sábado, 12 de abril de 2025

Las lágrimas de la ex consejera

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Hace unos días invocábamos aquí el "principio de Peter", que marca la llegada al "nivel de incompetencia", es decir, una ascenso en la jerarquía hasta el punto en el que eres incompetente. Las declaraciones de la ex consejera valenciana Pradas podría ser añadida al amplio muestrario de casos de incompetencia que Laurence J. Peter acumuló para ilustrar su obra, un autentico bestseller por todo el mundo en los años 70.

Desgraciadamente el conocimiento que acumulamos no es garantía de mejora en muchos ámbitos, como ocurre en la política. Con el titular "La exconsellera Pradas declara entre lágrimas que no dirigía nada en la dana y que no tenía conocimientos en emergencias",  RTVE.es nos explica lo ocurrido  durante las declaraciones por el asunto de la dana valenciana: 

La exconsellera valenciana Salomé Pradas ha negado este viernes ante la juez que ella estuviera al mando del operativo de respuesta el día de la dana. La que fuera titular de Justicia e Interior durante la tragedia del pasado 29 de octubre, que dejó 227 muertos y un desaparecido, ha asegurado que ella no dirigía nada y que no tenía experiencia ni conocimientos en emergencias, según fuentes presentes en la declaración.

Pradas, que ha llegado a los juzgados de Valencia entre abucheos y gritos de "asesinos" y "Mazón dimisión", es junto a su ex 'número dos', el ex secretario autonómico de Emergencias Emilio Argüeso, la única imputada en la causa que investiga las responsabilidades penales de la dana

La exconsellera se ha descargado de responsabilidad. Solo ha respondido a las preguntas de su abogado y ha asegurado que en materia de emergencias "solo tenía un cargo institucional". "Soy licenciada en Derecho y profesora de Derecho Mercantil, no había ejercido cargo institucional político hasta ese momento relacionado con emergencias", ha señalado.*


La desgracia de lo ocurrido con la dana sería mayor si no comprendiéramos el problema que ha dejado al descubierto, el de la incompetencia, es decir, la selección para cargos de personas que no son competentes para hacer frente a las posibles necesidades y problemas de un área determinada.

Las lágrimas de la ex consejera son las del reconocimiento doloroso de que no sabía cómo actuar ante lo que ocurrió. La pregunta entonces es "¿qué hacía allí?", "¿por qué fue seleccionada para un cargo desde el que no sabía dar respuestas?".

Las preguntas no son irrelevantes y van más allá del uso político de las consecuencias. Todos los partidos políticos adolecen del mismo problema: la mala adecuación de los nombramientos de cargos públicos.

Entiendo por "mala ocupación" la selección para un cargo de una persona a la que no se elige conforme al perfil necesario, sino para cumplir otro tipo de funciones, las propias de la fidelidad y el apoyo a sus superiores. No se selecciona a las personas por su adecuación al cargo, sino para expandir la organización, es decir, el partido, que a su vez está dividido entre "fieles" y "opositores internos", el otro grupo que aspira a la ocupación de los mismos cargos.

De esta forma, la mayor complejidad de las nuevas necesidades de respuesta de las secciones de la administración pública no se produce por personas capaces de resolverlos tomando las soluciones necesarias, las más adecuadas, sino que se producen por los más fieles del grupo interno. Por decirlo en breve, el cargo es el pago de la fidelidad al superior, que es quien parte y reparte los "premios". En muchos casos, la respuesta necesaria es la dada por los "técnicos", pero como ocurre en este caso, los técnicos fueron ignorados y los cargos políticos se bloquearon ante las dimensiones políticas del asunto. Nadie quería (ni sabía) para aquello por lo que podía suceder.

La dana no fue solo una catástrofe natural, sino un asunto plenamente político ante el temor de que la decisión fuera "contestada" desde la oposición, culpando a la administración encargada de ir contra los intereses económicos de la zona, esencialmente turística. Lo que tenía que hacerse se pospuso por miedo a tomar decisiones, ante la desesperación de los técnicos y expertos cuyos avisos provocaban más miedo en los responsables designados.

Esto debería hacernos reflexionar sobre varias cosas. La primera es, obviamente, la forma de seleccionar cargos en los diversos niveles, la necesidad de que las personas seleccionadas sepan de lo que se van a ocupar. Las lágrimas de la ex consejera repitiendo que ella es profesora de Derecho y no sabe nada de catástrofes son un ejemplo de lo que no debería nunca ocurrir. La pregunta entonces es ¿por qué aceptó un cargo del que no sabía nada, con tanto riesgo? La respuesta es sencilla: lo importante es el cargo, lo demás son circunstancias. Es el ejemplo perfecto del "principio de Peter", llegó a su nivel de incompetencia.

