viernes, 20 de octubre de 2017

La peor ceguera

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En un sentido opuesto, tiene razón Carmen Forcadell: "Europa ya no puede mirar a otro lado". Y no va a hacerlo. Lo peor para ella es que no va a hacerlo como a ella le gustaría. El catalanismo secesionista, por el contrario, ha sido considerado como un ataque a la Unión Europea por todos aquellos que se han manifestado desde las instituciones comunitarias y desde los gobiernos de los países. Tanto han tirado de la cuerda y con tan poca inteligencia que al final han hundido sin remedio lo que llevaban décadas tramando y trabajando desde el poder. Efectivamente, Europa no puede dejar de ver lo que el secesionismo pretende en su alocada falta de sentido común, de la Historia europea y, especialmente, su odio a lo que España representa en su mentalidad.
La señora Forcadell ha dicho sus palabras tras considerar a los llamados "los Jordis" como "presos políticos". Un intento muy triste y que deja en evidencia de nuevo las estrategias de la "pena universal". Esos patéticos manifestantes con sus carteles de "Help!" resultarían cómicos de no ser por la seriedad de la situación.
Las cartas mismas de Puigdemont son un monumento ridículo a la falsedad, cuyas falacias son desmontadas una a una pocos minutos después de hacerse públicas. Con estos personajes, Cataluña no se desconecta de España, sino de la realidad, de la Historia y de Europa.
No solo es que estén errados en sus juicios, sino que tratan de convencer a otros de que lo que tienen ante sus ojos es otra cosa. Y TV3 no llega a todas partes, algo que se pierde el resto del mundo. El adoctrinamiento escolar y televisivo afecta a los que han crecido en este entorno cautivo, pero no más allá.
Intentar convencer al mundo de que son un país oprimido no solo es retorcer mucho la realidad sino convertirla en un chiste grueso. El Diario recoge las afirmaciones de Forcadell en el Frankfurter Allgemeine Zeitung:

"¿Cuánto tiempo esperarán las instituciones europeas ante la flagrante violación de los derechos fundamentales en uno de los Estados miembros de la Unión Europea?", se pregunta.
Asegura que el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, y el de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, son "presos políticos", y defiende que se trata de una situación intolerable que no se puede seguir defendiendo como un asunto interno de España.
Forcadell también se refiere a las cargas policiales contra el referéndum del 1 de octubre como la "culminación de una espiral de opresión por parte del Estado español" que hace años que dura.*


Penoso y ridículo. Bastaría para ir a la hemeroteca para acumular testimonios de lo contrario. Intentar convertir a los "Jordis" en "presos políticos" es, como muchos han señalado, un insulto a los presos políticos que de verdad padecen esta situación. La felicidad con la que saludaban y levantaban pulgares no hace temer por su vida. Están donde están por las mismas decisiones que dejaron libre a Trapero, el Mayor de los Mozos. La desobediencia y la obstrucción a la ley son delitos. Para ellos no, porque no reconocen la "autoridad española", pero ahí se ve su pérdida de realidad.
El catalanismo separatista no ha podido superar que España entrara entera en la Unión Europea. Su sueño de una Cataluña independiente vetando la entrada de España en la Unión no se pudo producir, En décadas ellos fijaban la diferencia en el aspecto de la democracia: ellos eran "demócratas" y los demás eran "fascistas". Y así les hubiera gustado que siguiera porque tendrían el escenario perfecto para su entrada solitaria.
Por ello, todos sus intentos pasan por presentarse como "demócratas", "dialogantes" y "europeos". Enfrente proponen una imagen solanesca de "fascistas", "dogmáticos" y "retrógrados". Afortunadamente, la gran mayoría de voces europeas y así lo manifiestan respaldan la Constitución que nos dimos, la democracia que hemos construido entre todos, el estado de derecho que ha permitido que los secesionistas, por ejemplo, lleguen al poder. Pero estar en el poder sigue exigiendo cumplir las leyes que te han llevado hasta allí. Y es lo que no quieren.
Sigo pensando que el nacionalismo secesionista ha buscado una huida hacia adelante porque ha pensado que ha tocado techo, una vez que en las últimas elecciones no lograron obtener una mayoría social de más del 50%, solo un 47'7%. Solo los acuerdos electorales les dio la mayoría en el parlamento. Los intentos de fundamentar la decisión secesionista en un referéndum ilegal y manipulado, del que cada día salen noticias más raras, y en el que no salen las cuentas, pero tomado por el gobierno catalán como un mandato divino que el parlamento aceptará para declarar "otra vez" la independencia son ridículos a los ojos de cualquiera. El temor de los tradicionalistas de secesionismo a que les desborden por la izquierda antisistema es real.
Carmen Forcadell pide a Europa que mire a Cataluña, pero ¿mira Cataluña a Europa? Si lo hiciera se daría cuenta del profundo rechazo al proyecto secesionista. El diario El País publica un artículo de Joschka Fischer, el que fuera ministro de Exteriores del gobierno alemán, con el título "Atacar a Europa desde dentro", desde el cual ya se nos ofrece el cambio profundo de percepción. Se conecta el desafío secesionista catalán con el Brexit, como un desafío a la Unión en su conjunto. Se habla del Brexit como de un retroceso al siglo XIX. Tras esta introducción de los desafíos europeos se entra en la consideración de España y de lo que ocurre en ella:

En España, el Gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña ahora pide soberanía también, aunque el actual Ejecutivo nacional no está enjuiciando, encarcelando, torturando ni ejecutando al pueblo catalán, como lo hiciera la dictadura del generalísimo Francisco Franco. España es una democracia estable y miembro de la Unión Europea, la eurozona y la OTAN. Durante décadas ha mantenido el Estado de derecho de acuerdo con una Constitución democrática negociada por todas las partes y regiones, incluida Cataluña.
El 1 de octubre, el Gobierno catalán celebró un referéndum de independencia en el que participó menos de la mitad (algunas estimaciones señalan que un tercio) de la población de esta comunidad. Según los estándares de la UE y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, la votación jamás habría podido aceptarse como “justa y libre”. Además de ser ilegal según la Constitución española, el referéndum ni siquiera contó con un padrón de votantes para determinar quién tenía derecho a votar.
El referéndum “alternativo” catalán causó medidas drásticas del Gobierno del primer ministro español Mariano Rajoy, que intervino para cerrar mesas electorales y evitar que la gente votara. Fue una tontería política mayúscula, porque las imágenes de la policía reprimiendo con porras a manifestantes catalanes desarmados otorgó una engañosa legitimidad a los secesionistas. Ninguna democracia puede ganar en este tipo de conflicto. Y en el caso de España la represión conjuró imágenes de la Guerra Civil de 1936-1939, su más profundo trauma histórico hasta la fecha.**


Que la encerrona (con los Mozos en retirada) del 1 de octubre se acabe calificando de "engañosa legitimidad" ya es una advertencia de que la "pena universal" de la mañana y las declaraciones emocionadas del presidente Puigdemont diciendo que "Cataluña se había ganado el respeto de Europa", son una clara muestra de que se vio rápidamente el burdo juego, la estrategia infantiloide del movimiento secesionista. La "engañosa legitimidad de los secesionistas" es una expresión lo bastante clara como para establecer dónde está la legitimidad real, en la Constitución y en quienes la respetan.
Pero los argumentos de Fischer van más allá:

Si Cataluña lograra la independencia, tendría que encontrar un camino hacia adelante sin España ni la UE. Con el apoyo de muchos otros Estados miembros preocupados por sus propios movimientos secesionistas, España bloquearía cualquier apuesta catalana por ser miembro de la eurozona o la UE. Y sin ser parte del mercado único europeo, Cataluña se enfrentaría a la oscura perspectiva de pasar rápidamente de ser un motor económico a un país pobre y aislado.
Además, la independencia de Cataluña plantearía un problema fundamental para Europa. Para comenzar, nadie quiere repetir una ruptura como la de Yugoslavia, por obvias razones. Pero, más concretamente, la UE no puede permitir la desintegración de sus Estados miembros, porque estos componen los cimientos mismos sobre los que está formada.
La UE es una asociación de naciones-Estado, no de regiones. Si bien estas pueden desempeñar un papel importante no pueden participar como alternativa a los Estados. Si Cataluña sentara un precedente de secesión, estimulando a otras regiones a imitarla, la UE entraría en una profunda crisis existencial. De hecho, se puede decir que en el caso de Cataluña hoy se juega nada menos que el futuro de la Unión Europea.
Más aún, el propósito original de la UE fue superar las deficiencias de las naciones-Estado mediante la integración, lo opuesto a la secesión. Se diseñó para trascender el sistema de Estados que tan desastroso demostró ser en la primera mitad del siglo XX.**


