viernes, 14 de junio de 2024

El proletariado generacional y la salud mental

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Este es un tema recurrente en estos años. Llevamos diciendo desde hace una década al menos que la gran sacrificada de las crisis económicas españolas ha sido la juventud, convertida en una suerte de proletariado generacional. Hoy esto se ha normalizado, se ha convertido en una verdad que no se discute, que se evita, pero que no por ello deja de tener consecuencias en diversos niveles.

En su momento empezaron a aparecer mensajes del tipo "una generación que vivirá peor que sus padres". Esto es terrible porque se supone que parte del trabajo de una generación es, como suele decirse, "dejar un futuro mejor para sus hijos". La aceptación de esto como un hecho —de nuevo— "natural" supone una concepción de la vida ligada al presente, una vida concebida como "gasto", como "consumo" más que como inversión de futuro. Lo terrible de esta concepción económica egoísta y egocéntrica es cómo ha modificado nuestras vidas y la visión de su sentido. El "sistema" da por hecho que ha de extraer el máximo posible y dar lo menos posible. Es el lado oscuro de neoliberalismo radica surgido de la era Reagan-Thatcher y que sigue reinando como mentalidad dominante, incapaz de ofrecer una visión solidaria intergeneracional que permita un avance de mejoras hacia el futuro, en el que una generación dedique una parte de su esfuerzo para crear un futuro mejor en diversos sentido.

Con una juventud convertida en proletariado generacional, a la que solo se dedica atención en su condición de consumidora (extrayendo a través de ella los recursos de la generación anterior, la paterna), el siguiente paso de conseguir fondos es la llamada "silver economy", es decir, recoger los recursos de las generaciones anteriores (ahorros, inversiones, etc.). La economía tripartita generacional funciona como un engranaje preciso que busca explotar a unos y ofrecer a otros las posibilidades de gasto.

Pero todo esto tiene sus consecuencias más allá de lo económico, que no es más que un nombre para evitar decir que esto afecta a la totalidad de nuestras actividades, momentos, decisiones, etc. ya que todo, absolutamente todo, se ha convertido en transacción mercantil de un tipo u otro. Los negocios fraudulentos durante la pandemia, los negocios con las guerras, etc. nos muestran y demuestran que no hay límites, no hay fronteras ni principios que resistan al beneficio. Los nuevos tipos de delincuencia con los que nos enfrentamos no son más que la concepción del espacio social como una jungla en la que vale todo, donde explotas y eres explotado. La política, los negocios, el crimen, etc. se funden en esa jungla en la que vale todo hasta que te pillan.

EFE 13/06/2024

La explotación de la juventud, su ausencia de perspectivas de futuro, tiene consecuencias en eso que llamamos "salud mental", de la que cada día surgen noticias más preocupantes, pero que no preocupan a los que debían preocupar. Su transformación en un nuevo negocio muy lucrativo es todavía más preocupante. De los fármacos a la asistencia, todo tiene un precio. De la misma forma que hay una "silver economy" que incluye las residencias, los cuidados y tratamientos, los viajes organizados, etc., los jóvenes ofrecen nuevas posibilidades de negocio. El sistema estresa y cobra por calmar el estrés. Una persona joven me comentaba hace unos días su ida al psicólogo por la que le cobraron 180 euros, más otros 125 euros por las pastillas que le recetaron. España es el país con mayor consumo de antidepresivos. ¡Buen negocio!

En RTVE.es vuelven a publicar los datos de la salud mental juvenil: 

Los problemas de salud mental entre la juventud española se han multiplicado por seis en los últimos diez años. Así lo ha confirmado un nuevo informe llamado Equilibristas: las acrobacias de la juventud para sostener su salud mental en una sociedad desigual, realizado por el Consejo de la Juventud de España y Oxfam Intermón.

Además, el 55,6% de las personas jóvenes con carencias materiales severas tienen problemas de salud mental frente al 37,7% que no tienen estos problemas económicos. Este estudio se centra en la precaria situación económica y social que obliga a las personas jóvenes a realizar equilibrios cuando tienen que combinar estudios con trabajos precarios y alquileres inalcanzables.

Otro aspecto crítico es el acceso a la terapia, ya que solo el 17% de los jóvenes afirman haber sido atendidos por especialistas de la sanidad pública en menos de un mes, y casi el 38% confiesa que no busca ayuda profesional debido al alto coste. Recibir terapia privada no es asequible para muchas personas, dado que dos sesiones mensuales representan el 15% del salario medio de un joven. Esto refleja una brecha de desigualdad en la atención sanitaria que afecta especialmente a las mujeres, a la juventud con carencias materiales severas y a aquellos que están en paro.

