo Qatar por parte de países que no son ejemplos precisamente de libertades o de respeto a los derechos humanos. El asunto de Qatar, como señalamos, tiene la virtud de dejar claros cuáles son los problemas reales y las perspectivas de futuro de la zona.
Ignatius deja claro desde el principio cómo se debe analizar y cuál es su origen, por encima de cualquier otro tipo de retórica empleada. Y deja claro el problema que se le plantea a la administración Trump por haber quitado el tapón después de haber agitado la botella:

The diplomatic machinations that have enveloped Saudi Arabia, the United Arab Emirates and Qatar may seem like a membership feud in a Persian Gulf club for the wealthy. But their quarrel highlights battles that have been roiling the Middle East since the Arab Spring began nearly seven years ago.
The boycott against Qatar announced last month by the Saudis, Emiratis, Bahrainis and Egyptians took the Trump administration by surprise — and triggered a mediation effort this week by Secretary of State Rex Tillerson. He is said to view the conflict as counterproductive — damaging all the feuding countries and helping their common rival, Iran.
Tillerson is right to see this as a fratricidal dispute that should be resolved through negotiation. The allegation that Qatar supports terrorism is weak, especially after it signed a memo with Tillerson on Tuesday committing to a joint counterterrorism battle with the United States. The demand that Qatar close Al Jazeera is outrageous; the region needs freer media, not more censorship.
The Saudis’ and Emiratis’ basic problem is that they find Qatar a meddlesome and untrustworthy neighbor. But by escalating the family quarrel so radically, they have hurt themselves. The longer this battle goes, the more damage it will do to gulf relations with Washington, stability in the region and, perhaps most important, hopes for modernization and reform in Saudi Arabia.*


La descripción del problema, tal como lo plantea Ignatius, mezcla la realidad y el deseo. No es casual que todo pivote sobre Al-Jazeera. La necesidad de medios más libres implica la circulación de opiniones diversas y eso es precisamente lo que no están dispuestos a tolerar. Unos porque se sienten fuertes (Arabia Saudí), otros porque se sienten débiles, la prensa libre les abomina por principio.
Es de una obviedad absoluta que luchar contra el terror del Estado Islámico no hace partidarios de la libertad o la democracia a sus oponentes. Igual que se habló del "club de los dictadores" que se vino abajo por la Primavera Árabe, no es desatinado pensar en que el club sigue aunque expulsaran a unos cuanto socios. El drama árabe, como se ha visto en estos años, es que no hay una salida democrática obvia al final de las revoluciones. Donde no se ha producido una involución, se mantiene una guerra. Los partidarios de democracias árabes son pocos y deben escoger entre callar o marcharse; la otra posibilidad es pudrirse en una celda o desaparecer.
La información que David Ignatius es de interés porque reúne los datos que forman la trayectoria de pactos de no intromisión que los países de la zona han ido elaborando para enfrentarse a los desafíos que pueden torcer sus planes o desestabilizar su poder. Aquí siempre se pacta y lucha por el poder, lejos de cualquier otra idea romántica:

The fuse was lit in 2013, but its roots go back to 1996, when a branch of the ruling family the Saudis didn’t like took power against Saudi wishes. For Saudi Arabia and the UAE, Qatar feels like a thorn in the side, much as Cuba did for the United States for more than 50 years.
This secret history emerges in documents published this week by CNN. The network obtained a copy of a handwritten accord signed Nov. 23, 2013, by the ruling monarchs of Saudi Arabia, Qatar and Kuwait. It’s basically a mutual non-interference pact, with the additional stipulation that no signatory will destabilize Yemen or support the Muslim Brotherhood.
It’s the Muslim Brotherhood issue that has caused the most bitterness. Qatar has argued that the Brotherhood’s involvement in politics will defuse extremism, rather than augment it. The Obama administration took a similar view in its outreach to the Brotherhood in Egypt after the fall of President Hosni Mubarak in February 2011, and in its support for President Recep Tayyip Erdogan’s government in Turkey. Both Obama policies are now widely judged to have been failures.*

Obsérvese por las fechas que la firma del acuerdo se produce después de la salida del poder de la Hermandad Musulmana por el "no-coup" en Egipto. El pacto, pues, se realiza, en plena crisis egipcia. Es de suponer que Arabia Saudí manifiesta así su apoyo al gobierno de Egipto exigiendo que no se dé cobertura a los hermanos.


