Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No hay
que ser demasiado perspicaz para comprender el peligro de las rimas en la
política. La rima fácil tiene sus peligros. Las personas que ayer entonaban sus
cantos rimando "democracia" con "mafia" establecían lo que
va a ser, desgraciadamente, la tónica de esta próxima y cruenta legislatura. Lo
que vimos en algunos oradores en la tribuna, lo hemos visto en la calle, las
mismas actitudes. Y lo seguiremos viendo, pues no se deja a la víctima a medio
rematar en el suelo. La víctima es el PSOE y con él, si no se remedia, la
convivencia democrática en las instituciones y en la calle misma, donde el
modelo de la intimidación comienza a retomarse.
La
maniobra diseñada para hacer saltar por los aires a la izquierda española ha
tenido éxito porque estaba ya sentenciada gracias a la pésima visión política
de Pedro Sánchez, que todavía está por ver sus peores momentos, cuando los que
le han llevado a este punto le aplaudan como ya lo están haciendo.
La
estrategia es ahora aislar a los partidos de sus votantes para absorberlos en
el momento adecuado en que se dinamite la legislatura y se
convoquen nuevas elecciones. Entonces se habrá terminado el retrato del PSOE
como "partido traidor", de sus dirigentes como "mafiosos" y
se jaleará su división y desastre ofreciendo pactos a los más beligerantes.
El
llanto de Pedro Sánchez es uno de esos espectáculos con los que las cámaras se
recrean —como señaló Celia Villalobos con ironía: "que un hombre llore en
público me parece fantástico"— por insólito. No sabemos muy bien por qué
lloraba, pues las posibilidades son muchas: por el partido dividido, por tener
que dejar su acta de diputado, por abandonar la Secretaría General, por el
gobierno de Mariano Rajoy o por haber vivido un momento de lucidez y ver el
desastre causado. Quizá sea solo un estudiado gesto más ante las cámaras o una mezcla de
todo lo anterior.
Hace
bien en llorar, sea cual sea su motivo real. Motivos tiene el que con su
inexperiencia no ha sabido estar a la altura de los tiempos o tener la humildad
que a veces la Historia necesita. Muchos de los que ahora le jalean desde fuera
saben de esta debilidad y le animan a que, visto lo anterior, se sume de nuevo
a la ceremonia de la confusión y remate lo que ha hecho. Sánchez ha sido un líder
que empezó mal y para el que sus compañeros pedían paciencia y ahora que se
calle.
En los
años de democracia española, pocas veces se han escuchado y visto espectáculos
como el de ayer, digno de países con poca o nula tradición democrática. La idea
de destruir el reparto de fuerzas en la izquierda española se acerca a su
consumación con la desaparición pronta de un partido que, si no lo remedia,
puede quedar de forma testimonial. Se trata de desacreditarlo y anularlo para
que el posible votante se sienta frustrado y le vayan dejando solo, aislado,
desmantelado. Es una estrategia pauloviana a base de escraches, de pancartas,
de insultos en redes sociales.
Señala
el diario El País en su editorial de
hoy:
Queda por delante la tarea de recuperar la
normalidad institucional, y en nada contribuyen a ello los discursos de odio y
resentimiento empleados por algunos de los que dicen representar la renovación
de la política o las constantes alusiones al pasado más oscuro de España en
algunos de los discursos pronunciados desde la tribuna. Es el futuro lo que
está en juego y no saldar las cuentas de la Guerra Civil o el franquismo.
Tampoco se puede endosar la participación de
varios diputados de Unidos Podemos, entre ellos Alberto Garzón, en una marcha
convocada “contra el golpe de la mafia” que discurrió ayer por el centro de
Madrid, organizada bajo la idea de agitar la ilegitimidad de la investidura del
presidente del Gobierno. Este propósito, rotundamente antidemocrático, ha
contado increíblemente con parlamentarios dispuestos a actuar de espaldas al
órgano representativo del que forman parte.*
¿Cree
el editorialista que ese es el camino que queda por delante en la legislatura
que se inicia? ¿Cree que espera la "normalidad institucional" al final
de este preocupante camino? Ya nos gustaría, pero no parece que eso sea lo más
probable.
