Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
juego post-electoral suele dar mucho de sí, variadas interpretaciones... cuando
los votos lo permiten. En general, el día después suele ser del "¿qué ve
usted aquí?", un testo político visual. Esta vez, el resultado parece más
claro. Las interpretaciones van del rotundo
en el editorial de El País ("Rotunda victoria del PP") al
"castigo" de El Mundo ("España castiga la forma de gobernar de
Sánchez y Feijóo impulsa el cambio "). Cada uno con su estilo, pero parece
que estas elecciones representan ciertas cosas, que no vamos a cometer el error
de "interpretar". Parece que esta vez se interpretan solas.
El País |
Ha
quedado claro que no debería haber una distancia tan grande entre lo que se
consigue en las urnas y lo que se consigue en los pactos de gobierno. En cierta
forma, esas necesidades de otros para gobernar, que se dan por buenas, no deja
de ser una distorsión de los resultados reales, una matemática un tanto extraña
bajo la apariencia clara de las sumas.
La práctica
desaparición de Ciudadanos es el hundimiento de esa fórmula por reabsorción del
centro. No olvidemos que España estuvo gobernada un tiempo esencial por un
centro que acogía en su interior a liberales y socialdemócratas. Pero el
partido fue pronto desgajado por ambas partes, quedando como residual hasta su
desaparición.
La
política de estos tiempos pasar por otro tipo de etiquetas, se basa en otros
parámetros. La comunicación política se hace sobre problemas y culpables y
responsables. Me hizo gracia que una de las primeras valoraciones de la derrota
del PSOE fuese decir que "ellos habían hecho una campaña de guante blanco
mientras que los otros habían hecho una campaña sucia". No sé hasta qué
punto la persona que lo dijo lo creía o si era una respuesta planificada para
estos casos.
La
cuestión que abordan ahora todos, cada uno según el caso, es la consabida extrapolación,
es decir, qué anticipa esto del futuro electoral de las generales, ya muy
cerquita. Indudablemente, el futuro no aparece por encanto, sino que es hijo de
nuestras acciones, pero no es esclavo de lo ocurrido. No podemos ignorar lo que
sucede, pero hay que tener cuidado.
El
vuelco dado en el mapa del poder municipal y autonómico permite a los que ganan
la esperanza de un cambio mayor, cerrando el círculo del poder. También abre el
camino de la renovación interna en aquellos que han perdido más. Es en este
último caso donde se inscribe la nueva lucha que se abre, la del debate
interno. Los errores estratégicos, las decisiones equivocadas, las actitudes
complacientes, etc. se acaban traduciendo en luchas en el interior de los
partidos más afectados. Cuando las cosas van bien, todo es complacencia; pero
cuando se ha producido un desastre, los deseos de cambio se disparan y con
ellos los de desahogar lo controlado hasta el momento.
El interés, una vez visto el ascenso del PP en todas las áreas, se centra ahora en las reacciones del PSOE y sus alianzas ante el fuerte retroceso que han supuesto estas elecciones.
ABC |
Los
votos han dibujado un momento con claridad: no solo ha perdido votos el PSOE, sino
que se ha hundido su socio Podemos. Los votos de Ciudadanos han ido al PP y ha
crecido Vox. Si hay cierto regreso al bipartidismo, denostado por los situados
en los márgenes, está claro que ha sido un partido el que ha recogido la
tendencia al cambio y a la reestructuración del mapa y modelo políticos. Si los datos son claros, las causas son mucho más interpretables. Esa es la lucha que se abre.
El electorado ha hablado con claridad y no hay mucho espacio para otra interpretación, pero la forma de abordar el futuro es otra cosa. La estrategia de debilitamiento del PSOE por parte de Podemos ha sido, claramente desastrosa y suicida. No le ha servido para conseguir nada y ha hecho mucho daño. ¿Ha tocado techo el modelo actual, surgido hace poco más de diez años? Lo veremos en las próximas elecciones.
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