Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Se
medio queja Bernardo de Miguel, desde su blog en Cinco Días "La UE, del
revés", de que el debate televisado —por primera vez en Europa— con los
candidatos a la presidencia de la Comisión no haya sido ni chicha ni limoná o,
por ajustarnos más a su crítica, con poca sangre sobre la arena. Señala de
Miguel en su entrada del blog titulado "Debates sin contendientes":
El problema estriba, tanto en el debate como
en esos comicios, en la ausencia de batalla ideológica. Sin choque de
propuestas ni presentación de alternativas, la campaña electoral se convierte,
a nivel europeo, en unos juegos florales sin excesivo interés.
Los contendientes, en especial los
representantes de los tres grandes grupos políticos (Populares, socialistas y
liberales), no tienen a quien atacar o defender. Primero, porque no hay un
Ejecutivo europeo al que reprochar los errores o alabar los aciertos. Y
segundo, porque las tres formaciones son corresponsables de las políticas
aplicadas en Europa en los últimos cinco años. De modo que no pueden criticar
con dureza ni ofrecerse como relevo.*
Parece que esa "Europa" a la que es fácil atacar desde los espacios nacionales se diluye cuando tiene que hablar de sí misma y que no hay dónde morder o hacer sangre. También
es cierto que por estos lares estamos acostumbrados a la puñalá trapera de continuo y esto hace que todo lo demás parezca un
poco descafeinado.
El otro día, en
una de las habituales tertulias televisivas, uno de sus también habituales
participantes intentaba encontrar un momento en el que en España no se
estuvieran peleando y haciendo demagogia electoral. No consiguieron entre todos
encontrar un momento que fuera bueno
—quiere decir que no estuviera algún partido metido en campaña o discusiones de algún tipo—
porque cuando no es uno es el otro y si no los dos. Llegaron a esa penosa
conclusión después de constatar que en España ya no se hablan unos con otros,
sino que más bien interpretan sus papeles como el actor que declama ante el espejo,
sin importarles demasiado que alguien les conteste. Con el calendario en la
mano no había momento para quitarse la cimitarra del cinturón. Y eso marca por selección natural a nuestros políticos,
crecidos en los campos de batalla, nacidos para discutir, no para debatir, que son dos cosas distintas. Y luego, claro, nos aburrimos.
Las
europeas plantean, a los ojos del comentarista de Cinco Días, que los observa desde Bruselas, el inconveniente de que
más que por problemas de calendario
es por problemas de ideario, llegando
a la conclusión de que nadie puede pelearse porque todos son corresponsables de
la situación actual y nadie puede lanzar demasiadas críticas a los demás porque
sería como tirarse piedras a su propio tejado. Es una forma de verlo.
Quizá
estemos confundiendo el efecto y la causa. No creo que en la naturaleza de los
políticos esté el pelearse y que se dediquen a buscar motivos para hacerlo,
como podría desprenderse de la observación diaria. Creo que más bien debería
ser lo contrario, la política como arte del acercamiento inteligente para aunar voluntades y conseguir el máximo consenso alcanzable. Deberían aspirar al mayor número posible de acuerdos, sin
confundirlos con el cambalache, que
es el entendimiento oculto y poco confesable bajo la apariencia de
discrepancia.
Le
parece al comentarista que han sido contendientes de guante blanco, que no han entrado en debates de más enjundia o
precisos y proclama sus esperanzas:
Confiemos en que el próximo debate (15 de
mayo) sea menos complaciente y se aborde, por ejemplo, la insolvencia de Grecia
o la hecatombe del mercado laboral en España. Con diferentes soluciones, para
que el votante pueda elegir.*
Me deja
bastante perplejo esta petición porque será precisamente en estas cosas en las
que Europa no entramos más que de forma reservada, librándonos del combate
cuerpo a cuerpo con el que se lucha en las batallas locales. Tampoco entiendo
muy bien por qué no puedo —como votante— elegir a la vista de lo que me han
puesto delante, porque entiendo que sí ha habido diversidad de enfoques.
Me
gusta que todos estos candidatos, que piensan de forma diferente, hayan
mantenido las formas en su debate. Creo que quien presida la Comisión tiene que
ser alguien con maneras, capaz de
relacionarse con las personas que opinan de forma muy distinta, persona de
claridad de principios y con quien los europeos podamos identificarnos por
encima de los problemas que nos causemos unos a otros o de nuestras sorderas.
La
queja de que Europa ha estado muy de
acuerdo en ciertas cosas, mientras que las confrontaciones locales tienden
a discrepar en todo, es el resultado probablemente de que los políticos europeos y las instituciones de la Unión deban actuar de otra
manera y abordar los problemas desde otras perspectivas. Europa está haciéndose.
Todos
los candidatos participantes, nos dice Bernardo de Miguel, tienen las manos
manchadas con los desastres europeos
de los que han sido copartícipes. Todos son responsables de las políticas desde
sus puestos y grupos. No se libra
nadie. Bueno, sí. La pobre candidata de los Verdes, tan joven y simpática, le
merece un comentario condescendiente:
[...] la candidata Verde, Ska Keller, quien
al parecer se ganó el favor del público más europeísta con un discurso muy happy: "Lo que necesitamos
realmente es invertir en el futuro (...). Invertir en educación y salud (...)
pero también crear empleos, empleos de calidad". Por supuesto, nadie la
contradijo.*
Aquí, con eso mismo, te aplauden a rabiar. Aunque
les parezca raro, si no nos van a solucionar directamente nada, como piensan algunos, prefiero que se
comporten educadamente, porque inútiles
maleducados ya los tenemos aquí. Al comentarista, el debate le ha parecido
un partido de exhibición, mientras
que a él le apetecía ir a un estadio en el que los dos equipos se disputaran la
plaza de descenso en la última jornada de la liga, por poner un símil que nos
permita mucha patada y zancadillas, iras del respetable y una sarta de tarjetas
rojas.
Agradezco
sus palabras, las de todos, aunque fueran light
o discursos happy, como dice de
Miguel. Lo agradezco. Hoy por hoy, con euroescépticos poniendo verde a Europa y
a los europeístas, lo que nos faltaba para ponérselo cómodo era demostrar que
nos unimos para pelearnos mejor. Para eso se queda uno en casa. Realizan una estimación de voto euroescéptico y nacionalista
del 30%; no creo que sea el momento de pelearse ante las cámaras para dar juego.
Mientras
escribo esto otro debate en los estudios de Euronews nos muestra a un
euroescéptico belga que quiere echar de Europa a Grecia, mientras una federalista
europea también belga apuesta por más
Europa, pero en otra dirección. ¡Qué tranquilidad da ver un debate en el
que la gente no tiene intención de escucharse!
Prefiero
tener debate sin contendientes, que contendientes sin debate, como nos
ocurre por aquí con frecuencia. Si se da la paradoja de que los que van a votar
en masa en las elecciones europeas son los que están en contra de Europa, euroescépticos y nacionalistas, y que los que creen en ella se quedan en su
casa, me temo que vamos a tener unas instituciones de la Unión Europea muy
movidas.
*
Bernardo de Miguel "Debate sin contendientes" Cinco Días Blog La UE,
del revés 2/05/2014
http://blogs.cincodias.com/la_ue_del_reves/2014/05/debates-sin-sentido.html
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