Nadie espera que ocurra lo poco probable, por definición, así que cuantas más improbables situaciones se asocien a un cargo, menos riesgo de que se quede en evidencia. Esto no ocurre... hasta que ocurre. Si te nombran "director general para la prevención de ataques malayos" puedes estar tranquilo porque es probable que nunca ocurra. Pero si 200.000 malayos armados llegan un día a las playas de tu región, tienes un problema. El ejemplo es ridículo, pero explicativo.

Una segunda cuestión. Las catástrofes ya no son lo que eran, infrecuentes. ¿Cuántas "danas", erupciones volcánicas, etc., llevamos en nuestros paraísos turísticos, cuantos granizos catastróficos —como ahora en Canarias— llevamos en nuestras apacibles "costas del Sol", "costas cálidas", etc.?

Resulta ridículo llorar ante los jueces diciendo que no se sabía nada de eso, cuando se cobraba por saber de eso y actuar. Si hay suerte, puede que no haya ninguna catástrofe que te deje en evidencia.

No es solo la ex consejera. Nadie parecía tener responsabilidades ni conocimientos:

En el auto de imputación, la instructora señaló que la competencia de protección civil es exclusiva de la Generalitat, la cual demostró una "inactividad patente"; que el Cecopi debió convocarse la mañana del 29 de octubre y no con tanta "demora"; o que el mensaje de alerta enviado a los móviles a las 20:11 horas fue "tardío y erróneo".

La exconsellera recurrió alegando que existía un "comité dual de dirección" con la delegada del Gobierno en relación con las medidas de protección de la población; que el Estado también tenía competencias para alertar; que "no hay que centrarse" en el retraso del Es-Alert, y que se quiere hacer de ella una "cabeza de turco".

Por su parte, Argüeso señaló en su recurso que ser "supuesto número dos" de la Conselleria "no es un delito", que era "un miembro más" del Cecopi, y que no tenía "competencia orgánica o funcional alguna para decidir" si se enviaba o no el mensaje de alerta, ni el contenido, ni la hora de envío. 

Argüeso avisó de que los barrancos estaban "a punto de colapsar"

La declaración llega un día después de que se conociera un informe pericial aportado por Argüeso, según el cual avisó en a las 14:44 horas en un mensaje de WhatsApp a la vicepresidenta primera del Consell y consellera Susana Camarero de que los barrancos estaban "a punto de colapsar".

"Está lloviendo con gran intensidad y con mucho aparato eléctrico. Los barrancos están a punto de colapsar", escribe a Camarero, quien le responde a este último mensaje a las 15:11 horas: "Jope. Si necesitas algo nos dices".*

Lo coloquial de la frase final nos mete de lleno en la incompetencia absoluta, entendida literalmente. Es difícil mostrarlo con más claridad. Ese "algo" es demostración palpable de ignorancia, de ausencia de protocolos, de saber que hay que hacer. ¡Jope!

Pero no se ha aprendido nada, según parece. No comprendemos que hay personas responsables, que es algo que hicieron desde el momento en que asumieron el cargo, lo supieran o no. Pero hay una responsabilidad mayor, la de este funcionamiento perverso de una sociedad que se dice moderna y que no hace más que convertir la administración en nidos de personas que dicen ser nombradas para cargos para los que no están cualificados. Lo son por su participación en los partidos políticos, que reparten a sus fieles sin importarles qué saben o no saben hacer.


La queja de la profesora de Derecho llega tarde. Hay que enterarse de qué supone un cargo, de cuáles son sus exigencias y si no se pueden atender, no se acepta el cargo. Pero, volvemos a la idea: la creencia en la poca probabilidad de una catástrofe de este tipo en una zona donde antes llovía poco, de grandes intereses económico turísticos (con incumplimiento generalizado de normas de prevención), es demasiado tentadora para frenar la carrera política.

No, las catástrofes, mal que les pese a los negacionistas interesados, son cada vez más frecuentes. Donde antes brillaba el sol para delicia de jubilados, perece que ha dejado de hacerlo. Los políticos se empeñan en insistir en la tranquilidad, en que nada cambia, pero lo cierto —ahí están los hechos— es que algo ha cambiado. Si a las catástrofes cada vez más numerosa les sumamos la incompetencia política y su hacer causa con los intereses negacionistas y tranquilizadores, el cóctel es explosivo y peligroso.


Por más que se curen en salud dando ahora todo tipo de avisos, no cambia el problema, los males continúan en la selección de las personas en las que podamos confiar para responder en tiempo y forma adecuada.

Más vale prevenir que curar. En versión política, "más vale dimitir que llorar". 


* "La exconsellera Pradas declara entre lágrimas que no dirigía nada en la dana y que no tenía conocimientos en emergencias" RTVE.es 11/04/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250411/exconsellera-pradas-numero-dos-declaran-juez-dana/16535893.shtml

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