martes, 21 de mayo de 2024

Las estrategias divergentes

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Pedro Sánchez es víctima de su propia estrategia durante los cinco días de reflexión. Allí opto por mostrar su "cara humana", por un lado, con la parte sentimental afectada por las denuncias contra su esposa; por otro lado, se constituía él mismo en la "democracia española" y cualquier ataque contra él debería ser respondido como un ataque a la "libertad", la "democracia" y la "ciudadanía". Ahora está pagando con creces esta megalomanía al haberse topado con un "sádico" político que, habiéndole mostrado su lado "frágil" y "sensible", le meterá el dedo en la herida de forma inmisericorde. Javier Milei.

Si el nivel de la política española es deprimente y personalizado (lo uno por lo otro), la introducción de un personaje como Milei en nuestros campos de batalla no va a hacer mejor ni el espacio continente ni los contenidos.

Los efectos de la sorprendente retirada con redobles de tambor emocionales de Pedro Sánchez se han mostrado contraproducentes en este ambiente caníbal en el que nos encontramos.

La Nación

En su momento señalamos que las disculpas del ministro bocazas por lo de "las sustancias" eran más una burla que otra cosa, a tono con la forma de expresarse ante la galería española. La teatralidad de nuestra política llega a extremos que hacían temer por un reventón. Este se ha producido por lo que señalamos tras la publicación del comunicado oficial de la Casa Rosada atacando a Sánchez y al gobierno. Allí se aducían dos motivos "políticos" —los ataques a la unidad de España al pactar con separatistas y al arruinar la economía— y un ataque "personal", directo a la línea de flotación de Sánchez, las acusaciones contra su esposa, un punto débil que él mismo había creado. Al comentar ese comunicado, señalamos aquí que tal él estaba Vox, como creo que ha quedado claro tras las últimas declaraciones en el escenario creado para la ultraderecha mundial, que le ha reído y aplaudido las gracias al presidente argentino.

Y ahora nos encontramos en mitad de una crisis con dos formas enfrentadas de manejarla: la estrategia de Sánchez, institucionalizando los ataques a su esposa y la estrategia contraria de Milei, la del "esto es personal". Según esta segunda línea, Milei se ha limitado a contestar de forma "personalizada" a los ataques "personales" que Sánchez y su gobierno le dirigieron infundadamente.

La línea de Milei le permite seguir insultando repitiendo las acusaciones cada vez que da explicaciones porque le preguntan, mientras que la estrategia de Sánchez está condenada a hacer crecer la crisis internacional a través de la crisis de las instituciones. Convertir los insultos a Sánchez en insultos a España tiene, como vemos, muchos riesgos. Pero es la estrategia que Sánchez ha elegido desde el principio.

Cuando exige que le defiendan porque al atacarle a él es atacar a España sigue una línea equivocada que sus propios rivales internos aprovechan para dejarle en evidencia. La estrategia de los "cinco días de reflexión", victimistas y prácticos para ser aclamado por las bases ante las puertas de Ferraz, tiene sus consecuencias, como era previsible.

Esta forma de "hacer política", teatral y agresiva, de manipulación de los electorados para tratar de polarizarlos afianzando así los votos indignados, tiene un riesgo: que ocurran cosas como estas.

El problema más grave es el deterioro de la vida pública y, en paralelo, el crecimiento de la indiferencia, de la apatía generalizada, el "yo paso de la política". Lo primero supone un teatral ascenso de la tensión política, plagada de insultos y descalificaciones; lo segundo, cambiar de canal cuando aparece el primer político en pantalla y aprovechar los días de elecciones para salir al campo. Es algo que favorece a las minorías extremistas, que ven aumentado su poder de decisión con menos votos necesarios. La España políticamente fragmentada, plagada de pactos cruzados en todos niveles es un importante consecuencia.

Los datos sociales nos hablan de un aumento del extremismo entre los jóvenes. Para ello se están polarizando los mensajes, llamando a múltiples salvamentos y estigmatizándose unos a otros. Nadie hace bien nada.

La Nación


La crisis abierta ahora con Javier Milei no tiene necesariamente que tener una traducción más allá de las palabras, pero la estrategia de Sánchez necesita de estos gestos institucionales porque, como un nuevo Luis XIV, el "estado es él", "la democracia es él" e insultarle a él es... bla-bla-bla.

¿Cuánto va a durar esta crisis? Pues lo que interese a Vox, que ha adquirido un fichaje  estelar argentino para jugar en la Liga política española. El narcisismo provocador de Milei encuentra la felicidad (y los votos) en estos insultos y en su negativa a rectificar, como ya ha señalado con ilusión de que esto siga.

Si Sánchez quería proteger a su esposa, ha conseguido justo lo contrario: ponerla en el centro.

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