“Para la generación de personas jóvenes es complicado soñar con un futuro estable, ya que tiene que lidiar con la precariedad laboral, la temporalidad y el desempleo, viven en un constante estado de desequilibrio económico” indica Raquel Checa, responsable del programa Desigualdad Cero de Oxfam Intermón.* 


 

Hay que dejar de tratar la salud mental como una "fatalidad" y empezar a hacerlo como un "causalidad"; hay que empezar a derribar ese paraíso vacacional que vendemos cada día, esa "barización" hostelera, esta "festivalización" constante, etc. para afrontar esta realidad que se nos dice en las últimas palabras citadas: "Para la generación de personas jóvenes es complicado soñar con un futuro estable, ya que tiene que lidiar con la precariedad laboral, la temporalidad y el desempleo, viven en un constante estado de desequilibrio económico", que repetimos y deberíamos entender sin maquillaje.

Hemos hecho un país a la medida del turismo, donde la mitad está vacía y en la otra mitad es imposible vivir. Las manifestaciones últimas en zonas turísticas contra el precio de la vivienda, la temporalidad y precariedad del empleo ajustado a las temporadas turísticas tras las cuales vas a la calle a esperar que llegue el siguiente puente o cualquier festivo, etc.


Estos días hemos visto los lamentos hosteleros diciendo que los jóvenes están "poco motivados" para servir mesas y los horarios necesarios para los que tienen la suerte de poderse pagar estos lujos a su medida. Los mensajes desde distintos lugares atacan lo que llaman la "sobrecualificación", es decir, la formación de los jóvenes para tratar de escapar del destino de servir mesas. Eso fastidia a los propietarios y a los que le producen lo que hay que consumir.

No hay solidaridad; que tu futuro no modifique presente. ¿Por qué nos extraña el estado de la salud mental de los jóvenes? ¿Qué futuro es el que tienen por delante si lo que ven es solo explotación y un interés limitado a los beneficios a los que apenas tienen acceso con malos sueldos?



Esto no es solo un problema de salud mental. Es un problema que se agrava cada día. Los precios suben y las sueldos bajan; el empleo de deteriora y se rebajan las expectativas, reducidas a un aquí y un ahora.

Los gobiernos se limitan a "proteger" este sistema, pues consideran que si no es futuro, sí es un presente continuo sostenido por los intereses de las poderosas patronales de los sectores implicados. La especulación inmobiliaria, los efectos de los pisos turísticos, la subida constante de la inflación, etc. hacen que ese futuro positivo deseado se vea cada vez más lejano y oscuro.

Hemos perdido el sentido de comunidad y de solidaridad. Las luchas constantes de intereses, la conversión en espectáculo de todo —de la política al deporte— etc. no nos permiten tener confianza en que el futuro será mejor, algo esencial para los jóvenes y sus motivaciones. Sin esperanza de futuro, el mundo se vuelve oscuro, los ánimos desaparecen y con ellos la motivación vital, la alegría de vivir porque se ve un mundo por delante.


Sin embargo, en vez de combatir los males, los convertimos en negocios. ¿Para qué vamos a combatir la ansiedad, la depresión, el estrés, etc. si podemos hacer negocio con ellos? Las generaciones que viven esta situación perversa es lo que han aprendido y lo que transmitirán a las siguientes. Como les trataron, tratarán ellos a los siguientes jóvenes. Transmitirán el mismo nihilismo (no se me ocurre otra palabra que lo exprese mejor) que recibieron. Explotación y beneficio; es sencillo.


Muchas veces se echa la culpa al sistema educativo. Este, se dice, no forma para los trabajos. El problema es que los trabajos no requieren mucha educación (de ahí el énfasis en la sobreducación como elemento negativo). Esto ya no vale. El alumnado se escinde entre los optimistas que creen que pueden salir adelante con más y mejor formación y los pesimistas, para los que no creen que les sirva de mucho y se fijan los mínimos suficientes. Hay sectores que necesitan mejor formación, pero el peso del sector turístico y afines es cada vez más fuerte. Las tensiones crecen.

Las consecuencias van más allá. Esa salud metal es una parte; la otra es la falta de fe en la sociedad que nos rodea. Sin futuro, todo se vuelca en la agresividad del presente, convirtiéndolo en una lucha en la que vale todo. El aumento de la violencia, de las escuelas a los espacios laborales, los estallidos en las calles, con peleas, apuñalamientos, etc. es palpable.

Todo esto va ya en una segunda generación. Muchos no resisten; otros comprenden que solo el más fuerte sale adelante y continúa el juego. Aumenta la violencia social, la de género, etc. No somos peores, pero es fácil caer en muchos males cuando no sientes que vives en un mundo mejor o que a nadie le importas.


* "Empeora la salud mental entre los jóvenes españoles: "Viven en un constante estado de desequilibrio económico"" RTVE.es 13/06/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240613/problemas-salud-mental-jovenes-espanoles-sextuplicado-ultima-decada/16145706.shtml


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