Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Sinceramente,
nos estamos ganando el cielo con la santa paciencia que hay que demostrar cada ante
lo que se escucha, ve o lee. La historia de los 20.000 euros para pagar el
"curso de liderazgo" a Alberto Fabra, con cargo a los presupuestos
públicos es un ejemplo más.
En el
diario El Mundo recogen la insistente
defensa de la "legalidad" de la medida a cargo de la Generalitat, porque
el pago no supera cierta cantidad y su capacidad de contratación. Nadie ha
dudado sobre eso; son las normas. No es un problema de "legalidad"
—también esto es discutible por los fines—, sino más bien de
"moralidad" y, sobre todo, de la propia imagen de Alberto Fabra.
El
primer mandato a un líder es que no vaya por ahí diciendo que va a asistir a un
curso de formación de líderes. Es de cajón. Es como si vas en un barco y te
enteras que el capitán está haciendo el curso de patrón de vela por
correspondencia. Pues te bajas inmediatamente y que las prácticas las haga con
otros. Eso lo sabía hasta Robert DeNiro en la película "Una terapia
peligrosa": que no se enteren los colegas del hampa de que voy al
psiquiatra porque como me vean inseguro me eliminan del mapa.
Aunque finalmente
no se pague con dinero de la Generalitat valenciana, han puesto en bandeja a la
oposición un frente de ataque facilón: "¡Aprenda a liderar, señor Fabra,
aprenda a liderar!", "¡Cómo se nota que no fue el curso de liderazgo,
Presidente!" o "¡Lidere, lidere!", por ejemplo, cada vez que
aparezca en la tribuna de oradores. Lo inteligente políticamente es que Alberto Fabra hubiera ido a darles una charla a un grupo de "futuros líderes" y no al contrario. ¡Qué ingenuidad!
Hay que
distinguir dos líneas claramente en este asunto: el curso en sí y quién lo
paga. El argumento esgrimido por el vicepresidente José Ciscar, que no se debe
sentir bastante liderado, para justificar la asistencia al curso es que esto es
"un bien para la sociedad". Pero eso no significa que sea la "sociedad"
quien lo deba pagar. El argumento es peligroso si se exceden los límites, que
es lo que suele ocurrir. Lo que es "bueno para el político" no tiene
porqué ser bueno para la sociedad. Ejemplos tenemos todos los días.
Creo
que la misma publicidad y sentido del curso deja más claro a quién beneficia.
Según cuenta el diario:
La Generalitat ha contratado los servicios
del 'coach' Javier Marigorta, que anuncia en su página web (bajo el título 'El
Secreto del Éxito Eres Tú Mismo') un programa que permite "desbloquear,
descubrir y desarrollar las poderosas fuerzas que residen en ti, dejando atrás
las limitaciones y llevándote a crear la calidad de vida que realmente deseas y
mereces, renovando tu parte física, mental y espiritual".**
No sé.
Puede que Fabra desee ser "desbloqueado", etc., y que alcance "la
calidad de vida que realmente desea y merece", pero no acabo de verlo
claro. Puede, eso sí, que él quede más relajado al descubrir que todo lo que
necesitaba lo llevaba dentro, pero no se había dado cuenta. El problema somos
los demás. El que Fabra descubra lo que es la "calidad de vida" y
después inicie una gira para contarlo a los ciudadanos, gracias a las dotes
comunicativas que habrá adquirido en el curso, puede no ser suficiente.
Creo
que los males que aquejan a la política española es que los empresarios se
dedican a hacer política y los políticos a querer ser empresarios. Toda esta
jerga del "coach", del "éxito", del "tú mismo",
provienen del mismo sitio. Todo es parte de la santificación de la idea de
"empresa" para todo. Aquí los políticos han desarrollado la idea de
que las instituciones son empresas y los ciudadanos son clientes. Los cursos de
formación, como en las empresas, deben pagarlo ellas porque lo que aprenden sus
empleados redunda en beneficio de las
ventas. Según esta forma de enfocar la política, los políticos deben ser
ejecutivos bien pagados, con incentivos y "visa oro". Algunos ya lo practican.
Todo el
bochornoso espectáculo que vemos cada día con el cargo de los gastos, las
dietas, los sobresueldos, etc., no es
más que la transformación de la idea del "servicio" en "sector
servicios". La política se considera una actividad encuadrable en ese
sector y ellos se ven como ejecutivos, como "CEO" (Chief Executive
Officer) de sus respectivas empresas-instituciones. Y eso nos convierte a los
demás en operarios y clientes, según se trate e interese: un día te sonríen y
otro te engañan o te exprimen.
La empresas
han desarrollado técnicas de confección de sus propias mitologías (el
"storytelling"), con el papel que juegan los diversos actores en el
interior de las organizaciones y cómo se deben aunar los esfuerzos en las
figuras de los líderes. Nuestros políticos no gobiernan, "lideran"
que es más moderno. Son titanes de los que se predica su esfuerzo y sacrificio:
Císcar ha asegurado que el presidente Fabra
está en "formación permanente" y que "se exige lo máximo a sí
mismo" y ha justificado el curso de liderazgo por su "esfuerzo de
formación al servicio de los ciudadanos".**
Gracias
a la implantación de este tipo de mentalidad, nos hemos llenado de gurús
comunicativos, "coach", de gente a las que "les han robado el
queso", de "monjes que vendieron su Ferrari" (a un político
probablemente), de gente que dice que "las crisis son oportunidades",
que repiten que "el éxito es de todos" pero le sacan más provecho ellos, y un sinfín de tonterías y obviedades con
las que algunos se hacen ricos y otros compensan su inseguridad. Todo se resuelve en el "workshop", llamando al "Think
Tank" o con un "coach" a tu lado.
El
mundo se ha llenado de charlatanes. Es un efecto de los cambios acelerados, del
miedo a no adaptarse a las nuevas situaciones, a no entenderlas. Crisis de
ansiedad, como en Una terapia peligrosa. Por todas partes surgen voces melosas
que nos convencen de que "si quieres, puedes", que en "tu
interior" están las recetas que necesitas, que los demás te aceptarán y
seguirán si les implicas de forma adecuada. Tú
eres un líder nato. Todo te lo contarán en un curso intensivo o, si no
puedes asistir, en el libro que lo resume. Algo que te haga sentir como
Aristóteles y Alejando, pero que estará más cerca del maestro Yoda y Luke
Skywalker.
Algunos
se habrán escandalizado más por el gasto de los 20.000 euros del curso en
tiempos de la austeridad del embudo. A mí me parece más preocupante lo que
refleja, toda esta ideología moderno-empresarial hueca, que un día habla de "neuroeconomía"
y otro de "economía zen", que todo lo resume en los cuatro, los cinco
o los diez principios básicos del "líder", del éxito y cosas así.
* "La Generalitat no sufragará el curso
de liderazgo de 20.000 euros para Alberto Fabra" El Mundo 30/05/2013
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/30/valencia/1369923746.html
** "Fabra gasta 20.000 euros en un curso
personal de liderazgo porque 'beneficia a la sociedad'" El Mundo
30/05/2013 http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/30/valencia/1369914000.html