Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Donald
Trump dejó muchos "regalitos" tras su presidencia. Era la forma de asegurarse
un campo abonado para su retorno. La colocación de varios magistrados
conservadores en el Tribunal Supremo ha sido uno de ellos. De esta forma sigue
celebrando victorias y con él la parte más rancia y retrógrada de los Estados Unidos,
a la que recuerda que se lo deben a él.
De esta forma, Trump sigue acumulando puntos ante su auditorio, cada día más
reaccionario.
La
última "victoria" de Trump nos la mostraba ayer la prensa de todo el
mundo con una decisión del Tribunal Supremo. En titular de RTVE.es: "El
Supremo de EE.UU. acaba con la discriminación positiva por raza para entrar en
las universidades".
Termino
en estos días de leer el interesante libro del norteamericano Richard Sennett,
publicado en USA en los años 70, y que aparece ahora entre nosotros en 2022. Su
título es "Los usos del desorden" (Alianza, Libro de bolsillo - CS
124). La idea de Sennett se desarrolla a partir de la idea de la construcción
de barrios obsesionado con ser iguales dentro de ellos, de no mezclarse, y
considerar que la diversidad es motivo de caos y perversión de los principios
de esa comunidad que se encierra.
La idea
de Sennett es que la diversidad está en la vida y que es una experiencia humana
necesaria para la maduración personal y social. La obsesión por la separación
que aísla y reduce artificialmente las diferencias es una forma de mitificación del grupo que acaba
viendo un enemigo en los otros y no una oportunidad de crecimiento y
maduración.
La
apuesta por la discriminación positiva es asegurar en diferentes instituciones
que la variedad de la vida, que sitúa con diferencias, no se sigue manteniendo
como barrera insalvable. Es asegurar, por un lado, que las minorías tienen
acceso a los recursos y que no se perpetuarán las barreras surgidas de injusticas
y abusos como la esclavitud, la segregación racial. Basándose en que no se
puede discriminar, el Tribunal Supremo, lo que ha hecho es asegurarse que las
diferencias en la vida se conviertan en barreras insalvables para muchos.
Leemos
en la BBC Mundo:
Dentro de los jueces liberales en disentir estuvo la jueza Sonia Sotomayor, quien dijo que la decisión representa el “retroceso de décadas de precedente [legal] y progreso monumental”.
Agregó que cree que la sentencia significa que la raza ya no sirve para alcanzar “beneficios fundamentales” y “solidifica una regla superficial de daltonismo racial como principio constitucional en una sociedad segregada endémicamente”.
Otra jueza en disenso, Ketanji Brown, escribió: “Con una inconsciencia de ‘déjenlos que se coman su pastel’, hoy, la mayoría haló la cuerda y anunció daltonismo racial para todos por decreto legal”.*
Hace unos días tuve ocasión de volver a ver "Gigante" (1956), la película de George Stevens con Elizabeth Taylor, Rock Hudson y James Dean. La película, basada en una novela de Edna Ferber trata del desarrollo de una Texas robada a México y del terrible racismo existente sobre los "wet back", los espaldas mojadas, tal como se refieran a ellos en la película. Las discriminaciones y los tratos vejatorios van desde la atención médica que se les niega, compartir peluquería o la entrada en un restaurante. Todo en nombre de la "libertad". Recomiendo verla a todos aquellos que no la hayan visto y comprender porqué sigue estando de actualidad su mensaje.
En la obra de Richard Sennett se ponen ejemplos de casos, ya en los 50 y 60, de esos nuevos barrios construidos sin negros y de las reacciones discriminatorias cuando alguna familia llegaba a ellos. Volvemos a ello.
El nuevo racismo está tras esta sentencia del Tribunal Supremo y así lo han entendido todos. Escribe Sennett en la obra mencionada, escrita hace 50 años:
En efecto, la forma más segura de simpatizar con los revolucionarios del siglo XIX es leer algunos de los tratados escritos por clérigos para los pobres, en los cuales catorce horas al día de duro trabajo se describen como «una bendición que disciplina la lujuria y las pasiones de la carne». El equivalente moderno de esa estupidez es el que afirma que los negros se harán más fuertes si necesitan luchar, como si las necesidades más elementales de la vida, que se le conceden a la mayoría sin ningún esfuerzo por su parte, fueran tan valiosas que la minoría debería pasar unas pruebas endiabladas para merecerlas. (167-168)**
Esa hipocresía elitista regresa hoy con la cuestión del acceso a las universidades. No hay mucha distancia entre lo que describe Sennett del siglo XIX, lo que se ha visto en el XX y lo que vuelve en el siglo XXI. Una parte de los Estados Unidos sigue siendo discriminadora, no desea que se reduzcan las diferencias y desea que se mantengan aislando sus cotos privados. Las universidades de prestigio entran en este espacio de privilegios donde la "acción positiva" tenía como función reducir los efectos de tantas y tantas "acciones negativas" padecidas durante siglos. La presidencia de Trump fue un ejemplo por su propia boca, contra los "bad hombres", considerando como violadores y narcotraficantes a todos los que llegaban por la frontera sur.
Creo que ya no se puede evitar confirmar lo que está ocurriendo y que hemos mencionado en varias ocasiones como fondo. Hay en marcha una clara operación de retroceso que trata de establecer los fundamentos de una sociedad ampliamente racista; es un movimiento que no se limita a los Estados Unidos, sino que está saliendo desde allí a través de las alianzas de la ultraderecha por todo el mundo, de Brasil a Europa, imitando las bases doctrinales establecidas por los grupos que se aliaron para llevar a Trump a la Casa Blanca y acabar con los avances de progreso social de décadas.
El camino emprendido lo vemos con claridad a través de los conflictos creados en escuelas (prohibiciones de libros liberales, prohibiciones de mencionar temas específicos), ataques al feminismo, como el que vemos contra la violencia de género que se niega, etc., y de nuevo el racismo. Es claramente una ofensiva ultraconservadora que busca darle la vuelta al progreso.
Los que quieran entenderlo, lo entenderán. Me refiero a España, al igual que a otros países de la Unión Europea en los que estas ideologías están desarrollando nuevas raíces. No solo es una cuestión "política", sino un cambio cultural radical, de ahí el papel de las escuelas y, desde allí, ir desplegándose. El Tribunal Supremo norteamericano se ha convertido en un aparato triturador del progreso y del cambio. Son piezas colocadas para desmontar el sistema y reconstruirlo a golpe de conservadurismo.
La falacia de la sentencia es tan burda y descarada que da pena. Pero el deterioro de la vida política y judicial debería servirnos de ejemplo de en qué podemos convertirnos trasladando la polarización y el partidismo extremo a las instituciones que deben ser independientes. Estamos quemando nuestros propios recursos de supervivencia.
Tratar de defender una "igualdad" que solo va a favorecer la discriminación acumulada es llevar el cinismo a lo que señalaba Sennett de los libros que los predicadores que defendían los abusos laborales para evitar las tentaciones.
Si Trump logra llegar de nuevo a la Casa Blanca, todo esto se intensificará. Sus discípulos han aprendido el valor de lo que está pasando y cómo llegar a esos millones de personas que siguen considerando las barreras raciales como una necesidad para preservar su estatus.
* "La decisión de la Corte Suprema de EE.UU. que elimina la “discriminación positiva” por raza en las admisiones universitarias" BBC News Mundo 29/06/2023 https://www.bbc.com/mundo/articles/c84wnlw77nko
** Richard Sennett (1970, 2022) Los usos del desorden. Alianza Editorial, Madrid.