martes, 14 de mayo de 2024

Errores made in USA

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Un representante oficial estadounidense aparece en nuestras pantallas para decirle al mundo que lo que ocurre en Gaza "no es un genocidio". Esto, a punto de sobrepasar los 35.000 muertos, la gran mayoría civiles, no deja de ser un tremendo error del gobierno norteamericano. Lo que se ve a diario, en cambio, contradice al portavoz. Ni salen las cuentas, ni salen las decisiones.

Es indudable que el gobierno de Biden necesita justificar lo injustificable porque se juega su propio nombre. Si sale hablando de genocidio mientras facilita las armas para cometerlo parecería el acto de un esquizofrénico, un "doblepensar" orwelliano, que realmente será su sentido final. Estados Unidos liga su crédito, interior y exterior, al de Israel que ya lo ha perdido con Netanyahu al frente.

En The Washington Post se multiplican hoy las preguntas en los titulares: "How is any of this making Israel more secure?" (Eugene Robinson), "How Israel and the United States suppress democracy in the Middle East" (Shadi Hamid), "Will Zionisn survive the war?" (Yuval Noah Harari) y "David Petraeus warns Israel’s ‘clear and leave’ strategy won’t work". Estados Unidos no puede vivir sus propias dudas ante lo que ve a diario en sus medios.

Estos nos ofrecen imágenes de la contestación a Netanyahu en el interior de Israel, otra realidad que no se puede obviar. Cada vez son más los que ven que la política de Netanyahu solo lleva al desastre presente (con la muerte de los rehenes) y futuro, con la estigmatización del Estado de Israel como un estado criminal de que se hacen cómplices los que le ayudan en su brutalidad. Y eso no puede dejar de tener un coste en la política norteamericana que todos los dólares del mundo no podrán silenciar.

El mismo The Washington Post recoge la primera renuncia en el ejército estadounidense por "no soportar la vergüenza y la culpabilidad" ante las imágenes de la guerra en Gaza, financiada y armada por los Estados Unidos. El mayor Harrison Mann ha explotado de vergüenza y lo ha explicado: no quiere ser cómplice. Tampoco quiso serlo el militar que se prendió fuego como protesta en febrero.

BBC 27/02/2024

Es un primer caso pero, mucho me temo, que no será el último. A las concentraciones de jóvenes en los campus universitarios les pueden seguir las renuncias de los que no quieren ser partícipes de estas masacres contra civiles.

En esta guerra no hay épica, solo cobardía. La de Hamás pretendiendo escudarse tras rehenes y civiles y la de Israel asegurando "defenderse" con la muerte de decenas de miles de civiles, mujeres y niños.


La pregunta de Eugene Robinson en el Post —"¿cómo hace todo esto más seguro a Israel?"— se la están haciendo muchos en muchas partes del mundo, pero es esencial que se lo hagan públicamente en Estados Unidos, el único que puede frenar en alguna medida las políticas de Netanyahu. Es un Israel al que cada vez menos alguien se atreve a respaldar, menos a defender, para satisfacción de Hamás.

También es pertinente la que se hace el conocido escritor Yuval Noah Harari al preguntarse sobre el futuro del "sionismo", que es la forma de quitar la máscara a Netanyahu y su defensa frente al "antisemitismo". La burla la hemos visto en su aparentemente inocente mensaje de apoyo a la representante israelí en el Festival de la Canción de Eurovisión, un hecho que ha sido manipulado por el político.

La única baza que le queda al brutal Netanyahu es hablar de "antisemitismo" cuando se debería hablar de "anti Netanyahu", ya que es él que finalmente se aprovecha en una jugada que también empieza a torcerse en apoyos internos. Netanyahu, un político al límite por las acusaciones de corrupción, se "salva" tratando de convertirse en "héroe" salvador. La pregunta de Harari es la que se interroga sobre el estado en que quedará Israel el día que esto se acabe. Las ruinas físicas de Palestina, de la que no quedará piedra sobre piedra, será el paisaje sobre el que se mostrarán las ruinas morales de Israel.

Sí, diga lo que diga el portavoz de Estados Unidos, sí hay un genocidio. Es una destrucción masiva de un pueblo, una limpieza étnica. Gaza es una ratonera frente a la que el gato se afila cada día sus garras. La renuncia del militar norteamericano muestra que los políticos norteamericanos no lo van a tener muy sencillo en adelante, que se han traspasado los límites de lo admisible, que quedarse callados es ser cómplices en unos crímenes de guerra que se realizan a la vista de todos. Minusvalorarlos, rebajar su gravedad es un nuevo error de los Estados Unidos.

Se está actuando tal como lo hace la dictadura rusa, apoyando gobiernos por encima de la crueldad de sus acciones. ¡Triste destino!

The New York Times

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