viernes, 25 de noviembre de 2016

Información y rumores

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada vez se escuchan más voces de todo tipo hablando sobre los efectos nocivos, peligrosos, etc. de las redes sociales. Parece ser que lo que iba a ser una herramienta de ampliación de la libertad, lo que nos convertiría en prosumidores y otros conceptos que se desarrollaron en los noventa con la ampliación de Internet más allá de las universidades se ha convertido en un espacio tóxico.
La híper conexión en la que vivimos crea unas buenas condiciones para manipularnos en un sentido u otro, para despellejar a la gente sin riesgo alguno, para crear rumores, hacer cyberbulling o desestabilizar una campaña electoral.
Es en este último sentido en el que The Washington Post recoge en un artículo varios estudios independientes responsabilizando de forma directa a Rusia por intervenir en la campaña norteamericana en favor de Donald Trump mediante la difusión de noticias falsas, rumores, etc. El propio Trump, como recordaremos, invocó públicamente a los hackers rusos para que hicieran aparecer más correos de Clinton en uno de los episodios más increíbles y teatrales de las elecciones norteamericanas. Y ha habido muchos otros.
Señalan en el diario norteamericano:

The flood of “fake news” this election season got support from a sophisticated Russian propaganda campaign that created and spread misleading articles online with the goal of punishing Democrat Hillary Clinton, helping Republican Donald Trump and undermining faith in American democracy, say independent researchers who tracked the operation.
Russia’s increasingly sophisticated propaganda machinery — including thousands of botnets, teams of paid human “trolls,” and networks of websites and social-media accounts — echoed and amplified right-wing sites across the Internet as they portrayed Clinton as a criminal hiding potentially fatal health problems and preparing to hand control of the nation to a shadowy cabal of global financiers. The effort also sought to heighten the appearance of international tensions and promote fear of looming hostilities with nuclear-armed Russia.
Two teams of independent researchers found that the Russians exploited American-made technology platforms to attack U.S. democracy at a particularly vulnerable moment, as an insurgent candidate harnessed a wide range of grievances to claim the White House. The sophistication of the Russian tactics may complicate efforts by Facebook and Google to crack down on “fake news,” as they have vowed to do after widespread complaints about the problem.
There is no way to know whether the Russian campaign proved decisive in electing Trump, but researchers portray it as part of a broadly effective strategy of sowing distrust in U.S. democracy and its leaders. The tactics included penetrating the computers of election officials in several states and releasing troves of hacked emails that embarrassed Clinton in the final months of her campaign.
“They want to essentially erode faith in the U.S. government or U.S. government interests,” said Clint Watts, a fellow at the Foreign Policy Research Institute who along with two other researchers has tracked Russian propaganda since 2014. “This was their standard mode during the Cold War. The problem is that this was hard to do before social media.”*


Los tiempos de aquellas emisoras que emitían desde las fronteras durante Guerra Fría han pasado. Ahora la globalización de las comunicaciones, lo sofisticado de su tecnología hace que —como cualquier otro medio— pueda ser utilizado para influir sobre los demás, ya sea con propaganda o con cortinas de humo informativo.
La cuestión central es la inexistencia de fronteras y la falta de responsabilidad debida al anonimato. Y esto tiene difícil arreglo más allá de la rabieta que pueda causar verse afectado. Para desgracia de los norteamericanos, Putin tiene una forma de control de las informaciones y los medios y no le preocupan demasiado esas campañas. Son las ventajas de los regímenes autoritarios en estas cosas. Lo que ocurre en Rusia con los que discrepan lo sabemos.
Sería simplificar demasiado considerar el problema como una cuestión electoral norteamericana, si bien es Hillary Clinton quien ha sufrido sus efectos. Evidentemente no han sido solo los rusos: la extrema derecha norteamericana y otros grupos fundamentalistas han aprendido cómo actuar en las redes. Las usan muy bien para sus propósitos desde hace mucho tiempo.
La culpa evidentemente no la tienen ni Google ni Facebook. Ellos han aportado una red de transmisión de informaciones cuya única responsabilidad es mantenerse en funcionamiento. Pero son los contenidos los que vertebran socialmente la red informática. El término "red social" engaña sobre lo que es tecnología y lo que es social. Se ha creado un campo de juego para que circulen las informaciones. Son estas las que crean las conexiones humanas de forma más o menos intensa en función de nuestros propios intereses, gustos, etc.
Lo problemático de la cuestión radica en que las redes se han diseñado para ser "influyentes", si bien con un sentido diferente al que ahora están aprovechando los que se organizan para sacarle un rendimiento político. La organización se cifra precisamente en las afinidades que agrupan, en esos "me gusta" que crean vínculos.

