martes, 29 de noviembre de 2016

Trump como pesadilla

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Para los comentaristas, analistas y columnistas de los medios norteamericanos (y de una parte del mundo) el futuro se presenta en forma de pesadilla. Si la gente se prepara para lo que pueda venir, el destino de los que están obligados a comentarlo es doblemente desagradable. ¿Se imaginan lo que es —además de padecerlo— tener que estar analizando durante los próximos cuatro años (esperemos que sean solo cuatro) todo lo que diga o haga Donald Trump? Creo que se debe parecer bastante a una pesadilla infernal, si no al infierno mismo. No dudo que muchos lo están viviendo ya.
Hay quien podría pensar que una personalidad como Trump es una bicoca para los medios, una constante fuente de noticias. Y no hay duda de que lo será, como tampoco hay dudas de que además de noticias habrá sobresaltos constantes, incredulidad, estupefacción y, finalmente, horror y rechazo. Lo que hay por delante será duro para cualquiera que tenga un sentido medianamente responsable de la política y de lo que se puede escribir en ella sin sonrojo.
Quizá seguir en la Torre Trump, la capital de su imperio, le está provocando algunas distorsiones en el comportamiento y no ha llegado a entender lo que es la presidencia de los Estados Unidos. Quizá su mentalidad "empresarial" y su empeño en no ser identificado como "político" sino como enfrentado al "sistema" está haciendo que su forma de actuar empiece a ser controvertida.


Lo ajustado del resultado en algunos estados ha llevado a algunos grupos a solicitar un nuevo recuento. En estos momentos se está realizando en tres estados en los que ha ganado por menos de 100.000 votos ha sido promovido por personas que asegurarse de que el desastre es realmente inevitable.
La respuesta de Trump, que se ha sentido ofendido porque se recuenten los votos, ha sido delirante. La prensa norteamericana destaca lo absolutamente incongruente (y peligroso) de su reacción ante este recuento que comenzó por iniciativa de la líder del Partido Verde y a la que se ha sumado finalmente el equipo de Hillary Clinton, que es lo menos que podía hacer ya que otros han realizado ese movimiento.


The New York Times titula "Trump Claims, With No Evidence, That ‘Millions of People’ Voted Illegally" y explica:

Late on Sunday, again without providing evidence, he referred in a Twitter post to “serious voter fraud in Virginia, New Hampshire and California.”
A day earlier, Mr. Trump’s transition team ridiculed the idea that recounts were needed. “This is a scam by the Green Party for an election that has already been conceded,” it said in a statement, “and the results of this election should be respected instead of being challenged and abused.”
That message runs counter to the one Mr. Trump sent on Sunday with his fraud claims — if millions of people voted illegally, presumably officials across the country would want to pursue large-scale ballot recounts and fraud investigations.
But the Twitter posts could energize some of his supporters, who have claimed online that Mrs. Clinton’s two million-vote lead in the popular vote has been faked. Mr. Trump at times promoted other conspiracy theories during the campaign, including claiming that Senator Ted Cruz’s father was somehow tied to the assassination of President John F. Kennedy.*


¿Es posible tener un irresponsable de tal calibre en la Casa Blanca? ¡Vaya que sí!
Trump no ha digerido un elemento esencial, del que ya hablamos el otro día: el voto popular. Pese a que lo decisivo finalmente son los colegios electorales, el voto popular —y más por 2'2 millones de votantes de diferencia— es un referente moral esencial. El narcisista Trump difícilmente puede aceptar que Hillary Clinton tuviera de su lado esos dos millones de americanos más que él. Trump lo quiere todo. Puede que el recuento no cambie nada, pero si amplía la base del voto popular, Trump se resentirá en su ego. Y será el ego lo que le acabe perdiendo porque es justamente lo que no puede controlar. Lo malo serán los efectos que esto pueda tener.
Recordemos que una horas antes de las elecciones, los periodistas no lograban sacarle el compromiso de aceptar el resultado si perdía las elecciones. Seguía diciendo que había una conspiración contra él para evitar que llegara a la Casa Blanca. Posteriormente, ya con la elección cerrada y con más de los 270 votos necesarios de los delegados, comenzó a decir que lo importante era el voto popular. Su equipo de asesores le recomendó que se callara, pero Trump no es fácil de encarrilar.
La respuesta a la pérdida del voto popular por más de  dos millones de votos no encaja bien con su ego. El argumento ahora es que él también ha ganado el voto popular y que se ha producido un gigantesco fraude en su contra. Los que han votado a favor de Clinton son ¡votantes ilegales! ¡Millones de personas ilegales han votado por ella! Es tal despropósito y tan dañino para la democracia americana viniendo de un presidente electo que difícilmente se puede creer. Solo el personaje permite comprenderlo.


The New York Times comentó en un editorial poco después de la elección que les iba a resultar difícil, pero que intentarían tratar con respeto al cargo de presidente. La persona que lo ocupa no merece ninguno. Y eso es una gran parte del problema interno, es decir, la erosión institucional que Trump va a provocar con su incapacidad manifiesta para mantener unas mínimas maneras políticas y democráticas en el cargo. Pero se ha elegido a quien se ha elegido, cuyo respeto por las reglas es mínimo, como ha quedado demostrado en la campaña. Trump ha ganado la peor campaña de toda la historia de los Estados Unidos, la más infame, la más indigna y ha sido él el responsable de que fuera así. Era el terreno en el que quería combatir.
Ha difamado a quien le ha parecido, como el caso de lo señalado por el diario sobre la participación del padre del senador Ted Cruz en el asesinato de John F. Kennedy, una más entre otras muchas indecencias que, desgraciadamente, han sido jaleadas y valoradas positivamente por muchos millones de norteamericanos.
Todavía hoy, muchos diarios siguen sacando a la luz las mentiras, las insinuaciones, etc. que ha ido dejando caer a lo largo de un año contra sus oponentes republicanos en las primarias y después contra Hillary Clinton o el presidente Obama. Y seguirá porque no es la contención su virtud.
Realmente, ¡pobre América!




* "Trump Claims, With No Evidence, That ‘Millions of People’ Voted Illegally" The New York Times 27/11/2016 http://www.nytimes.com/2016/11/27/us/politics/trump-adviser-steps-up-searing-attack-on-romney.html









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