Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De una
forma sencilla: un mundo en donde una parte importante de la gente no trabaja
porque es sustituida por sistemas automatizados está destinado al fracaso, en
distintas formas. Un mundo en el que la producción se desplaza de forma
generalizada hacia donde es más barato producir, igualmente crea problemas si
no se equilibra con otras formas de producción.
Los
efectos los estamos viendo ya en el mundo más desarrollado. El desempleo se
convierte en algo endémico, difícil de corregir, con enormes bolsas. Los
problemas de las pensiones se convierte en nuevos conflictos (como vemos en
Francia) intentando reducir los años de trabajo y aumentado el tiempo de
cotización, algo complicado también de equilibrar si la gente se pasa décadas
de su vida con malos empleos, inestables y mal pagados, firmando decenas de
contratos al mes. El problema lo tenemos cada día en la prensa, basta con ver
la resistencia ciudadana a los planes de Macron en Francia.
Lo
cierto es que cada vez es más difícil encontrar un equilibrio en unas
sociedades que parecen así condenadas al desequilibrio, a la desigualdad
profunda, al fraude como forma de supervivencia en todos los niveles (fraudes
fiscales y fraudes de empleo).
A esto
se ha venido a añadir una nueva polémica que no abandona nuestros titulares,
los del papel de la Inteligencia Artificial y su aplicación en distintos
campos, destruyendo empleos.
Es
evidente que nos enfrentamos a un problema claro: la elección entre una
sociedad estable y una que no lo será por los enormes desequilibrios que se van
a producir en estos próximos años y que los estados no podrán sostener. Los más
ricos se arman para evitar las subidas de impuestos por todo tipo de vías y los
estados no se atreven a controlarlos por sus chantajes y amenazas de
deslocalizar sus empresas e irse a lugares, como dictaduras, en las que nadie
se les va a oponer a sus sistemas, sino que les darán las gracias con modestas
mordidas.
Hasta
ahora las declaraciones de distintos científicos sociales, pensadores,
intelectuales, etc. han sido moderadas, blanqueadas o silenciadas. La aparición
pública intensa de la Inteligencia Artificial ha servido para sacar a la luz
parte del problema y hacer prospecciones en los que pueda ser el futuro.
En el diario El Mundo se desplegaba el siguiente titular "IBM está considerando sustituir al 30% de los trabajadores con inteligencia artificial" hace un par de días. En el texto del artículo, Ángel Jiménez señalaba:
El impacto que las herramientas de
inteligencia artificial tendrán en el mercado laboral es todavía incierto pero Arvind
Krishna, presidente de IBM, tiene ya una idea muy
clara, al menos, de cómo afectará a su compañía. En los próximos cinco años,
cree que la inteligencia artificial acabará con unos 7.800 puestos de trabajo.
Es la estimación que esta semana hizo en una entrevista con el diario Bloomberg. La empresa tiene unos 26.000 trabajadores dedicados a tareas administrativas, que es el área en la que Krishna considera que el impacto de las herramientas de IA será mayor. "El 30% de estos puestos de trabajo serán reemplazados en los próximos 5 años por inteligencia artificial", confesó.
[...]
En enero, la compañía confirmó que 3.800
empleados se verán afectados por los recortes debido a la compleja
situación económica.
La histórica compañía se convierte así
en una de las primeras que está hablando abiertamente de cómo las nuevas
herramientas de inteligencia artificial, como ChatGPT, van a
afectar al panorama laboral, incluso en compañías tecnológicas y puestos que
tradicionalmente se habían considerado a salvo, como ingeniería y desarrollo.
El resto de empresas tecnológicas ha
procurado no hablar directamente de sustitución de puestos de trabajo por
inteligencia artificial durante los recientes despidos, pero no es un
secreto que forma parte de la ecuación que prácticamente todas están
considerando.
El 25% de las compañías en la lista S&P 500, que agrupa a las empresas más importantes del mundo, ha mencionado la inteligencia artificial al menos una vez durante la presentación de los últimos resultados trimestrales.*
El
desastre —no creo que nadie dude de esto— viene más rápido dentro de un sistema
en el que no hay responsabilidad social alguna en las empresas. Una empresa, se
nos dice desde la teoría, es una maquinaria para obtener beneficios. Si no lo
hace, se cierra o se recorta hasta el tamaño en que los dé. Si no funciona así,
se traslada a un lugar donde sea más barato producir. Eso es lo que vemos cada
día y lo que se nos repite.
Los
estados aumentan de tamaño en sus ofertas de empleo público para tratar de
absorber el desempleo que producen las empresas con sus reducciones o
deslocalizaciones. Mientras crece la crisis, los medios no ignoran el aumento
escandaloso de los beneficios. Si se dice de aumentar impuestos para estas
fortunas crecientes, los afectados se escandalizan y dicen que así se condena a
más paro. Un círculo vicioso que los gobiernos no se atreven a romper por ver
crecer el desempleo, la única cifra que el ciudadano de a pie realmente
entiende.
Se
camuflan los datos y se echa la culpa a las crisis que toquen, pero no se toca
la cuestión de la automatización y el desempleo generalizado. Cuando las
grandes empresas lo hagan, las pequeñas les seguirán gracias al desarrollo de
un sector que está lanzado y en plena promoción de sus virtudes para las
empresas. Pero, ¿qué es entonces una empresa que va bien, una con poca gente mal pagada y con mucho beneficio? Para
muchos esta situación es por la que ruegan.