Los ejércitos de troles pagados o voluntarios los podemos percibir todos los días y han existido desde el principio de la redes en los 90. Entonces ya se aprovechaba la capacidad de difundir, la credulidad de la gente y su voluntad asociativa o gregaria, que es el fondo de la cuestión.
Sería interesante conocer los porcentajes de información que recibimos en función de nuestro acceso a los medios o de la selección que nuestros amigos, conocidos, visitantes, etc. nos ofrecen. Mucha gente ya no accede a los medios, sino a las "selecciones" que sus amistades cibernéticas realizan. Con ello se incorporan a una nueva forma de "agenda" mucho más restrictiva: su mundo se estrecha. Muchas veces nos llegan peticiones de amistad cuya única función es que aparezcan sus informaciones en nuestros "muros". Lo que podemos hacer para nuestros conocidos porque les puede interesar se convierte pronto en una actividad que puede estar organizada al servicio de más o menos sofisticadas estrategias de información o confusión.
La guerra fría era cosa de dos. Hoy hay muchos más intereses en juego, países que usan las redes para crear sus propias formas de desestabilización mediante el filtrado de informaciones y la expansión de rumores.
Mientras Estados Unidos se ha centrado en la vigilancia colectiva de las redes para su propia seguridad e intereses, Rusia —que posee un control mucho más importante de sus medios y un sistema más autoritario— se ha centrado en la contrainformación y en el hackeo de las redes para obtener información desestabilizadora en el momento adecuado. Y no hay mejor momento que las elecciones de un país.
Lo que más irrita en los Estados Unidos es que las compañías norteamericanas, que son las propietarias de Facebook, Google, etc., no sean capaces de poner coto a estas cuestiones. La realidad es que es imposible a menos que se haga lo que intentan hacer algunos países: aislarse. El sistema chino, a diferencia del ruso, es el aislamiento. El duplicar la red en su propio ámbito, por lo que se dificulta mucho el acceso a internet y por ello a fuentes no controladas. Irán y Turquía también lo han planteado y son muchos los que tratan de suspender los servicios de algún tipo (WhatsApp, Facebook, YouTube...) según sus fobias o lo que más les preocupe que se difunda.


Conviene echar la vista atrás y comprender que ni por asomo se pensó que el crecimiento de la Red iba a tener estas dimensiones de tráfico y extensión que ahora tienen. El crecimiento de Internet desbordó todas las expectativas y creó pronto un problema de asignación de direcciones para poder atender las nuevas incorporaciones masivas. Finalmente se han desarrollado sistemas para poder atender el tráfico que se genera. Pero eso es solo el problema técnico.

El problema político se planteó inmediatamente. Hoy lo tenemos encima. Es un problema teórico y práctico. Hasta el momento, las intervenciones de unos en las elecciones de otros eran muy relativas. Sin embargo, ahora el peso de las influencias exteriores es cada vez mayor. Cada país puede tener su elección, pero el mundo pasa a tener sus candidatos, por unos motivos u otros (¿por qué era Trump el candidato de Rusia?). La posibilidad de influir es demasiado poderosa para dejarla y cada vez se tiene menos claro qué es esto de la "democracia", convertida en un juego en el que hay que ganar. 
Pensemos en el obsoleto concepto de "jornada de reflexión" acuñado pensando en los medios tradicionales. Hoy es hasta ridículo solo pensar en ello con los medios digitales a los que tenemos acceso, pero sobre todo en los medios sociales.
Antes existía cierto pudor entre las amistades y conocidos por hablar sobre quién votaba a quién entendiendo que era algo de la esfera privada. Hoy mucha gente se ha convertido en activista a través de sus páginas proclamando a los cuatro vientos cibernéticos a quién votará y a quién no se debe votar, presionando a los miembros de sus redes. Hay gente que desconecta en periodo electoral sus cuentas para evitar la presión constante que recibe.
De Obama se dijo que ganó sus elecciones gracias al buen uso de las redes sociales para su campaña. Hoy esto es relativo. ¿Qué quiere decir "buen uso"? Cualquier buena campaña puede ser destrozada por ejércitos de troles que anulan la comunicación. Si ya eran conflictivos en ocasiones el peso y papel de los medios convencionales por sus posibles intereses en las campañas, el ciberespacio es una jungla política con una agresividad inusitada que puede focalizarse en personas a las que se persigue y aísla por sus opiniones si es necesario. Se va de la figura pública a la que se estigmatiza al ciberacoso personalizado a aquel que pueda mantener opiniones frente al grupo.
Los tiempos de la "netiquette" han pasado hace mucho. La jungla cibernética es políticamente despiadada porque se le añade al poder del efecto red el del anonimato, que hace que la impunidad sea un hecho. Poder dirigir todo tipo de insultos y amenazas, difundir información falsa, etc. es hoy una triste realidad.


