Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hace poco
más de una hora se ha producido un atentado en la catedral copta de El Cairo. Las
primeras informaciones hablan de más de 20 muertos y de decenas de heridos. El
atentado en la catedral se produce después de que el viernes pasado se produjeran
dos atentados en Guiza contra la Policía, dejando uno de ellos seis muertos. En
Turquía, igualmente, esta misma semana se han producido atentados.
El
atentado, cometido durante la celebración de la misa dominical, abre unas
nuevas perspectivas en la identificación de los objetivos. A los policías,
militares y jueces se añaden ahora los coptos, lo que establece otro nivel.
En
estos últimos años, los ataques contra los coptos se han intensificado, es especial
en la zona de Minya. La llegada de los islamistas al poder supuso una serie de
ataques contra ellos, con quemas de iglesias. Cuando echaron a Morsi, los
islamistas les acusaban de haber apoyado su caída y siguieron atacándolos.
Cualquier incidente era bueno para atacarlos, quemar sus casas o quedarse con
sus tierras.
Al
gobierno no le ha interesado que estos sucesos se movieran judicialmente. Ha
tratado de que los coptos aceptaran soluciones negociadas de "reconciliación"
que servían para que tuvieran que aceptar lo ocurrido sin escandalizar
demasiado. Hasta que llegó un límite porque atacar a los coptos tenía una
impunidad penosa para ellos y vergonzosa para el conjunto. Llegó un momento en
el que las autoridades coptas se negaron a aceptar las negociaciones locales de
los consejos y pidieron la intervención de los tribunales, algo que el gobierno
no desea pues es más escandaloso.
La
comunidad copta tiene sus redes influyentes en el exterior y se encargan de
denunciar fuera los ataques a los cristianos, lo que hace bastante daño a la
imagen que el gobierno quiere dar. Pero lo que hace es precisamente lo más
contraproducente, tratar de dar la imagen de que no ocurre nada. Los mismos
coptos se ven entre la espada y la pared. Saben que si denuncian pueden tener
peores consecuencias, dada la ineficacia de la Policía y de los jueces en estos
casos. Las explosiones de ira religiosa contra ellos pueden ser de cientos de
personas arrasando iglesias o casas.
A principios de septiembre, The New York Times titulaba "Egypt’s Christians Say They Are
at a ‘Breaking Point’"*. Tras señalar los incidentes frecuentes que
se habían producido durante el verano, el artículo contaba el intento del
gobierno de calmar la ira de los coptos mediante la intervención de Alí Gomaa,
prominente imam. Pero esta vez los coptos no estaban dispuestos a seguir
prestándose a una inútil foto de tranquilidad inexistente:
The violence created tensions both inside and
outside the Coptic Church. In public, Pope Tawadros II took what, to many of
his followers, looked like a timid approach. In Minya, Bishop Makarios decided
to speak out. And Imam Gomaa, the government official, accused him of
overreacting. The violent attacks were just minor disputes that happened to
take place between Muslims and Christians, he said.
“No one has been killed,” Imam Gomaa said. “No
one has even been wounded. There’s no conflict. The problem is really with the
journalists writing about it.”*
Creo que no se puede percibir de forma más clara la
estrategia del silencio llevada con este (y otros) problemas. Los problemas se
producen porque se habla de ellos. Esta vez son, según la primera estimación, veinte
los muertos y más de treinta los heridos.
Los ataques a los coptos son aceptables para una parte de la
sociedad, que sigue viviendo de las teorías conspiratorias que se les meten a
través de los sermones incontrolados. Según ellos, los coptos conspiran para
volver a hacerse con el control de Egipto, entre otras muchas ideas que buscan
poner en contra de ellos a la población. El número de otoño de 2015 del Middle East Policy Journal, se incluía un ensayo titulado "Egypt's Conspiracy Discourse: Liberals,
Copts and Islamists" en el que se daba cuenta de las conspiraciones
atribuidas a los coptos: ser agentes occidentales, tener armas en las iglesias,
intentar dividir Egipto creando una zona cristiana, retener a mujeres
musulmanas, estar contra la revolución de 2011 por apoyar a Shafiq frente a
Morsi en la carrera presidencial, etc.
El informe se hace eco, por ejemplo, de los ataques al
centro quirúrgico benéfico creado, para musulmanes y cristianos sin distinción,
por Sir Magdi Yacoub, un médico copto, eminencia mundial en el terreno de la cirugía
y el primer egipcio en recibir de la reina de Inglaterra la Orden del Mérito. El informe señala:
Prominent Coptic figures were also targeted. In
2012, during the Muslim Brotherhood regime, some extremist Aswan physicians
decided to mount an attack against renowned Coptic surgeon Sir Magdi Yacoub,
who had opened a pro-bono heart-surgery center in Aswan. The physicians warned
people not to go to the center because it was using pigs in creating heart
valves. This was construed as a deliberate attempt by Yacoub to place forbidden
pig parts into Muslims. Such claims caused a furor and extensive media debates,
forcing the center to defend its practices.
More recently, pro-Sisi newspapers posted an
interview with an economist who claimed that Yacoub was a spy or a mole. He
said that Yacoub's center was a cover for UK-Israeli collaboration to divide
Egypt into north and south. He even stated that the music for the commercials
about the center was deliberately taken from the movie Schindler's List, which
portrays Jews being saved during World War II. Such claims were similar to
Islamist claims made about the Copts.**
La paranoia contra los coptos parece formar parte del
ambiente. Los presidentes se han asegurado el apoyo de los coptos, el 10% de la
población, precisamente por esa indefensión en la que se encuentran a menudo. En
estas pasadas navidades, el presidente al-Sisi ha sido el primero en asistir a
una misa de celebración, un detalle de agradecer, pero solo un gesto de
relaciones públicas dada la inoperancia del sistema para protegerlos.
