miércoles, 8 de marzo de 2017

El fin de la claridad

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The New York Times se hace eco de un fenómeno preocupante del que Europa parece no darse cuenta o comprender su significado y alcance. Preocupados por nuestros problemas, Europa parece no darse cuenta de que en estos momentos es un objetivo desde distintos frentes, es decir, no darnos cuenta de que muchos de nuestros problemas no son casuales, sino que tienen un origen.
No acabamos de entender que somos "molestos", que la idea europea —la buena idea de una Europa Unida y funcionando— constituye un objetivo estratégico para algunos. Vivimos tiempos oscuros en la política, cuya definición es cada vez más compleja desde que los intereses comerciales se han ido entremezclando con muchos otros que muchas veces no llegamos a comprender.
La información de The New York Times se refiere a la intervención de la extrema derecha norteamericana en la financiación de sus afines en Holanda, un grupo que tienen entre sus objetivos políticos la desintegración de la Unión Europea:

The parochial world of Dutch elections is not often seen as a hotbed of foreign intrigue. But in recent months, an unexpected worry has emerged: the influence of American money.
The country’s fast-rising far-right leader, Geert Wilders, is getting help from American conservatives attracted to his anti-European Union and anti-Islam views. David Horowitz, an American right-wing activist, has contributed roughly $150,000 to Mr. Wilders’s Party for Freedom over two years — of which nearly $120,000 came in 2015, making it the largest individual contribution in the Dutch political system that year, according to recently released records.
By American standards, the amount is a pittance. But to some Dutch, who are already fearful of possible Russian meddling in the election, the American involvement is an assault on national sovereignty.
“It’s foreign interference in our democracy,” said Ronald van Raak, a senior member of Parliament in the opposition Socialist party, who has co-sponsored legislation to ban foreign donations. “We would not have thought that people from other countries would have been interested in our politics,” he said. “Maybe we underestimated ourselves.”
The Dutch parliamentary elections on March 15 are the kickoff for a pivotal political year in Europe. Other elections loom in France, Germany and possibly Italy. With the viability of the European Union at stake, anxieties are rising about foreign interference, with European intelligence agencies warning that Russia is working to help far-right parties through hacking and disinformation campaigns.*


La connivencia de los grupos de extrema derecha mundiales no es una novedad. Desde hace muchos años aparecen informaciones sobre las conexiones, reuniones, etc., pero —como señala el diario— nunca han tenido tan alcance de la mano cumplir sus objetivo. Solo la sensatez de una mayoría de franceses ha evitado en estos años una presidencia francesa ocupada por los Le Pen, que hubiera supuesto un desastre para Europa, con la salida anunciada del país. ¿Cómo quedaría Europa con Francia fuera? Han conseguido sacar al Reino Unido y amenazan las piezas del tablero, tanto las grandes como las pequeñas.
En estos momentos, Europa esta agrietándose mientras tiran de ella en dos direcciones, desde Rusia y desde los Estados Unidos. La insólita proclamación del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en septiembre pasado, pidiendo que le llamaran "Mr Brexit" es algo más que una fanfarronería de un fanfarrón. Es toda una de declaración de intenciones. Anteriormente, cuando se producía el referéndum británico, fue el presidente Obama quien se manifestó públicamente por la unidad europea. Pero son precisamente los que se han deshecho de Obama y su legado, los que están ahora apostando por la ruptura europea.


La pregunta que muchos se harán es ¿por qué, qué interés tienen en que los pacíficos europeos dejen de estar unidos? Una cuestión interesante que probablemente haya que sentarse, con tiempo, a considerar. Pero Europa está muy preocupada con otras muchas cosas, probablemente muy importantes, como para considerar algo a lo que ya es complicado poner nombre, etiquetar.
La cuestión podría parecer paranoica de no ser porque esa paranoia es la que tiene en vilo a un país como los Estados Unidos, donde el sistema se tambalea ante la intervención de los rusos en sus elecciones presidenciales y la evidencia constante y preocupante de que existen lazos de distinto orden entre sus políticos y empresarios y Rusia.
Pero el caso europeo es más complejo por la extraña coincidencia entre la extrema derecha de los americanos y los extremistas de izquierda, de tipo pro ruso. El mismo The New York Times nos contaba:

