lunes, 3 de junio de 2024

Contrarios y rivales

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Creo que en este juego político en el que nos encontramos, se puede decir sin demasiado margen de error que las elecciones sacan lo peor de lo partidos y de los votantes. Los argumentos son negativos y las propuestas casi siempre son contra alguien. Las exposiciones que hacen los políticos es de unos frente a otros. La búsqueda del voto se hace mediante exclusión.

Esta estrategia política es peligrosa, pero tiene a sus ojos una gran ventaja: no necesitas proponer, solo discutir o, en el mejor de los caso, una mezcla de ambas. Lanzas así las descalificaciones primero y haces alguna contrapropuesta después. Se trata de desarrollar una actitud negativa que evite que los votos vayan a los contrarios y a los rivales, dos conceptos distintos que nuestra fraccionada escena política usa. Los "contrarios" representan el campo opuesto, la ideología contraria, mientras que los "rivales" son aquellos que compiten por el mismo voto que tú buscas. En realidad, las campañas muestran más preocupación por los rivales que por los contrarios. La distancia ideológica entre contrarios es grande, mientras que con los rivales es mínima y por ello cualquier desliz o estrategia de voto útil puede hacer que desaparezcan muchos votos. En un sistema bipartidista, esto no ocurre. Pero el sistema de fraccionamiento extremo hace que se pueda negociar cargos sumando cantidades poco votadas, pero muy rentables en pactos.

Me temo que la política española se ha convertido en una especie de apuesta de este tipo: buscas sacar lo suficiente como para que el sistema electoral te beneficie y te dé esos dos o tres (o uno) que te haga inmensamente necesario para gobernar. El PSOE tuvo que alentar una nueva fuerza, Sumar, para librarse de Podemos que era un "compañero" demasiado autónomo, por decirlo así, que había conseguido ministerios de lucimiento social para poder ampliar sus votos en las siguientes elecciones. De esta forma, Podemos se apropiaba de lo bueno, que trataba de rentabilizar, mientras que se negaba a aceptar sus errores, que apuntaba a su socio mayoritario. Hasta que se rompió la cuerda.

Por la derecha, los conflictos entre PP y Vox son también relevantes. Los votos necesarios para gobernar el Partido Popular salen de Vox, si estos no tienen una mayoría absoluta, algo cada vez más difícil. La destrucción de Ciudadanos es una consecuencia de estas políticas en las que los partidos mayoritarios han tratado de quedarse con un centro derecha e izquierda, con lo que solo se adquieren votos en la radicalización, que es lo que vemos ante nosotros. Entre unos y otros hacen imposible la existencia de un centro que han enterrado prácticamente.

Sin embargo, un buen partido centrista tendría un efecto moderador en la política, ya que obligaría a bajar el tono a los partidos y dejaría distante a los más extremistas, que perderían sus ocasiones. Ahora lo que parece claro es que los partidos mayoritarios se ven obligados a radicalizarse para evitar que sus votos se vayan a los extremos y dependan de ellos para las formaciones de gobierno. Si no lo hacen, se ven acusados de "tibios" por parte de los más extremos, que sacan pecho mostrándose como la opción real.

España se radicaliza. Lo hace más dentro de estas estrategias que de otra forma, pero lo cierto es que el clima se hace cada vez más violento, como temen en todos los países europeos y vemos también fuera de la Unión. Los nuevos sistemas de comunicación exigen una radicalización para atraer la atención de los votantes, constantemente sacudidos por la ira de sus líderes. El más moderado acaba teniendo que mostrarse radical por temor a quedar silenciado.

Si la vida política queda condicionada por estos juegos, el resultado del gobierno, que es lo que nos afecta a todos, lo hace igualmente. Vemos que al final nos vemos lanzados a políticas de pactos que, a derecha e izquierda, acaban siendo cainitas, como ya hemos visto a ambos lados del espectro político.

No es fácil salir de esta dinámica. Las elecciones europeas marcan un escenario diferente, pero son indicadores del estado político local. Deberían ser importantes para todos porque establecen las normas que nos permiten vivir en un marco más amplio. Allí las alianzas son otras, los enemigos también.

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