El silencio que pedía Alí Gomaa responsabilizando a los
medios de comunicación por airear los ataques contra los coptos es una forma de
entender la política y los hechos. La revolución de 2011 mostró la unidad de
musulmanes y cristianos, que se velaban unos a otros en Tahrir, pero para
incendiar una iglesia o asaltar viviendas bastan unos pocos.
El miedo a intervenir de forma clara es siempre el mismo:
ser acusados de conspiración con los cristianos en contra de los musulmanes. En
eso radica el intento de mantener alejados de los tribunales a los coptos.
Cualquiera que intente hacer justicia,, se enfrentará a las difamaciones y
acusaciones que son creídas por un pueblo alimentado por los intereses
islamistas durante décadas, interesados en mantener vivo el fuego del odio.
Mayoritariamente los egipcios consideran a los coptos como
parte del país. Pero hay zonas controladas por los islamistas o simplemente por
sus simpatizantes para los que la forma de captar voluntades es esparcir todas
esas teorías de la conspiración, de las que Oriente Medio —y Egipto en
especial— es una potente fábrica. Se trata de envenenar la convivencia, hacerla
imposible.
Pero la solución a esto no es ocultar ni responsabilizar a
los medios de difundir los incidentes. En esto se demuestra, una vez más, lo
erróneo de la política informativa del gobierno egipcio. Mientras no se pierda
el miedo a castigar a los culpables por la erosión de la popularidad, los
incidentes se seguirán produciendo y solo variará la intensidad y frecuencia de
los mismos en función del grado de impunidad que observen los infractores. Una
vez más: la idea de ciudadanía egipcia es la que debe unir a todos, como
sostiene una gran mayoría. Diferenciar y estigmatizar por religiones es solo
sembrar la simiente del odio.
Los intentos, por ejemplo, de borrar de los documentos de
identidad siempre se ven frenados por todo tipo de reticencias. Ha habido
campañas civiles que han tapado ese campo como protestar por la discriminación
entre unos y otros. En la vida cotidiana, los coptos están marcados porque así ha evolucionado la sociedad y la política. El
retroceso en las libertades y en las decisiones sobre esto no son más que el
retroceso de la propia sociedad egipcia en su conjunto hacia posturas cada vez
más conservadoras durante décadas.
En junio pasado, todo esto salía en las discusiones con
motivos de un proyecto para remover de los carnets de identidad la etiqueta
religiosa. Al-Monitor daba cuenta de
los debates, a favor muy pocos y en contra muchos con razonamientos de todo
tipo, incluidos cómo entrar en los lugares de peregrinación en Arabia Saudí.
Entre las voces recogidas, había un testimonio de interés para comprender la
evolución de la animadversión contra los coptos:
Ahmed Karimeh, a professor of comparative
jurisprudence at Al-Azhar University in Cairo, told Al-Monitor, “In the past [Egypt’s modern history], Copts held
leadership posts in Egypt, such as prime ministers Boutros Ghali in 1908 and
Youssef Wahbi in 1919, while Wissa Wassef was speaker in 1928, Makram Ebeid was
finance minister in 1942 and Youssef Boutros Ghali held the same position in
2004.”
Noteworthy is that there are no texts in the
Egyptian Constitution that prevent Copts from holding the position of
president.
Karimeh added, “Today, there is nothing in
Islam that precludes a Copt from becoming president, which was not the case
during the Islamic caliphate, when the caliph — in addition to his political
functions — also held a missionary role, led prayers and gave the Friday
sermon. The situation in Egypt is different today as [most] modern democratic
civil regimes rely on voting for the most competent people, irrespective of
whether they were Muslim or not.”
Karimeh added, “[However,] current intolerance
against Copts assuming leadership posts emerged during Anwar Sadat’s reign
[1970-1981], when he played the religion card and allowed Islamic political
movements to enter the political arena.”
Sadat had used the Islamic movements to create
balance with the leftist movements, which were a thorn in his side during his
rule. Before him, Gamal Abdel Nasser had clamped down on Islamic forces, namely
the Muslim Brotherhood.
“Also, Salafists strongly re-emerged during
Hosni Mubarak’s term in office [1981-2011]. We currently fear additional Salafi
incursions into the existing political system, aided by political support from
Gulf countries — especially Saudi Arabia — which backs Salafists who espouse
Wahhabi ideals in Egypt,” Karimeh said.***
El "piadoso Sadat" y sus juegos de poder acabaron
con el equilibrio egipcio. Lo que había sido arrinconado, empezó a jugar a la
reislamización, como ocurrió con otros países. A Sadat, su miopía le costó la
vida, muerto por los islamistas, ametrallado durante un desfile militar. No se
puede jugar con fuego.
Ahora son ya veinticinco los muertos. La catedral copta se
ha convertido, hoy domingo, en una siniestra celebración del odio. Un vez más,
mi pésame a los egipcios. A todos.
* "Egypt’s
Christians Say They Are at a ‘Breaking Point’" The New York Times
5/09/2016 http://www.nytimes.com/2016/09/05/world/middleeast/egypt-middleeast-copts-christians.html?_r=0
** Sherifa Zuhur and Marlyn Tadros
"Egypt's Conspiracy Discourse: Liberals, Copts and Islamists" Fall
2015, Volume XXII, Number 3 Middle East Policy Council http://mepc.org/journal/middle-east-policy-archives/egypts-conspiracy-discourse-liberals-copts-and-islamists?print
*** Rami Galal "Will Egypt stop listing
religion on official IDs?" Al-Monitor
14/06/2016http://www.al-monitor.com/pulse/originals/2016/06/egypt-citizenship-draft-religion-discrimination.html#ixzz4SWsYcHiS
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