Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El 19
de noviembre pasado, Egipto conocía la pérdida de una de sus jóvenes promesas
en la lucha, la medallista de 16 años, Reem Magdy. Había fallecido en un
accidente de automóvil en Ismailía, donde vivía y entrenaba con su padre,
antiguo campeón de la misma especialidad. La joven había sido medalla de bronce
en los campeonatos del mundo y cinco veces consecutivas había sido campeona de
Egipto, medalla de oro en los campeonatos africanos. La noticia la daban otras
publicaciones, como la deportiva KingFut,
que recogían el accidente de tráfico.
La joven deportista, de forma brillante, se había abierto camino en un deporte duro enfrentándose, como señalaba tras su muerte una periodista, a las tradiciones conservadoras del Alto Egipto, de donde procedía. Pese a tener solo 16 años, Reem Magdy había ganado ya muchas batallas dentro y fuera del tapede de lucha. Todos lamentaban su muerte.
El
diario estatal Ahram Online daba más detalles sobre el accidente:
Reem Magdy, who won a bronze medal in the Cadet
Wrestling World Championships held in Georgia in September, has been hit by a
car while crossing the Cairo-Ismailia road, 11 kilometers from the Suez Canal
city of Ismailia, state agency MENA reported on Saturday.
Magdy, the 16-year-old daughter of an Egyptian
wrestler, also won a golden medal in the Africa championship for junior
wrestlers in July, MENA said. A funeral was held for Magdy later in the day.
Traffic accidents are common in Egypt, where
roads are often poorly maintained and traffic regulations seldom enforced. The
World Health Organisation says they account for nearly 12,000 deaths annually.*
Sorprende algo la forma didáctica de terminar la noticia.
Más que "didáctica", parece incluso "fatalista", diluyendo
esa muerte entre otras 12.000 que dice que se producen en Egipto según los
datos oficiales. Una muerte más... Las carreteras no están cuidadas, nos dicen,
y las normas de tráfico no se cumplen.
El día 23, el mismo diario, Ahram Online, daba una versión
bastante diferente sin cambiar la foto:
A young Egyptian female wrestler died after
jumping out of a moving car last week near Ismailia after being chided by her
father, Egypt's interior ministry said on Wednesday.
Although reports had initially suggested that
16-year-old Reem Magdy was hit by a car while crossing the Cairo-Ismailia Road,
her father later acknowledged that he had mistreated her, according to the
ministry.
"On the day of the incident, the victim's
father rebuked and beat her in front of her colleagues after a training
session," the statement read.
“On her way home with her mother and sister,
the father continued to scold her so the victim opened the car door and threw
herself out, resulting in her death.”
"The victim's mother and sister
acknowledged what the investigations have concluded, contradicting the claims
of her father that her death was the result of a road accident. The father also
eventually confessed to what he did."**
Ya no son los frecuentes accidentes de tráfico sino los
también frecuentes casos de violencia familiar en la que la joven Reem ha
encontrado la muerte. En la página de Facebook del padre alguien ha colgado un
vídeo de homenaje, con música e imágenes de la vida de la hija muerta. Otro vídeo
antiguo en la página nos muestra a la niña guidada por su padre, con no más de un
año, haciendo abdominales apoyada sobre dos ladrillos. El padre la creó, el
padre la destruyó, parece ser la enseñanza que se desprende de esta historia. De
no ser por la denuncia de la madre, Reem seguiría enterrada ocultando su
historia.
Traigo el caso ahora ante la publicación en Ahram Online de
un detallado artículo sobre la cuestión de la violencia familiar en Egipto, firmado
por Mariam Mecky, con el titular "Behind closed doors: Plight of women
against domestic violence". El artículo comienza con unas frases que nos
sitúan en medio del problema:
“One night my father beat me up, dragged me
[across the floor] with people watching and no one did anything,” said Samia.
“My father has always been an abuser. When he
was around, he would to beat me, insult me, constantly humiliate me and even
[sexually abuse] me since I was a kid,” said Samia, who is in her twenties.**
La historia de la joven Samia no es una excepción. La
primera parte del artículo refiere su historia, en la que resalta sobre todo la
indiferencia general, ese "no one did anything" que se repite en
muchas historias de las mujeres maltratadas en el ámbito familiar, esposas,
hijas o hermanas. Esa mirada indiferente es la que representa la visión desde
las reglas sociales y es la principal causante del problema, ya que evita que el
hecho salga a la luz, que el agresor sea enjuiciado y que la víctima sea
ayudada. Es el muro de silencio el que encubre desde la creencia en que la
violencia forma parte del derecho del hombre sobre la mujer o de los padres
sobre los hijos. Eso es el patriarcado en su nivel básico: la justificación de
la violencia de la única autoridad posible, la del padre o esposo que
representa la mano de Dios.
La violencia se acaba normalizando
pues recibe el silencio, pero también la aprobación. Se antepone el honor de
las familias, su buen nombre, a las personas. Ese buen nombre, además, es
responsabilidad del varón, ya que la mujer pierde su condición familiar al
entrar en la del marido.