Iglesias
ha impuesto su modelo. Los que quieran participar del festejo, que le sigan, ha dicho en la escalada. Otras vías han
quedado para "tontos" y "traidores", objeto de ataques y
escarnio.
Casi todos
los analistas coinciden en que el que ha salido más damnificado de todo este
proceso es el Partido Socialista. Ha sido llevado contra las cuerdas por sus
propias contradicciones. La principal de ellas es haber jugado a ser lo que un
partido grande no se puede
Tiene
razón José Borrell en la entrevista publicada en El Mundo, "ser presidente
de la primera potencia mundial es hoy mucho más fácil que ser secretario
general del PSOE"**. No está mal visto. Menos mal que no ha llevado más
lejos la asociación y se ha quedado ahí.
No es
cierto que España no haya tenido gobiernos de coalición. Los ha tenido en
aquellas autonomías en donde era necesaria la estabilidad por no tener mayoría.
Hoy hablar de coaliciones o apoyos parlamentarios, de simples abstenciones, es
entrar en zona peligrosa después del proceso de estigmatización seguido en
estos años contra los acuerdos que garanticen gobernabilidad.
El 5 de
mayo de 2009, Patxi López fue investido Lendakari gracias a los votos del
Partido Popular y UPyD. No le hizo gracia al PNV. La investidura de Aznar en su
primera legislatura en 1996, con una diferencia de diez escaños sobre el PSOE,
se consiguió con los votos de los partidos PNV, CiU y Coalición Canaria. Eran
los tiempos del denominado "Pacto del Majestic" entre el PP y CiU,
que tuvieron la contrapartida del apoyo del Partido Popular a Convergencia, que
no tenía mayoría en Cataluña, para que gobernara. El PSOE formó parte del
gobierno del PNV, la derecha vasca, con José Antonio Ardanza al frente. No pasó
nada. Apoyos parlamentarios y coaliciones; izquierdas, derechas y autonomistas
e independistas. Hoy todo sería traición.
Podemos y demás han impuesto su marco interpretativo de la realidad política.
Todo
está ahí para el que quiera ver que hubo un tiempo en que la "gobernabilidad"
era más importante que el "poder". Es la entrada de Podemos en el
juego político la que ha hecho tambalearse la idea de gobernabilidad. El poder, ocupar las instituciones, es un
paso necesario en su estrategia. De no llegar a él, el camino es la demolición
de los partidos próximos para quedarse con el espacio electoral y crecer. Se
aprovecha y alimenta la desafección que la actitud de los partidos que han
tenido responsabilidades de gobierno (no solo nacionales) ha producido en el
tiempo. Se paga ahora el desgaste en peleas de cara a la galería tratando de
gritar más que el resto; se paga la sordera ante las demandas legítimas de
muchos ciudadanos de resolver los problemas en vez de utilizarlos los unos
contra los otros. Se paga todo esto. Hace cinco años se perdió la ocasión de
haber hecho realmente algo en este sentido, pero lo acomodaticio de los
partidos hacía pensar que se pasaría, que era una moda pasajera. Se perdió la
ocasión. Aquí recogíamos algunas iniciativas —pocas— que se lanzaron al aire
para contentar las peticiones populares. Ninguna se cumplió y ahora se paga.
Prefirieron redirigir la desafección hacia el otro, cuando había terceros que se
lo hacían a ambos.
Como ciudadanos, debemos exigir respeto a la convivencia y un repensar la política, una exigencia a todos los partidos que realmente consideran que la democracia es algo más que llegar al poder a cualquier coste. La política democrática no es un ejercicio de acoso y derribo, sino de construcción para garantizar la gobernabilidad y el progreso del país. Hay unos límites de divergencia: la que nos causa daño a todos.
Tiene
motivos Pedro Sánchez para llorar. Pronto no será el único.
* "Fin del bloqueo" El País
30/10/2016 http://elpais.com/elpais/2016/10/29/opinion/1477767865_046589.html
** ""Hoy ser presidente de EEUU es
mucho más fácil que secretario general del PSOE"" El mundo 30/10/2016
http://www.elmundo.es/cronica/2016/10/30/58145e4222601d58088b458d.html
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