sábado, 22 de noviembre de 2025

¿Qué pasa con la información?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Si los medios son el reflejo de los intereses sociales, ¡pobre sociedad! Una mirada a la prensa de hoy nos trae crea una especie de "depresión informativa". ¿De verdad es "esto" lo que interesa?

El cambio afecta prácticamente a todos los medios en mayor o menor medida. En muchos de ellos ha habido resistencia al cambio hacia lo trivial. De poco ha servido. Los medios se auto promocionan, especialmente cuando conectan se prensa y audiovisuales. La sacrificada es la prensa, que queda reducida a una función promocional de los programas audiovisuales. Estos, por su parte, se lanzan a la trivialidad.

En estos años se ha fabricado una pseudo sociedad espectáculo. Es la que ofrece un material creciente. Personas sin el más mínimo interés son convertidas en centro de la noticia. Los expertos en comunicación (un mal como otro cualquiera) descubrieron que hacer adictos a estos personajes era barato y rentable, que se podía cubrir la "necesidad" con muy poco. Bastaba con conseguir que estuvieran conectados con otros. Hijos e hijas, novios, amigos, parientes más o menos próximos se convertían en habituales de una trivialidad organizada, que el mundo era más interesante como "revista del corazón".

Así comparten espacios lo que ocurre en Gaza o Ucrania con lo que ha pasado en una pareja de "famosos", las crisis económicas con las sentimentales, las bodas y bautizos con los tratados internacionales. El problema grave es que saber si X se divorcia de Z nos adentra en una irrealidad fabricada, a la vez que nos aleja de los problemas del mundo en el que vivimos y sobre el que debemos actuar si queremos cambiarlo.


El problema es que este distanciamiento no solo nos entontece sino que nos convierte en seres manipulados, ciegos a los problemas reales, de lo que se benefician sectores en lo político y en lo económico.

Alguien decía el otro día "¡con la cantidad de información que hay hoy!" Es cierto en términos de cantidad, El problema es que la calidad de la información se ha reducido a límites indecorosos y la que es buena queda enterrada entre los escombros de la trivialidad. Mucho de la información ya no nos informa, sino que por el contrario nos aleja de lo que realmente pasa. Ya no se trata solo de la desinformación, sino de la trivialidad absorbente, la que nos obliga a crear una fijación a esa nada colorista, sentimental y chillona que se nos ofrece por toneladas.

Lo han llamado "economía de la atención" y consiste en disputarse nuestra mirada unos segundos en detrimento de lo que realmente nos interesa. Toda esta sociedad digital busca nuestros datos para poder envolvernos en una cortina de humos tras la que se oculta una realidad cada vez más distante en nuestro interés. Somos el producto de todo esto.

Los medios son el cebo para engancharnos adictivamente a la información. Se convierten en un espacio absorbente que se refuerza a sí mismo y del que ya no salimos. El espacio de atracción (no de información) va creciendo para desesperación de muchos profesionales que se ven desplazados de lo que tiene interés real, mientras ven que lo trivial crece a grandes pasos.


Saben que es la comprensión de la importancia de los temas lo que es el centro de su trabajo, pero que eso se pierde en la nada de la trivialidad. Cada vez es más difícil informar porque cada vez hay menos interés en ser informado. La nada trivial y colorista desplaza del interés de lo real.

Hemos informado en alguna ocasión sobre este debate entre los profesionales de RTVE.es, uno de los medios donde ha sido mayor el cambio y donde más resistencia ha habido. Pero es claro que han perdido la batalla. Las buenas informaciones quedan rodeadas, aisladas, por las grandes cantidades de espacio dedicada a promocionar sus propios programas, cada vez más intranscendentes.

Como medio público, el caso de RTVE es interesante porque muestra el conflicto entre la gran concentración de información política llevada sobre todo a través de debates periodísticos, mesas redondas, etc. y los programas cada vez más banales, espectáculos con los que competir con otras cadenas. Se ha difuminado el sentido de lo que debería ser un medio público, de apostar por la cultura, en beneficio de programas con objetivos muy diferentes y un único fin, las audiencias. El problema está en el círculo vicioso: las audiencias crecen, pero empeoran; exigen más trivialidad y rechazan una información que deja de interesarles.

Los medios solo miran las cantidades, no la calidad de la información. Lo chabacano gana terreno porque es lo que esa información produce. Lo malo es que a medio plazo, los medios informativos se están auto condenando a la extinción. Bastará un giro en un momento dado para descubrir que no necesitan informar, que la segmentación de las audiencias lograda con la IA y la obtención de datos encontrarán la forma perfecta de desconectarnos de la realidad, que solo nos interesará lo que se produzca en nuestro círculo más inmediato y por poco tiempo.

El periodista será un creador de situaciones atractivas, un fabricante de personajes frívolos con una vida de altibajos estudiados. Lo que ocurra en el mundo no pasa si no interesa a alguien. Ni pasado ni futuro, solo un presente atractivo.

Un añadido: los medios digitales han vuelto a apostar por la limitación de acceso junto a la suscripción. Ya se hizo y fue un fracaso. Ahora, con esta información de baja calidad ¿pretenden que la gente pague? Veremos dentro de poco los resultados. Creo que no solo perderán los ingresos por publicidad (menos acceso de lectores) sino que están sembrando la semilla del desinterés. Si no interesa la información importante, ¿van a pagar por la frivolidad creciente? Es un disparo en el pie.

Como ocurrió ya en su día, los que queden abiertos recibirán al público que desee informarse. No están ni los tiempos ni los sueldos para gastar en comprar información del tipo que se nos ofrece. En algún momento tendrán que ofrecer a los lectores que queden información sobre el mundo, análisis de calidad, información de primera mano sobre los problemas de la realidad, dejarse de frívolas fantasías.


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