Son cada vez más frecuentes las llamadas a hacer algo al respecto. Poco hay que hacer y si se hace es a través de las formas de censura, como ocurre allí donde los dirigentes autoritarios de turno amenazan con aislar al país desconectándolo de las redes. Los que saben que no pueden hacerlo se plantean la posibilidad de hacer lo mismo que hace Rusia: organizar sus ejércitos y quintas columnas para desestabilizar política o económicamente (la expansión de falsos rumores empresariales es también un buen negocio). Todos hemos aprendido demasiada comunicación.
En los primero días de noviembre, Daily News Egypt informaba con el siguiente titular "University professor exposes secret Facebook campaign supporting the state led by prominent media figure"** de la existencia en Egipto de un movimiento organizado en las redes:

The existence of a massive social media campaign to provide online support for the president was revealed on Monday by Suez Canal University professor Khalid Refaat. This campaign, led by well-known journalist Ibrahim El-Garhi who hosts a programme on ONTV, has sparked discontent among Egyptians on social media outlets.
The electronic battalion named “State Supporters Union Group” has apparently played a vital role in issuing social media posts showing support for the president and his recent economic decisions. Refaat published screenshots of conversations between the group’s 22 administrators who would have secret discussions on a daily basis.
The aim of this Facebook group, according to the admins, is to assemble supporters of the current regime in one place.
Screenshots show El-Garhi instructing the other admins to publish certain posts, particularly following economic reforms recently issued by the government to counter any dissent or negative opinions.**


No es una novedad. Las campañas manipuladoras son una necesidad en la crisis en la que se vive y hay que reforzar al gobierno mientras se trata de destruir a las voces  críticas. No son los únicos, evidentemente. Los islamistas hacen lo mismo en los foros y comentarios de prensa. Se introducen en las páginas de Facebook y crean grupos aparentemente anodinos en los que sacan la recomendación o la crítica. Hace mucho que lo hacen.
Las redes hacen desaparecer por acumulación de informaciones muchas pistas para llegar al origen de la creación de las corrientes de opinión en un sentido u otro. Pero es indudable que se usan y, como señala la noticia egipcia, con buena organización. Nadie se quiere quedar atrás o renunciar a estas armas. Se ha pasado al ciberactivismo de estado o al paraestatal. La influencia sobre la opinión es importante, decisiva. Y aquellos estados que se basan en la opinión pública son las mejores víctimas.
Para los que estudian la agresividad reinante, uno de los factores sin duda es la realimentación constante del odio dirigido contra personas hasta llevarlos al estigma. Los más sorprendente —y en eso consiste en efecto red— es que muchas veces basta con ponerlo en marcha y son después los ciudadanos, sentados ante sus ordenadores o con sus teléfonos, quienes se convierten en peones de estas batallas. Los psicólogos deberían explicar mejor este fenómeno de canalización de la violencia, de persecución constante y vigilantismo porque es muy peligroso para una sociedad.

Es interesante ver cómo se está tratando de dividir unas sociedades mediante el enfrentamiento mientras se practica un movimiento de unidad en el ámbito propio mediante los dos sentimientos primarios de mayor intensidad emocional: la religión y el nacionalismo. La Rusia de Putin, por ejemplo, se ha vuelto más "santa" que con los zares y el internacionalismo comunista ha sido sustituido por un nacionalismo cada vez más potente. En el campo religioso, los islamistas igualmente fundamentan en la religión el cierre para evitar las entradas que pudieran debilitar su influencia.
Es triste ver cómo aquello en lo que muchos vimos —me incluyo— una forma de ampliación de nuestras mejores posibilidades, de la cultura, del diálogo, de la participación, etc. se utiliza de forma negativa, creando confusión. Fue una ingenuidad. Para muchos la victoria precisamente es haber roto el "monopolio de la información", pero lo que lo sustituye es un caos de intereses oscuros y manipulaciones en muchos casos.
Esto echa la responsabilidad sobre los profesionales de la información más que nunca. Hoy es cada vez más necesaria la información responsable, independiente, fundamentada y razonada. Somos hijos de nuestras fuentes. Las aguas contaminadas nos acaban envenenando. La única garantía es la de la honestidad y la profesionalidad de quienes nos informan. 


* "University professor exposes secret Facebook campaign supporting the state led by prominent media figure" Daily News Egypt 7/11/2016 http://www.dailynewsegypt.com/2016/11/07/university-professor-exposes-secret-facebook-campaign-supporting-state-led-prominent-media-figure/ 
** "University professor exposes secret Facebook campaign supporting the state led by prominent media figure" Daily News Egypt 7/11/2016 http://www.dailynewsegypt.com/2016/11/07/university-professor-exposes-secret-facebook-campaign-supporting-state-led-prominent-media-figure/
  

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