La cuestión clave —la guerra de Yemen es otra cuestión, ya que envuelve a los iraníes— se produce con la Hermandad y en ningún sitio tiene más importancia que en Egipto. En esa época, ya Turquía estaba acogiendo a los dirigentes islamistas y manteniendo una política agresiva con Egipto, en lo verbal y en lo diplomático. Erdogan no se muerde la lengua y volverá a reaparecer apoyando a Qatar en la disputa actual, ya que le exigen cerrar una base militar que tiene; su respuesta es que el parlamento turco amplíe el número de tropa en Qatar.
La cuestión del "islam político" es la que está agravando el problema, ya complicado por el Estado Islámico. El papel del "islam político" es decisivo para todos ya que lo consideran una organización supranacional que tiene sus propios intereses por encima de las monarquías. Es percibido, pues, como una especie de republicanismo islámico, cuyo origen histórico es Egipto pero que ha ido ganando protagonismo y adhesiones frente a los dinásticos, cuya función esencial es mantenerse en el poder y ser los "faros" de sus pueblos. La Historia de la Hermandad en Egipto, de su origen y luchas, los conocemos. En Egipto, Nasser los utilizó y después les declaró la guerra, El aspecto "dinástico" egipcio está representado, obviamente, por la familia militar, que tampoco está dispuesta a dejar el poder.
El intento de democratización egipcio se saldó con las pocas ganas de dejar el poder los militares y la nula voluntad democrática de los islamistas y salafistas, para quienes la democracia es solo una puerta por la que se entra pero por la que jamás se sale. El ejemplo lo tenemos en la Turquía de Erdogan, en donde el retroceso de las libertades es imparable, en donde las purgas han sido brutales en todos los ámbitos, y en donde los cambios constitucionales tienen como función perpetuar a los islamistas en el poder. Se produce entonces el proceso de adoctrinamiento y de acoso y derribo del laicismo, en donde ven al gran enemigo. "Laicismo" es la ciencia y la libertad de expresión. No es casual que Erdogan haya alejado a Charles Darwin de los libros de texto y de las aulas.


De hecho, Morsi y Erdogan han sido las mejores muestras de lo poco fiables que pueden ser los islamistas y de cómo han conseguido el apoyo norteamericano con sus apariencias democráticas. La islamización que realizan pronto deja fuera a los que no entienden que la religión deba ser una obligación, que no dicte leyes ni costumbres, y deje espacio para la vida individual, para la libertad de creencias. Por su propia ideología, son expansivos, por lo que rompen las fronteras políticas allí donde les interesa introducirse comenzando la islamización por abajo y organizando su acceso al poder si se les deja hueco.
No son demócratas. Carecen del peso de los ejércitos o del peso de las dinastías. Su forma de acceso más fácil son las urnas, que no promueven porque crean en la democracia, sino porque es el único camino que les queda. Cuando llegan, lo cierran. La cuestión es la velocidad. Morsi quiso hacerlo en una meses, Erdogan lo ha hecho en años de lento desmontar a los otros, de sacarlos de la vida política, llevando a unos al exilio a otro a la cárcel y controlando el aparato del estado. Como Morsi, Erdogan dio el golpe de timón cuando tras unas elecciones, carecía de mayoría y podía ser sacado del poder. La reacción ya la sabemos: ruptura de la tregua con los kurdos para evitar alianzas en su contra y rápidas maniobras para cambiar la constitución. Lo ocurrido en Egipto con los militares, hizo frenarse las pretensiones en Túnez, que consiguió que no se redujeran las libertades que querían, especialmente las mujeres. Pero en cualquier momento darán el zarpazo, cuando se sientan seguros. La evolución hacia una democracia en la que puedan convivir con respeto mutuo diferentes visiones es muy compleja. Solo puede partir de una evolución social que tiende a ser rechazada bajo todo tipo de amenazas, de la apostasía a los reformistas al atentado contra quienes no les gusta. El ejemplo de la condena egipcia y turca de la "mezquita liberal" en Alemania, donde oran mujeres y hombres conjuntamente es un ejemplo de los que se llaman "moderados" solo por contraposición a los más radicales. Nadie quiere renunciar al control social; nadie quiere renunciar al poder religioso, de forma directa o indirecta.
El párrafo final del artículo de David Ignatius centra la cuestión:

