Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La forma de establecer "lo permisible" en la violencia de género en cada país puede servir para realizar un retrato psicológico-cultural, por llamarlo de alguna forma. En un extremo, el más violento, tendríamos el poder absoluto que reclama la total impunidad por ejercerlo. El varón es amo y señor; la mujer no tiene derechos y solo le queda la sumisión. En el otro extremo, se le reconocen derechos a las mujeres que le permiten disponer de ella misma, decidir.
El
Independent en Español nos trae una noticia preocupante de la India en la que
se nos cuenta lo siguiente:
El Gobierno indio se opuso a los llamamientos para calificar de “violación” los actos sexuales no consentidos cometidos por un marido contra su esposa, alegando que hacerlo podría repercutir en las relaciones conyugales y perturbar la institución del matrimonio.
En un documento presentado en el Tribunal Supremo del país, el Ministerio del Interior de la India afirmó que, aunque un esposo no tiene derecho a violar el consentimiento de su esposa, calificar tal acto de “violación” sería “excesivamente duro y, por tanto, desproporcionado”.
Es la primera vez que el gobierno federal del primer ministro Narendra Modi se opone oficialmente a las peticiones de eliminar la excepción legal que existe en India con respecto a la violación conyugal.*
Es un ejemplo claro del desequilibrio que supone una concepción "propietaria" del matrimonio en favor el varón y, por ello, en contra de los derechos de las mujeres, que desaparecen dentro del matrimonio.
La cuestión no es nueva y probablemente se haya tenido que pasar por ella en muchos países. Conlleva una consideración específica del matrimonio como espacio de impunidad y de las relaciones sexuales como derecho del varón. Esto, a su vez, nos lleva a consideraciones que llegan a las raíces mismas de la concepción de lo humano.
El matrimonio pasa a ser un espacio relacional reglado en el que se puede ejercer una violencia sexual que no se permite fuera. "Resistirse", por ejemplo, puede llegar a ser justificante de la violencia misma, ya que el varón toma por la fuerza aquello que se le resiste. Ese "perturbar la institución del matrimonio" que se señala es alterar ese estatus de poder masculino frente a la esposa y que puede llevar la violencia hacia el exterior. Sobre la esposa cae la responsabilidad de las violaciones que se puedan producir en el mundo exterior al matrimonio. Sería la negativa de la esposa o su mal "cumplimiento" lo que provocaría la violencia extra conyugal. Como sabemos, las noticias de violaciones múltiples en la India son frecuentes en los medios.
La concepción del varón es explosiva. Si no satisface sus deseos en casa, buscará fuera, de forma violenta a veces, lo que no se le ofrece donde tiene derecho. En el caso de que esto ocurriera, dice ahora el gobierno de la India, tiene todo el derecho a tomarlo por la fuerza.
Hace un par de semanas apareció en algunos medios la noticia de que en China se había negado a una mujer soltera la posibilidad de congelar sus óvulos para el futuro por estar soltera. Aquí la violencia es institucional, pero la base es la misma: la mujer es una propiedad del varón y la decisión de tener hijos no la toma la mujer. La situación china hace ver que tener hijos no es competencia exclusiva de la mujer, que sería solo el "medio" utilizado para algo superior, la "familia", que sigue línea y decisión de los varones.
Estas formas de negaciones de derechos, de falta de reconocimiento de la mujer, de ejercicio de la violencia e incluso del reconocimiento del derecho a ejercerla, definen ese fondo cultura que se desplaza por los tiempos y que se manifiesta como "tradición" y muestra la forma en que percibimos las relaciones y fundamentos de la sociedad.
Son muy resistentes y si no se vigila y se ahonda en ellas pueden rebrotar, como está ocurriendo con el hecho de tener hijos o no, que convierte a las mujeres en responsables o no del destino del país, como se ha puesto de manifiesto en la campaña electoral por la presidencia en los Estados Unidos. Las consecuencias son claras: si el trabajo impide la maternidad, el trabajo femenino es "malo". Se ha vuelto a la "mística de la feminidad" que analizó a comienzos de los 60 Betty Friedan, a la dualidad "esposa/madre" como destino positivo de la mujer.
El artículo de Independent en Español se acompaña con el vídeo de la noticia de la violación durante años en Francia por parte del marido y los amigos del marido. No está mal la conexión porque nos muestra un fondo violento que se mantiene recurriendo a diversas formas de dominación.
India tiene una amplia tradición violadora. Las noticias son frecuentes y alarmantes por su variedad de formas, Lo que es constante es la violencia masculina dentro y fuera del matrimonio. El gobierno indio ha perdida una buena oportunidad. No creo que el ver legal la violación de la esposa evite la muchas violaciones en el país. Más bien será al contrario, quizá aumente por el efecto de impunidad.
Los casos de retroceso en derechos o de aumento de la violencia son constantes por todo el mundo, por lo que habría que hacer un esfuerzo jurídico y pedagógico para evitarlo.
* Namita Singh "India rechaza clasificar actos sexuales no consensuados en el matrimonio como violación" Independent en Español 07/10/2024 https://www.independentespanol.com/noticias/mundo/asia/india-violacion-marital-matrimonio-mujeres-consentimiento-b2625330.html
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