La autora señala los terribles efectos de esa normalización
de la violencia en las familias:
Gender-based domestic violence has long been
normalised for many in Egypt, though recently the issue has come under the
spotlight amid calls on social media for a law criminalising such violence.
Lamya Lotfey, who works at the New Woman
Foundation, said “I came across a case in Sharqiya governorate where a husband
suspected his wife was cheating on him just because he heard her say on the
phone that she would not go out that day, so he locked in their home and beat
her to death.”
“Suspicion is treated as a cause for violence
even if it might lead to murder. Honour killings are common [in Egypt], they
are not rare as some claim,” said Lotfey, who has worked closely with survivors
of gender-based domestic violence.
Lotfey says the problem is that society treats
it as normal, blaming the woman, and if a woman decides to take legal action, a
social stigma is attached to her. If she has children, they will also be
stigmatised.
“People would say to her children, your mother
imprisoned your father,” she said, adding that “if she has a daughter, any
potential groom or his family would say she will put her husband in jail as her
mother did.”
Lotfey asserts that the most prevalent and
often unrecognised form of domestic violence is psychological violence, such as
imprisoning women or girls at home, refusing to grant a woman a divorce or
threatening to prevent a mother from seeing her kids if she leaves.***
La densa estructura social hace que cualquier tipo de
incidencia tenga trascendencia en esa estigmatización. La mujer es responsable
de "alterar" al varón y de destruir un orden familiar que gira
alrededor del padre o esposo. El caso de Reem es el de la hija que es
controlada desde su niñez por un padre convertido en otra variante de autoridad,
el "entrenador". Todas las formas de autoridad se fusionan en su
mano. Los golpes que recibía Reem y que la hicieron saltar del coche eran
manifestaciones de esa autoridad violenta. Dicen los diarios que su padre
comenzó a entrenarla a los cuatro años. Por lo que hemos visto en el vídeo, la
mano paterna ya había decidido su futuro pocos meses después de su nacimiento,
cuando la niña se dedicaba a algo tan anómalo en esa edad como hacer abdominales. Reem nunca fue dueña
de su vida y los efectos de manifestar lo contrario y discutir con su padre se
han visto pronto. Su padre, un hombre piadoso según se desprende de sus
constantes invocaciones, era su dueño
desde que pisó el mundo y cuando ella, con 16 años, discrepó, él lo resolvió de
la manera que pensaba que tenía derecho a hacerlo, golpeándola. Lo hizo delante
de todos porque no estaba haciendo más que lo que era su deber.
En el artículo de Ahram Online se recogen, bajo el epígrafe
"Domestic violence not a crime", las formas con las que se juega
legalmente para evitar entrar en un aspecto que no gusta tratar. Como en tantos
otros casos, la sociedad egipcia prefiere el silencio a enfrentarse a los
problemas reales. La consecuencia es estar considerado, según los indicadores
internacionales, uno de los perores lugares para ser "mujer". Tanto
el silencio como la inoperancia y, en muchas ocasiones, falta de voluntad de
las autoridades para enfrentarse a violencia doméstica y de género. Recordemos
que desde el parlamento egipcio algunos han pedio a las mujeres que
"acepten" de buen grado las mutilaciones sexuales, la ablación, o se
ha dicho que se realicen exámenes de virginidad a las estudiantes para ingresar
en la Universidad como forma de evitar el matrimonio urfi, modalidad que se
hace sin registro oficial y sin que la familia lo sepa, como vía de resistencia
a los matrimonios acordados.
Mariam Mecky relata los aspectos legales que permiten esta
violencia ante las interpretaciones "tradicionalistas" de las leyes:
Article 11 of the Egyptian constitution
stipulates that “the state shall be committed to protecting women against all
forms of violence and shall guarantee that women are empowered to reconcile
their family responsibilities with their work commitments.”
However, domestic violence against women
specifically is not criminalised under Egyptian law, though assaults leading to
severe injury can be treated as a felony.
Articles 60 and 17 of the penal code, however,
are commonly used to allow abusers to get away with their crimes, as both
Nashaat and Lotfey explain.
Article 60 stipulates that “the provisions of
the penal code shall not apply to any deed committed in good faith, pursuant to
a right determined by virtue of Sharia Law.”
So if a man hits his daughter or his wife
within “good faith” of disciplining her, he can be exonerated in accordance
with this text.
Article 7 states that in felony counts, if the
conditions of the crime for which public prosecution is initiated permit a show
of clemency on the part of the judge, the penalty may be reduced.
Lotfey highlights that the Court of Cassation,
Egypt's highest criminal court, ruled in 1965 that a husband has the right to
“discipline” his wife in a way that does not cause permanent physical damage.
Lotfey also says that interpretations of some
religious texts allegedly allowing husbands to physically discipline women are
problematic.
Although Egyptian law does not strictly follow
Sharia, the constitution states that the "principles" of Sharia Law
are the main source of legislation.***
El padre de Reem Magdy puede librarse de una mayor condena
con alegar que estaba actuando de buena fe y que la violencia que ejerció contra
su hija hasta que esta "saltó" del coche era un acto de buena fe, una
táctica de entrenador para entrenar con firmeza a su hija en un deporte duro.
