martes, 18 de junio de 2024

La industria de la ilusión de la vida eterna

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Ocurrió hace apenas un par de meses y le doy vueltas de vez en cuando. Me dirigía a hacer la compra cuando al cruzarme en la calle con una mujer que hablaba por teléfono escuché: "—Sí... Estoy en la calle con los niños". Los "niños" eran un par de perros cuya correa sostenía con la otra mano mientras hablaba.

¿En qué sentido hablaba de "niños"? No me pareció percibir algún juego de palabras, algún doble sentido, sino una normalidad cotidiana, una forma habitual de referirse a ellos. Esto, en una país cuyo índice de natalidad está por los suelos, me pareció significativo, de un proceso de sustitución del llenado de un hueco emocional que los animales, todo tipo de mascotas, cubren.

Cuando me trasladé a mi residencia actual hace treinta años, estaba llena de niños y de mujeres embarazadas. Hoy, camino de la estación, veo más gente sacando a los perros que llevando a los niños al colegio, ¿El signo de los tiempos?

Hoy leo en RTVE.es el titular " El negocio de la clonación de mascotas en España: una clínica en Marbella clona a tu perro por 55.000 euros". Allí se nos explica: 

La clonación de animales se trata de una práctica habitual en el caso de los caballos, cuyos fines suelen ser económicos. Sin embargo, una clínica de Marbella ha abierto el abanico y ofrece ya la clonación de animales de compañía como gatos y perros por unos 55.000 euros. Sin embargo, pese a que el método sea legal en España, los expertos plantean serias dudas desde un punto de vista ético y moral.* 

Y un poco más abajo en el texto, en el epígrafe titulado "un negocio en auge", se señala: 

La clonación de animales de compañía se ha convertido en un negocio en auge en países como Estados Unidos, China o Corea del Sur, a los que ahora se suma España. En 1996, un grupo de científicos del Instituto Roslin de Escocia consiguió clonar un mamífero a partir de una célula adulta por primera vez en la historia. Nacía así la oveja Dolly, que se convirtió en un hito científico y abrió la puerta a un mundo nuevo, el de la ingeniería genética.

Desde entonces, la clonación de animales se ha popularizado y es una práctica habitual en el mundo de los camellos o los caballos, que puede llegar a costar unos 75.000 euros. El embriólogo, fundador y director ejecutivo de los centros de reproducción asistida Grupo OVO, Enrique Criado, ha comentado a EFE que lo que motiva a la clonación de mascotas es la conexión emocional. *


 

Hace unos días hablábamos aquí de la "clonación" mediante Inteligencia Artificial de los familiares fallecidos, de cómo nos abrían la posibilidad de seguir escuchando su voz clonada, de ver su imagen clonada, de dialogar con pantallas en las que podemos verlos, casi tocarlos.

Los vacíos se llenan con construcciones artificiales, de diseño. Su función es llenar huecos, pero —sobre todo— mantenernos dentro de una ficción en la que nada se pierde, todo se puede conservar. No tenemos hijos, pero podemos llenar el hueco con mascotas y cuando estas desaparecen podemos clonarlas.

Esa "conexión emocional", de la que se nos habla respecto a las mascotas, se mantiene como una adicción, como algo de lo que no podemos prescindir y, lo peor, que se puede mantener como negocio. Esto implica que se nos enseñará a depender, a intentar retener lo que, como vida, se escapa de nosotros. La vieja idea de la resignación, de entender que todo tiene un final, es sustituida por la comercial idea de que puedes retener cualquier cosa... si la pagas. Se crea todo un negocio alrededor de las mascotas —de restaurantes que te permiten entrar con ellas (no con molestos niños) hasta la clonación—, como se crea alrededor de la muerte de familiares intentando vencer ilusoriamente a la muerte o la separación. Podemos "comprarlos" para seguir a nuestro lado en un mundo en el que la soledad es cada vez mayor.  Cada debilidad, cada necesidad... provoca un hueco de mercado.

Hay medios que tienen ya una sección fija sobre mascotas. En ellas se nos ofrecen consejos de todo tipo llenado nuestra necesidad de información y, especialmente, haciéndonos sentir esa conexión emocional de sentirnos cerca de nuestros "niños", ya sean perros, gatos o loros. Hacia cualquiera de ellos se nos dirige con intensidad emocional para desvivirnos, para sentirnos próximos a ellos, que son únicos.

Este proceso se dirige finalmente —todo un mercado por delante— hacia la clonación, la constatación de que no podemos vivir sin ellos, la errónea idea de que podemos "retenerlos", tenerlos para siempre junto a nosotros.

Evidentemente esto no es cuestión de los perros o gatos, sino de nosotros. Es a nosotros a los que se nos envuelve con esa sensación emocional que nos deja vacíos tras la pérdida de la mascota que ha llenado nuestros propios huecos y carencias.

Da igual que se nos explique por parte de los expertos que el animal clonado no es "nuestro" animal anterior, que se le puede parecer, pero que no todo está en los genes, que la epigenética cuanta, que vivirán otra vida, con experiencia distintas. Todo está en nuestra cabeza, en cómo se nos dice que debemos interpretar el mundo.

Me da la impresión de que estamos educándonos mal, que esta sociedad del consumo ilimitado, sin fronteras, donde puedes obtener cualquier fantasía si eres capaz de pagarla, no nos enseña a ir hacia la muerte, como diría la poeta Ana Blandiana, nuestra reciente premio Princesa de Asturias, de la que me acuerdo ahora: 

Sé hacer muy pocas cosas:

Ni melocotones como los melocotoneros,

Ni uvas como la vid,

Ni siquiera nueces

Como los nogales de amarga sombra

Con su tenue susurro de hojas;

Pero una cosa sé hacer

Con singular destreza:

Sé morir. 

("Un paso más", en El ojo del grillo (2024), Col. Visor de Poesía, p. 109. Trad. Viorica Patea y Natalia Carbajosa)

¿Estamos aprendiendo a morir? Esta idea de que todo se puede "retener", "fabricar", "producir"... ¿es sana? La industria de la ilusión de la vida eterna, aplicada a seres queridos de cualquier naturaleza y pelaje, del padre, madre, marido, esposa, hijos, mascotas, etc., avanza con toda su enseñanza.

El artículo se cierra con las palabras de un experto:

Para Macip, que es licenciado en Medicina y doctor en Genética Molecular y Fisiología Humana, clonar a una mascota supone "gastar el dinero en algo que no tiene ninguna utilidad real", pero admite que, si es legal, "cada uno con su dinero puede hacer lo que quiera". *

Eso se llama "mercado". Ya solo se trata de convencerte de "lo que quieres". La industria de la ilusión de la vida eterna antes se llamaba "religión". Ahora la puedes encontrar en las páginas amarillas o en cualquier buscador. 

 

* "El negocio de la clonación de mascotas en España: una clínica en Marbella clona a tu perro por 55.000 euros" RTVE.es / Agencias 17/06/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240617/negocio-clonacion-mascotas-marbella-espana/16151080.shtml

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