martes, 9 de julio de 2024

Vox, los "menas" y el odio

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La ultraderecha española está cada vez más marcada. Su entrada en el club mundial tiene su coste y Vox lo está pagando gustoso. Ha entrado en un oscuro entramado que va de Milei en la Argentina a la Rusia de los oligarcas de Putin pasando por el trumpismo norteamericano, el nacionalismo francés, húngaro e italiano, por señalar algunos de sus referencias más claras.

Como en otros países —especialmente Estados Unidos y Francia— la identidad nacionalista se convierte en racista y xenófoba. No basta con querer a tu país, hay que llevar el odio a las calles, al trabajo, a las aulas, a los hogares.

Abascal ha llevado la identificación del delito, de la inseguridad, de las violaciones y atracos, a los "menas", término que en su boca supone una deshumanización de la persona, que pasan a ser unas siglas, unos números, portadores de maldad.

Como Trump en los Estados Unidos, todo el que traspasa la frontera lo hace para delinquir, forma parte de una invasión organizada por alguna suerte de mano maligna que quiere destruir, que quiere violar, hacerse con el espacio desplazándote mediante el miedo y la violencia.

En RTVE.es sintetizan por escrito lo que puede escucharse en vivo; "Abascal ha vinculado a los menores migrantes con el aumento de la delincuencia y de la "inseguridad" en la ciudadanía, y ha señalado que su partido no quiere ser cómplice de los "robos, machetazos y violaciones".*

Los "menas", en palabras de Abascal, no usan "navajas", usan "machetes", un término con resonancias "tribales", un estatus del que no deben pasar en el imaginario que Abascal quiere crear en la mente atemorizada de sus votantes.

Las ultraderechas tienen dos grandes líneas de avance en sus estrategias: la del nacionalismo agredido y la de la familia tradicional agredida. Evidentemente, para ello necesitan unos conceptos fuertes de "nación" (como patria, un devenir en la historia guiada hacia algún destino universal) y de "familia" (como sistema jerarquizado que responde al "orden natural" y a la voluntad de Dios). Con esas dos líneas, el horror supremo es el "mestizaje", mediante el cual se rompen los principios sagrados de la separación y se destruye la pureza de las "razas". En términos familiares también, es el matrimonio homosexual el que viola los principios.

En el debilitamiento de la familia tiene un papel fundamental el deterioro y ataque a la figura del "padre". Desde esa perspectiva, el feminismo es un peligro creciente con sus pretensiones antinaturales de igualdad. De padres débiles surgen sociedades débiles necesitas de figuras de fuerza capaces de ser emuladas en los hogares, escuelas, etc. En España ya conocemos la aparición de estas figuras autoritarias y narcisistas, capaces de decir lo que la gente debe leer o no a través del control de las bibliotecas, por ejemplo.

La personalización de los ataques de odio en los "mena" se percibe como parte de esas tragedias: son extranjeros y carecen de familia (no acompañados). A su naturaleza perversa exterior se une su naturaleza desfamiliarizada. No tener familia no se percibe como una desgracia, un trauma, sino como un agravante, una forma descontrolada por ausencia de autoridad. Así, los "mena" carecen de raíz española —con lo que esto supone— y de una familia que pudiera servir de "modelo" y control.

La lectura fría realizada por Santiago Abascal de la identificación de los "mena" con delincuentes es un claro mensaje de odio, un mensaje con todas las agravantes de este tipo de prácticas. No solo se trata de evitar cualquier clase de simpatía ante su situación, sino de algo más: de evitar los recursos que se puedan destinar a paliar su situación, que se presenta como "efecto llamada" o una especie de "malversación" administrativa. Lo dicho por Abascal se suma a su petición de que sea la Armada la que defienda a España de este ataque exterior, realizada hace unos días.

Cuando algunos descerebrados prácticos lleven sus palabras a la realidad ocurrirá como en la América de Donald Trump, el modelo que lleva al éxito: saldrán a cazarlos, a provocarlos. Serán entonces los "agresores" serán las víctimas y viceversa.


Vox está decido a llevar al extremo el poder de sus votos en las formaciones de gobierno. En el mismo artículo señalado anteriormente se avanza que:

[...] Abascal ha sentenciado que si desde el PP deciden finalmente "colaborar" con el reparto de menores migrantes y mostrar "complicidad" con el Gobierno de Pedro Sánchez, en aquellas regiones en las que Vox forma parte del Ejecutivo "no les quedará otro remedio" que "abandonarlos inmediatamente".*

Es triste que la cuestión migratoria se esté utilizando para presionarse unos a otros. Vox presiona al PP. Al igual, pero con otros argumentos, lo hace el PSOE y los grupos a su izquierda. Según parece, es más útil un PP en la encrucijada que solucionar el problema real, para el que se necesitaría otro tipo de miradas y planteamientos conjuntos y solidarios. Sin embargo, la política española no parece tener interés en resolver problemas, pero sí en usarlos como arma arrojadiza. Esto es malo para todos porque casi siempre acaba mal.

Esperemos que no ocurra como en Estados Unidos, que alguien decida "defender España" por su cuenta y entrar así en la Historia con la medalla de "patriota".

 

* "Abascal avisa que dará por "rotos" los pactos autonómicos con el PP si aceptan la distribución de menores migrantes" RTVE.es 8/07/2024  https://www.rtve.es/noticias/20240708/abascal-dara-rotos-pactos-autonomicos-pp-si-aceptan-distribucion-menores-migrantes/16179104.shtml

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.