Habrá que ver cómo se plantea judicialmente el asunto, pero por todos los
motivos señalados es posible que se libre.
El sistema jurídico egipcio tiene esos "agujeros
interpretativos" por los que los jueces o abogados pueden interpretar la
realidad a conveniencia según sean los casos. Se puede aplicar la máxima dureza
a un novelista porque un lector dice haber sentido palpitaciones mientras leía unas
páginas y condenarlo a dos años de cárcel por ir contra la moral o se puede
aplicar la máxima benevolencia a un padre que mata a su hija al golpearla "por
su bien".
Son muchos los grupos y personas que tratan de cambiar estas
situaciones. Pero es difícil cambiar nada en una sociedad que se basa en la
mirada de unos a otros para comprobar quién
es más piadoso. Detrás de las puertas cerradas, como titula Mariam Mecky su
artículo, ocurren muchas cosas que la sociedad sabe pero prefiere ignorar. Las
personas que tratan de ayudar a las víctimas, de presionar a las autoridades
saben que tienen un camino muy duro por delante. Necesitan mucha confianza y
apoyo. Pero actuar en la sociedad egipcia puede tener un precio caro.
Especialmente en aquellos casos relacionados con las
mujeres, los tradicionalistas ven una amenaza a su control. Por ello desprestigian
a las personas que se ocupan de los derechos de las mujeres. Es muy egipcio que
se legisle hacia el exterior, pero no se cumpla. La evidencia mayor la tenemos,
por ejemplo, en la cuestión de las ablaciones, legalmente prohibidas desde
2009, pero practicadas cada día por miles. Solo si ha causado la muerte de la
niña el asunto se hace visible. Solo ha habido un caso con condena en todos
estos años y el padre y el médico llegaron finalmente a un acuerdo de
indemnización que les liberaba a ambos. Una vez más, se trata de no ver la
realidad que se tiene por delante.
En muchos países se produce la violencia contra las mujeres.
Lo que es determinante es su voluntad de afrontar el problema, legislando y
haciendo cumplir las leyes, estableciendo forma de ayuda, permitiendo la acción
social, etc. No siempre ocurre así en Egipto por lo señalado anteriormente. Los
grupos de activistas sociales tratan de ayudar y una parte de su ayuda es sacar
a la luz los casos, denunciarlos y exigir que se cumplan las leyes. Este
activismo se paga muchas veces con altos precios, incluso la cárcel. Cuando
empiezan a ser demasiado incómodos, siempre hay formas de frenarlos, como el
caso de la financiación "exterior" de las ONG, que las convierte en
terroristas sospechosas de "recibir
fondos de potencias extranjeras para
sembrar el caos en Egipto". Son varios casos de activistas detenidas, ONG
clausuradas y sus fondos congelados. De ahí la polémica sobre la nueva ley de
ONG (la comentamos el otro día) y los terribles efectos de retroceso que puede
tener en la sociedad egipcia dejar sin capacidad económica a los grupos que
tratan de paliar la situación de las mujeres. Es una lucha dura, como decimos,
pero esencial para la transformación de Egipto y la posibilidad de hacerlo una
sociedad habitable en el futuro que hoy se les niega a muchos, ante lo que
deciden partir.
Reem Magdy ya no podrá hacerlo, ni dar más días de felicidad
deportiva a su país. Su padre cortó su vida arrojándola del coche. Dice que no lo
denunció por no afectar al buen nombre de la familia.
Adel Mahmoud, Reem’s uncle, confirmed that his
brother did not disclose the details of his daughter’s fall out of the car for
fear of tarnishing his image before the public. He didn’t want to be jailed and
he was worried about the family’s future.***
Loables preocupaciones, pero un poco tarde. La periodista que citábamos al inicio y que señalaba el carácter único y luchador de Reem, deseaba que pronto se encontrara a quien la había atropellado. Ya saben quién es. Esperemos que se mantengan los mismos deseos de justicia al saber que ha sido su padre. Ahpra hay por delante una prueba de fuego para la sociedad y la justicia egipcias.
Egipto necesita muchas Reem, luchadoras, pero no es fácil. Los mayores desafíos suelen estar en casa.
*
"Egyptian young female wrestler Killed in road accident" Ahram Online
19/12/ 2016
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/6/56/250337/Sports/Omni-Sports/Egyptian-young-female-wrestler-and-world-champion-.aspx
**
"Egyptian teen wrestler jumped out of car, died after physical abuse from
father: Interior ministry"
***
"Behind closed doors: Plight of women against domestic violence"
Ahram Online 6/12/2016
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/250820/Egypt/Politics-/-Behind-closed-doors-Plight-of-women-against-domes.aspx
****
"Murdered by father: Truth behind death of Egyptian wrestling champ"
Al Arabiya 23/12/2016
http://english.alarabiya.net/en/sports/2016/11/23/Murdered-by-her-father-The-truth-behind-death-of-Egyptian-wrestling-champion.html
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