The Qatar quarrel may seem like a tempest in an Arabian teapot. But at its heart is the question that has vexed the world for a decade: Is there a role for political Islam in the modern world? Qatar says yes. The UAE counters that Islamist agitators are the enemy of tolerance and modernity. It falls to Tillerson to see whether there’s a middle ground.*

Quizá la pregunta que se hace David Ignatius es demasiado "norteamericana". Quizá la cuestión es si realmente el islam político es democrático. ¿O es que da por supuesto que Arabia Saudí pertenece al "modern world", que la situación de los demás países se puede calificar de "moderna" en cualquier sentido? Todos ellos representan retrocesos en un sentido u otro. La diferencia política en cada caso supone preguntarse hasta dónde quieren retroceder. Algunos quieren retroceder hasta vivir como el Profeta otro se conforman con hacerlo como antes de 2011.
El artículo de David Ignatius tiene unas fuertes críticas a la administración norteamericana por haber apoyado al islam político. Los resultados los sabemos, pero no se puede ignorar que en Egipto coparon el parlamento con un 75% de los escaños entre Hermanos y salafistas. Cuando llegaron, se cargaron la posibilidad de una democracia. Más allá de los manejos en la sombra y zancadillas, no hay dudas de su poca voluntad democrática. Lo han pagado con creces los demócratas egipcios, los verdaderos reformistas, etc. que fueron ignorados. Estos han sido siempre vistos como enemigos por militares y religiosos porque cuestionan su poder.

Rex Tillerson, en medio del lío desencadenado por Trump, ha firmado un acuerdo con Qatar para tratar de frenar la crisis producida. Qatar se compromete a atacar al terrorismo, pero todo nos remitirá —como siempre— a una cuestión semántica. No todos consideran terroristas a los mismos. Hay terroristas aceptados por todos y después están aquellos que se acogen por unos y por otros para usarlos como presión en sus disputas regionales. Es ahí donde está la disputa, no en otra cosa.
No creo que lo que ocurre ahora sea solo cuestión de una década. Hay que encontrar mucho más atrás explicaciones a estos conflictos. No es fácil muchos veces distinguir causas y efectos, máxime si los efectos se acaban convirtiendo en nuevas causas. La guerra contra el Estado Islámico no tiene perspectivas de traer más libertades, sino reforzar precisamente la represión por parte aquellos que no quieren que sus gobiernos sean cuestionados. Cualquier ilusión de que una "victoria" militar en Siria va a traer paz a la zona es una bonita ilusión. "Estabilidad", como algunos lo llaman, no significa lo mismo. "Garantizar los intereses" es otra forma más cercana a la realidad. Es sencillo y hasta los dictadores lo saben emplear para garantizarse que no habrá interferencias. La palabra misma daría para largos tratados.
Me hago hoy la misma pregunta que me hice al inicio de este blog, nacido hace seis años, con los levantamientos populares pidiendo pan, justicia, democracia, Facebook y Twitter: ¿quién teme a las democracias árabes? O quizá, pasado el tiempo, ¿las quiere alguien? Es importante saber quién.



* "The question about Islam that has vexed the world for a decade" The Washington Post Post 13/07/2017 https://www.washingtonpost.com/opinions/global-opinions/the-question-about-islam-that-has-vexed-the-world-for-a-decade/2017/07/13/df7c9ede-67e9-11e7-8eb5-cbccc2e7bfbf_story.html



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