Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las reacciones por el caso Errejón dejan claro algo: los canales tradicionales no funcionan. Asistimos a una cadena de exculpaciones que, una tras otra, dejan en evidencia el sistema, por llamarlo de alguna manera. Escuchamos por boca de autoridades políticas cómo se pasaron la pelota unos a otros, cómo nadie se atrevió a tomar decisiones a la espera de que otros lo hicieran. Algunos de los motivos los hemos explicado ya en estos días: la fabricación del ídolo, algo más que líder, en política les hace intocables por las consecuencias de arrastre.
Hoy
vemos en RTVE.es el siguiente titular "Las denuncias anónimas frente a la
violencia sexual, a debate tras el estallido del caso Errejón", firmado
por que acompaña a un reportaje de poco más de un minuto, del que se nos ofrece
por el medio la siguiente sinopsis:
El caso Errejón estalló la semana
pasada gracias a un testimonio anónimo publicado por la periodista Cristina
Fallarás en una red social. Y tras él, han llegado nuevas acusaciones, también
anónimas. Es una forma de sacar a la luz estos comportamientos pero los
juristas recuerdan que es importante seguir los canales judiciales y policiales
para poder perseguir estos casos.*
Lo que
se pone sobre la mesa es el papel de las denuncias anónimas y a través de las
redes sociales, recomendando la denuncia en comisaría y ante los juzgados.
Esto
está muy bien y tienen mucha razón... en un mundo ideal, en el que todo
funcionara como debe, algo que no es el caso.
El
hecho de que las denuncias se produzcan de forma anónima y a través de redes
sociales ya nos dice algo de la baja fiabilidad del sistema desde la
perspectiva de las víctimas, especialmente en casos tan mediáticos y con el poder
político de por medio.
Es
precisamente el hecho de ser "poderoso" y de "sentirse por
encima de la ley" lo que el agresor utiliza para mantenerse en la sombra y
alejar de la víctima la sensación de que pueda hacer algo contra él. Por más
que las instituciones que deben participar lo hagan, en casos como el actual lo
que ha funcionado de forma fulminante ha sido el levantamiento ruidoso de la
liebre. No debemos olvidar —es esencial para comprenderlo— el hecho del cierre
automático de la cuenta de Instagram de la periodista Cristina Fallarás. Solo
después de quedar en evidencia el sistema de la red por la imposibilidad de
controlar los efectos, la red dio marcha atrás.
[Un apunte: el artículo de ayer sobre la censura de la redes fue eliminado por F B a los 30 segundos de colocarse el enlace al blog]
Lo
ocurrido es precisamente lo contrario de lo recomendado por el sistema porque
sencillamente el sistema es lento y poco fiable en todos sus niveles. No solo
es el cierre de la cuenta en la que se denuncia, sino el conocimiento de que
los grupos políticos involucrados, los que hoy se pasan la pelota "cabizbajos
y meditabundos" tenían conocimientos de estos comportamientos desde 2023,
tiempo más que suficiente para haber tomado conocimiento y medidas. Ahora les ha estallado en las manos y, en estado de
shock político, no pueden explicar su propio comportamiento al respecto.
¿Seguir
los pasos judiciales y policiales? Sí, claro. Pero el miedo que los poderosos
meten a sus víctimas les aleja de ellos, como su "prudencia" y
"lentitud". En el caso de políticos hay mucha "prudencia",
pues los propios mecanismos políticos de acoso y derribo mutuos hacen todo se
trate de otra manera.
En
cierta forma, también el sistema policial y judicial queda en entredicho y se
reclama como vía frente a las "denuncias anónimas" y a través de
"redes sociales". No es que lo hagan mal, sencillamente es que es una
vía que a algunas mujeres puede no parecerles segura o rápida para lo que
necesitan en lo psicológico y en lo vital, en su día a día, que se ha visto
trastornado. Como pudimos apreciar, surgieron algunas voces de apoyo al autor
del caso. Es la inercia resistente, es la incapacidad de creer lo que se dice
del amado líder.
El caso
es complejo porque se ha alcanzado un nivel de violencia hacia las mujeres que
se traduce en esos crímenes constantes, los asesinatos con los que muchas pagan la
resistencia. Los violentos desarrollan muchas estrategias de encubrimiento, con
las que pueden llevar décadas. Son fingidores habituales y les ha funcionado.
Para muchos de estos depredadores sexuales (no es metáfora) el ascenso en el
prestigio social es una estrategia eficaz. ¿Cómo creer lo que hacen si media
hora antes han estado haciendo cantos en favor de la igualdad de género, de
protección a la mujer, etc.?
Las
denuncias serán anónimas en la mayoría de este tipo de casos, es decir, en
aquellos en los que el agresor tenga un alto prestigio social al que las
víctimas tengan que enfrentarse. Como hemos podido apreciar, tras la primera
denuncia comenzaron a aparecer muchas otras que hacen crecer el caso y hunden
al depredador. Pero hasta el momento, hasta que alguien no da ese primer paso,
el miedo cierra la posibilidad de la denuncia. Los depredadores de este tipo
saben elegir bien a sus víctimas, han desarrollado a lo largo de su vida esas
dotes de observación que les permite minimizar los riesgos. Estos casos no son
"calentones", sino conducta practicada y refinada en su propia
brutalidad.
Está
muy bien usar el sistema... cuando el sistema funciona. No siempre lo hace.
Está muy bien ponderar la necesidad de ir a denunciar. Pero luego ves las
noticias y te cuentan que el agresor se pasa por el forro las órdenes de
alejamiento, que la víctima estaba en el sistema de protección o que se tardan
años en sentarse en el banquillo, etc. etc. Son este tipo de noticias las que
obligan a usar las vías "rápidas", las que reducen los riesgos
mediante el anonimato y la denuncia en redes. Eso es lo que la experiencia
muestra y demuestra. Lo de las vías legales está genial, pero... funciona
cuando funciona, en ocasiones cuando ya es demasiado tarde. Si la justicia es lenta, como
nos quejamos, lo es para todo. Si no hay suficientes recursos para proteger a
las víctimas, no los hay y eso las víctimas lo saben.
Creo
que no es el momento de poner demasiados reparos a los medios imperfectos,
cuando los teóricamente perfectos no logran ser suficientes ni su velocidad de
respuesta la más adecuada. Lo importante es la seguridad de las víctimas y que
puedan dar salida a su caso para sentirse escuchadas.
Hay muchas imperfecciones, pero son las que se ponen en marcha ante algo que socialmente plantea muchos problemas por su propio sustrato machista. No pongamos muchos peros a lo que ha funcionado sacando a la luz a un "impensable" depredador.
*
"Las denuncias anónimas frente a la violencia sexual, a debate tras el
estallido del caso Errejón" RTVE.es 28/10/2024
https://www.rtve.es/play/videos/telediario-1/denuncias-anonimas-acoso-sexual-debate-errejon/16306728/
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