El mundo ante la globalización y la limitación de recursos, el cambio climático, tiene que estar más y mejor coordinado. Hace falta dejar al descubierto las consecuencias de nuestras acciones. La cantidad de problemas que se generan van derivando hacia tensiones internas y exteriores, hacia fricciones sociales y conflictos bélicos, que tenderán a aumentar. La necesidad de pensar el planeta como un todo en el que las acciones de unos repercuten sobre el resto es cada vez mayor. Pero si las crisis se mantienen como forma de desequilibrio y se reprimen de forma que imposibiliten acuerdos por beneficiar a los de siempre, el problema se hará pronto dramático.
Ahora
vemos que es la IBM y otras empresas las que se enfrentan a lo que ellas mismas
generan, la Inteligencia Artificial, y su propio desempleo, pero el modelo está
en sus comienzos. ¿Nos veremos ante un nuevo movimiento ludita, un movimiento que ataque y boicoteé las máquinas pensantes?
De alguna manera, esto se está produciendo mediante el regreso a campos como la agricultura o formas de artesanía que aseguran el auto empleo en ciertos sectores. La necesidad de tener empleos en los que nos puedas ser sustituido por las máquinas se convierte en algo esencial para poder mantener una trayectoria laboral. Por su parte, los sistemas de pensiones se alimentan con las aportaciones de los que trabajan, algo que deja de estar garantizado por la provisionalidad y los cambios continuos de empleos mal pagados, de subsistencia.
En
estos días en los que salen noticias sobre la IA, no dejan de aparecer otros,
vinculados a entidades y empresas, en los que se cantan la gloria de la
automatización. Siempre se pone por delante el logro que supone, se tiende a
magnificar y a realizar promesas de beneficios futuros. Pero si son las propias
empresas que fabrican la IA las que despiden a sus propios empleados, ¿qué más
se puede decir? La proliferación de los mismos técnicos de la IA creando nuevas
aplicaciones de las que vivir ellos, aunque suponga el despido de los demás
crea un nuevo círculo. Despedidos de las empresas, crean las propias
desarrollando nuevas herramientas de automatización y sigue el ciclo.
Estos
días han aumentado de forma clara los artículos críticos. Hay que resaltar que
no se trata de ir contra la Inteligencia Artificial, que es un gran logro
científico y tecnológico, sino del uso que se le da en campos diferentes y a
cómo afecta al empleo.
Hace
unos días hemos señalado el impacto que puede tener (ya tiene) en la Educación
y la subversión del modelo humanista educativo de formación de la persona, de
la comunicación bidireccional, por un modelo pragmático, lucrativo y ahorrativo.
Con él se pretende sustituir las relaciones interpersonales de la educación por
la dirección de la máquina, que sería quien supervisara el proceso y realizara
las tareas de formación. Los artículos de apoyo a este modelo tienen detrás a
las empresas que extiende este proyecto vendiéndolo como ahorro, modernidad y
máximo aprovechamiento.
El
modelo sustituye la relación profesor - alumno, al igual que se están
implantando la desaparición de las bibliotecas físicas —el libro es un
"objeto" caro e individual— en beneficio de sistemas de gestión
automatizados de las bibliotecas constituidas por ebooks. El ebook es un logro
porque permite la extensión, pero la desaparición de libros, bibliotecas y bibliotecarios,
también incluye a los lectores, que se acostumbran a una forma de trabajo
diferente, como ya sabemos desde hace tiempo por pedagogos, psicólogos y sociólogos, entre otros expertos. Pero eso no importa ni a los que
lo ven como un "ahorro" (personas y dinero) ni a los que lo ven como un beneficio (dinero).
Asistí
hace un par de semanas a un canto glorioso a la desaparición del libro y de las
bibliotecas, transformadas en especia de "co-working", tal como se nos
explicó ante el universal beneplácito. El "libro-objeto" era el
enemigo, ocupaba espacio, pesaba y era caro; lo eran las estanterías, las mesas
para lectura. Lo que vendría sería un espacio libre, donde el nuevo problema
era elegir los sofás para trabajar. Los bibliotecarios se sentían felices con
el cambio, ignorando que la llegada del sistema en el que desaparecerían en su
totalidad está a la vuelta de la esquina. Pero la base de la ceguera suele ser
pensar que no te va a tocar a ti.
Lo peor
de todo es la ausencia de cualquier tipo de discusión, debate o diálogo sobre
los efectos de la automatización en cualquier sector. Quizá sea la política del
avestruz, pensar que no hablando de ello no va a ocurrir. Afecta ya a muchos
sectores, como señala el artículo, y afectará a más todavía en el momento en
que se convierta en ejemplo y normalidad. El personal físico se pensará en
términos de carga para la empresa. Y los números siempre estarán para apoyar
sus recortes, deslocalizaciones, etc.
Hace falta escribir nuevas distopías partiendo de esta realidad y proyectándola. De otra forma, el futuro llega de puntillas y cada vez más temprano.
* Ángel Jiménez de Luis "IBM está considerando sustituir al 30% de los trabajadores con inteligencia artificial" El Mundo 4/05/2023 https://www.elmundo.es/tecnologia/2023/05/04/6452e3ebfc6c8386628b459e.html
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