viernes, 26 de abril de 2024

La jugada

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Conforme pasan las horas, como en filme de suspense, se acerca el momento elegido por Pedro Sánchez para decir al mundo su decisión. El mundo se paraliza pendiente de lo que el presidente español, en una modalidad inédita de thriller político, con un tic-tac intenso como banda sonora. ¿Qué pasará?

Los comentaristas están divididos entre los que les acusan de teatralidad, los que están emocionados por este gesto de hombre de estado que puede tirar todo por la borda en defensa de la familia y, finalmente, los indiferentes, aquellos a los que les da igual por diferentes motivos, de la apatía aburrida a la indiferencia militante.

En mitad del histrionismo político español, lleno de grandilocuencia, el plazo dado por Sánchez para "decidir" será visto con incredulidad por unos y con rasgado de vestiduras por otros, "¡hasta dónde hemos llegado!".

Sin embargo, conforme pasan las horas y se diluye la sorpresa, cada vez se le ve menos sentido al gesto y surgen preguntas y críticas.

Acabado el plazo dado por el presidente, las salidas son solo dos: coger la puerta e irse o apelar a la responsabilidad haciendo de tripas corazón, convencido por los manifestantes ante Ferraz, las voces de dentro de Ferraz o las de La Moncloa.

Puede que Sánchez sea un Ulises sin cuerdas que escucha los cantos de sirena que le dicen "¡déjalo todo y ve a casa, esto no vale la pena!" o, por el contrario un Ulises atado al cargo y a sus deberes políticos que resiste las tentaciones.

Quedan horas y una jornada de liga por medio para saber el resultado final. Queda saber si el destino de Sánchez es la primera plana de los diarios o si es la portada del ¡Hola! Me imagino que habrá "porras" sobre el resultado y que las casas de apuestas y habrán abierto sus oportunidades.

Con lo que tiene por delante, creo que a Pedro Sánchez todo lo que no sea "dimisión" real, salir del cargo —algunos apuntan que hacia Europa— es sumirse en el ridículo universal. 

Debemos creer que nadie sabía nada en La Moncloa, según nos aseguran los medios y fuentes del gobierno y partido Para ser creíble debía ser así. De otra forma, los asesores le habrían explicado las posibles consecuencias y le habrían convencido de otra forma de actuar.

Si esto, por contra, estaba programados; si es un golpe de efecto para conseguir no se sabe muy bien qué, el impacto de la caída va a ser tremendo.

Los medios nos tranquilizan entrevistando juristas que aseguran que no hay problema, que todo está "institucionalmente previsto", pero no es eso. La sucesión en un partido es un pistoletazo de salida, algo que puede abrir brechas, viejas y nuevas heridas. No están las aguas tranquilas aunque lo parezcan. Basta con ver vacía La Moncloa para que empiecen a salir aspirantes de más o menos categoría, con más o menos probabilidades. Todo el edificio de "seguridad" elaborado por Sánchez en este tipo se tambalea.

¿Qué pretende Pedro Sánchez? Algunos se preguntan: ¿a qué tanto misterio si quiere dimitir? ¿A qué tanta teatralidad con una carta a la ciudadanía? ¿A qué tanto tiempo? ¿No era más sencillo salir en rueda de prensa y decir "me voy" por esto y por esto...? Pues no, parece que no, que hay que crear este suspense. Normalmente la gente se piensa las cosas y después comunica el resultado. Aquí Sánchez parece querer que observemos su tiempo hamletiano de dudas, que lo vivamos en la sombra pero en directo.

Se arriesga al ridículo si le sale mal la jugada. Y a que aquellos que están a su sombra empiecen a preguntarse a qué viene este número.

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