Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las declaraciones de Benjamín Netanyahu tras los tres drones lanzados hacia su casa han servido para "aclarar" algo el futuro de la guerra y de todos los envueltos en ella. Mientras en Estados Unidos y Europa se presentaba la muerte del líder de Hamás —esas patéticas imágenes de su muerte— como una aproximación al final de la guerra, como una oportunidad, Netanyahu se ha encargado de disipar dudas y esperanzas con sus declaraciones. En RTVE.es se recogen sus palabras:
"Los agentes de Irán que hoy intentaron asesinarme a mí y a mi esposa cometieron un amargo error", ha advertido Netanyahu. "Esto no nos disuadirá a mí ni al Estado de Israel de continuar la guerra de resurgimiento contra nuestros enemigos para garantizar nuestra seguridad durante generaciones", recoge en un comunicado. "Cualquiera que dañe a los ciudadanos del Estado de Israel pagará un alto precio por ello. Seguiremos eliminando a sus terroristas", ha asegurado.
Netanyahu en su mensaje ha reiterado que se alcanzarán "todos los objetivos de guerra que nos fijamos, y cambiaremos la realidad de seguridad en nuestra región para generaciones". El primer ministro ha justificado el inicio de la incursión terrestre en el sur del Líbano la madrugada del 1 de octubre para permitir el regreso "seguro" de los más de 80.000 evacuados de las comunidades del norte de Israel.*
Llaman la atención los términos utilizados para describir la situación. En primer lugar el uso del término "guerra de resurgimiento", que se distancia del simple derecho a la "defensa" hasta ahora empleado. "Resurgir" implica que el objeto de la guerra para Israel es hacer un "país" más grande. La grandeza, evidentemente, no se trata solo de una idea de éxito, sino de una expansión del país. La política de tierra quemada israelí busca la destrucción sistemática de tierras y de población. Sabemos que, a día de hoy, habrá más 42.000 habitantes menos para poblar esa tierra destruida. Cuando Israel considera que ya hay suficientes muertos, reclamará en territorio ampliando sus fronteras con asentamientos de colonos que, a su vez, deberán ser defendidos por el ejército; esto justificará la estancia de ambos, de colonos y ejército.
La idea de "resurgimiento" es la de un "nuevo Israel", más grande y con barreras defensivas. No puede ser otro el sentido de la siguiente frase de las declaraciones: "cambiaremos la realidad de seguridad en nuestra región para generaciones". No son estas las palabras del que se vuelve a sus líneas anteriores. Son más bien las del que promete destrucción para asegurarse las nuevas fronteras resultantes, que no solo incluirán los asentamientos, sino zonas militarizadas para asegurarlas. Israel barrerá de su territorio todo aquello que pueda suponer un peligro futuro. Es lo que hay tras las palabras de Netanyahu.
Los que apuntaban a la expulsión de población e invasión de los territorios parecen haber acertado en las motivaciones y fines. Queda en el aire si realmente, como apuntan algunos, los israelíes bajaron la guardia en lo que se consideró un "fallo" del sistema. La cantidad de información precisa sobre tantas cosas hace que aquel fallo resulte cada vez más complicado de aceptar. La historia acabarán dejando al descubierto los hechos en un momento u otro.
No, la guerra, tras un año, ha cambiado de objetivos para desesperación de las familias de los rehenes, que ven que el objetivo ya no es recuperarlos, sino que Netanyahu utilizará cada muerte como un estímulo para convencer de lo acertado de su visión. Eso significa que es él quien tiene la capacidad de decidir cuándo acaba la guerra, es decir, cuándo se cumplen los objetivos visibles y los invisibles.
Netanyahu ya no tiene en cuenta advertencias, consejos o amenazas, lo que preocupa mucho en su principal valedor, los Estados Unidos que se ven en manos de un chantajista que va descubriendo poco a poco sus cartas. Cada vez está más cerca la posible extensión de la guerra a toda la zona o la desestabilización de aquellos gobiernos que no intervienen porque Irán es su enemigo real. Esto puede causarles desestabilización interna si desde abajo movilizan contra Israel y responsabilizan a sus gobiernos de apoyarles o de no defender Palestina.
Hoy por hoy no se ve salida al conflicto. La falta de objetivos claros, una vez olvidados los rehenes, con los que Hamás esperaba poder negociar, todo se vuelve confuso en un sentido, pero más claro en otro: Israel no va a parar hasta que el avance militar se traduzca en espacios seguros. Las palabras de Netanyahu no dan otra perspectiva. La palabra "seguridad" adquiere un tinte siniestro en la situación actual.
* "Hizbulá lanza un dron contra la residencia de Netanyahu mientras Israel prosigue su ofensiva en Líbano y Gaza" RTVE.es 19/10/2024 https://www.rtve.es/noticias/20241019/hizbula-lanza-dron-contra-residencia-netnayahu-mientras-israel-prosigue-su-ofensiva-contra-libano-gaza/16295181.shtml
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