¿No es claro el argumento? Como el cristal. Lo que ocurre es que desmonta todas las falsedades sobre las que se ha construido el nacionalismo y el secesionismo. El problema real del catalanismo secesionista es su profundo anacronismo, como ideología surgida en el siglo XIX, romántica, uniendo lengua y tierra, sangre y sentimentalismo. Existen grandes trabajos fuera de España desmantelando las falacias románticas del nacionalismo de todos los colores. Pero se lee poco y lo poco que se lee es para reafirmar lo propio. La fuerza del nacionalismo secesionista es la fuerza de la exclusividad de mentiras y falacias sin posibilidad de contestación en un mundo adoctrinado. No conozco el caso de ningún español que se haya tenido que refugiar en Cataluña; pero todos conocemos catalanes a los que el nacionalismo ha hecho irse de Cataluña haciéndoles la vida imposible, acosándolos, impidiéndoles trabajar en cuanto que denunciaban el pensamiento único. Esos sí son, señora Forcadell, exiliados políticos. Los "Jordis" son los privilegiados de su régimen, los favorecidos por las instituciones públicas que fomentaban la expulsión de muchas voces discrepantes.
El nacionalismo marrullero volverá a rasgarse las vestiduras después de que la ley tenga que intervenir ante la desobediencia. Un parlamento en rebeldía queda fuera de la legalidad y, por utilizar la expresión de Joschka Fischer, en una "engañosa legitimidad".
Pero no hay que engañarse. Al igual que hay una parte del catalanismo secesionista que cree en la integración europea, están los sectores antieuropeísta cuyo interés es precisamente el contrario. Ese escenario caótico y destructivo para Europa es una feliz imagen para los grupos antisistema que han trabajado día a día en favor de su debilitamiento. Para ellos, la aspiración europea es ridícula porque Europa son bancos y empresas que reprimen a los pueblos. La descripción de la república catalana hecha por la diputada de la CUP, Ana Gabriel, era lo bastante clara como para ver que no había sentido europeista ni de la realidad, sino más bien una "república okupa". Hay que elegir los compañeros de viaje, porque hoy son estos grupos a los que temen y los que les controlan. Los tienen de "fuerza de choque", pero no es la primera vez que el perro muerde al amo. Igualmente, el único apoyo que han logrado es el de un patético Pablo Iglesias empeñado en robar votos al PSOE, con una teatralidad creciente y asombrosa. Sí, también Iglesias ha conseguido su puesto en el reparto del disparate, un papelito oscuro y monótono.


Teniendo la ley, la razón y el apoyo internacional en las manos, es importante atender las palabras de Fischer y no cometer errores que puedan ser aprovechados, tener cuidado con las zancadillas y los quejumbrosos. No se deben cometer errores políticos porque no hay margen de rectificación. Y uno de ellos sería no poner en su sitio a los intentos de la extrema derecha, arrinconada desde hace tiempo, por capitalizar una situación como esta creando más tensión en la calle. No solo Pablo Iglesias pretende sacar tajada.
Carmen Forcadell pide a Europa que mire a Cataluña. Creo que es Forcadell la que no está entendiendo o no quiere hacerlo el nítido mensaje que Europa le está mandando todos los días. El texto de Fischer, lo dicho por Juncker, Tusk, Macron, Merkel, etc. hacen ver que es el secesionismo lo que amenaza a la Unión Europea.
¿Más claro?

¨"Forcadell reclama la intervención de la UE: "Europa ya no puede mirar hacia otro lado"" El Diario 19/10/2017 http://www.eldiario.es/politica/Forcadell-reclama-intervencion-UE-Europa_0_698881173.html

** "Atacar a Europa desde dentro" El País 20/10/2017 https://elpais.com/elpais/2017/10/18/opinion/1508350313_648066.html

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