THE HAGUE — Harry van Bommel, a left-wing member of the Dutch Parliament, had persuasive allies in convincing voters that they should reject a trade pact with Ukraine — his special “Ukrainian team,” a gleefully contrarian group of émigrés whose sympathies lay with Russia.
They attended public meetings, appeared on television and used social media to denounce Ukraine’s pro-Western government as a bloodthirsty kleptocracy, unworthy of Dutch support. As Mr. Van Bommel recalled, it “was very handy to show that not all Ukrainians were in favor.”
Handy but also misleading: The most active members of the Ukrainian team were actually from Russia, or from breakaway Russian-speaking regions of Ukraine, and parroted the Kremlin line.
The Dutch referendum, held last April, became a battering ram aimed at the European Union. With turnout low, Dutch voters rejected the trade agreement between the European Union and Ukraine, delighting Moscow, emboldening pro-Russia populists around Europe and leaving political elites aghast.
It is unclear whether the Ukrainian team was directed by Russia or if it was acting out of shared sympathies, and Mr. Van Bommel said he never checked their identities. But Europe’s political establishment, already rattled by Britain’s vote to leave the European Union and the election of President Trump in the United States, is worried that the Netherlands referendum could foreshadow what is to come.
With elections slated for France, Germany and possibly Italy this year, officials across Europe are warning that the Russians are actively interfering, echoing the Central Intelligence Agency’s assertions that Moscow meddled in the United States presidential election.**


Las noticias no son nuevas, pero puestas en relación nos muestran un constante acoso a Europa por parte de los extremismos de derechas e izquierdas con una convergencia de la extrema derecha norteamericana con Rusia, que unos días es la ex Unión Soviética añorada por los izquierdistas irredentos y otros la Santa Rusia, reserva espiritual de Oriente y Occidente, azote de ateos, liberales y gente de sexualidad irisada.
En las últimas fechas llueven la advertencia de la financiación de los "molestos". Esta es una categoría pragmática en la que, por encima de las ideologías, se financia al enemigo de tus enemigos. Por un modesto precio, como señala el diario, pueden ayudar a colocar mejor al antieuropeo Geert Wilders. Unos cuantos dólares en cada canasta europea pueden debilitar a la Unión o tenerla mareada en momentos clave.
Las sanciones europeas a Rusia son un hecho decisivo y Putin lo quiere cambiar promoviendo gobiernos proclives a levantarlas. Ya se escuchan voces en algunos países del Este favorables. Hungtía acaba de firmar un acuerdo para establecer una central nuclear con tecnología rusa que aumentará nuestra dependencia energética, ya elevadísima, dándole una puerta a la influencia. Hay intereses dentro de los Estados Unidos para tener una Europa más débil también.


Hoy ha cambiado la estrategia. Los límites de los tableros de juego se han modificado y no sabes de dónde sale la mano que está moviendo los peones. En otras ocasiones, por el contrario, ves la mano pero no sabes quiénes son los peones, a los que vas descubriendo poco a poco, como ocurre en los Estados Unidos. Financiar partidos, crear grupos, etc. es realmente barato. Cuando a Marine Le Pen no le dan créditos en Francia, se los dan en Rusia. Y así funciona el mundo ahora, a través de eso que llaman "lazos".
Son tiempos confusos. Lo que se acabó fue la claridad, el maniqueísmo del "ellos" y del "nosotros". Ya nos sabemos quiénes son unos y otros, como en la Guerra Fría. Puede que no sepamos quiénes son nuestros atacantes, pero es importante no ignorar que somos las víctimas de todos.



* "Before Elections, Dutch Fear Russian Meddling, but Also U.S. Cash" The New York Times 7/03/2017 https://www.nytimes.com/2017/03/07/world/europe/before-elections-dutch-fear-russian-meddling-but-also-us-cash.html

** "Fake News, Fake Ukrainians: How a Group of Russians Tilted a Dutch Vote" The New York Times 16/02/2017 https://www.nytimes.com/2017/02/16/world/europe/russia-ukraine-fake-news-dutch-vote.html




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