Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
prensa norteamericana está tan metida en la locura de la campaña electoral
norteamericana, con un Trump en
descenso, que ha dejado un poco de lado el encuentro entre Recep Tayyip Erdogan
y Vladimir Putin. Los norteamericanos se han dado cuenta del peligro potencial
que representa Trump para los Estados Unidos y muchos republicanos se van
descolgando de los apoyos en su propio bando, el republicano. Si Trump pierde
arrastra al partido; si gana, arrastra al mundo. Esta perspectiva, nada
exagerada después de las críticas recibidas por su plan económico, está pesando
lógicamente en la atención norteamericana. Las campañas en Rusia, en cambio,
apenas distraen la atención de nadie.
Hay que
rebuscar entra las secciones de The New York Times para encontrar la noticia de
ayer, el encuentro entre ambos presidentes. A la prensa le interesaba sobre
todo las reacciones oficiales en la medida en que oficialmente, Turquía es
miembro de la OTAN y las relaciones con la Unión Europea. La respuesta dada por
los portavoces, según recoge el diario, ha sido esta:
If the White House was uneasy about the
potential warming of relations between Turkey and Russia, nobody was saying so
publicly. At the State Department on Tuesday, officials referred questions
about the meeting to the Turkish government, and argued that the meeting itself
had not changed the American calculus on the Middle East or Europe.
“We don’t view this as a zero-sum game,” said
Elizabeth Trudeau, a State Department spokeswoman. She noted that Turkey and
Russia were both members of the United States-led coalition fighting the
Islamic State, and had both been involved in the effort to end Syria’s civil
war. “There’s a lot of common goals, common interests there.”
“I don’t think it’s a question at all that our
relationship with Turkey would be weakened at all by this,” Ms. Trudeau added.
She said she had no update on Turkey’s request
for the United States to extradite Mr. Gulen, a “legal, technical process”
about which American officials have been in direct contact with the Turkish
authorities. The administration, Ms. Trudeau said, feels anti-American rhetoric
is “unhelpful” to the United States’ relationship with Turkey. “We believe our
relations and our partnership and our friendship with Turkey is strong,” she said.*
Pocas veces la diplomacia ha sido tan diplomática. Esperemos
que sean solo sus palabras y no sus ideas porque de ser así de nuevo los
errores de cálculo serían grandes.
El intento de golpe de estado militar en Turquía es uno de
los hechos más importantes de los ocurridos en un año clave, lleno de
acontecimientos. La situación de Turquía y el papel que juega es importante.
Pero más importante todavía es lo que está suponiendo el proceso de de
transformación, es decir, el contragolpe
de Erdogan. La purga tiene como finalidad librarse de opositores, pero también
dibujar un nuevo escenario de futuro.
El intento de golpe de estado se produce por una
transformación en Turquía no por una cuestión personal. No se ha vuelto a
repetir que, según se señaló en las primeras y pocas comunicaciones, los
golpistas hablaron de defender la
democracia, de la traición de Erdogan
y de cumplir los compromisos
internacionales. Eran los tres aspectos que resaltaron.
El primero hacía
referencia a la degradación de la democracia turca, con cierres de periódicos,
detenciones de periodistas y opositores, cambios legislativos, etc. A Erdogan
se le llenó la boca de la palabra "democracia" después de no haberla
respetado para poder mantenerse en el poder y no tener el respaldo de la
mayoría de los turcos, pese a ganar su partido las elecciones. Lo evidente era
la pérdida de poder del AKP y, por ello, del propio Erdogan, que hizo de todo
para evitar que la oposición se uniera frente a él y accediera al gobierno.
También quedaron en evidencia las desavenencias dentro del partido, con la
dimisión del primer ministro y su sustitución por otro más afín y menos discutidor.
Erdogan no admite disidencias y es probable que cuando se sienta seguro
comience con sus propias purgas dentro del partido.
Percepción un mes antes del golpe |
El segundo aspecto, la traición, ha quedado en el aire
pendiente de más explicación. Los escándalos de Erdogan y su familia han sido
constantes. Los ha frenado acusando a los demás de conspiraciones contra él o
contra Turquía, que en su mente es lo mismo, como ha hecho con el proceso
abierto en Italia contra su hijo por blanqueo de dinero. Las filtraciones de
conversaciones o documentos son temas turbios relacionados con los negocios han
llevado a prohibiciones y estigmatizaciones de las redes sociales y de Internet
en su conjunto. Los analistas han señalado la paradoja de que la odiada internet
ha sido la que le ha salvado del golpe al coordinarse a través de ellas las
acciones para frenar el golpe con la salida a la calle.
El tercer aspecto suele ser una constante en los golpes de
estado de este tipo. Se anuncia que se mantendrán los compromisos
internacionales con lo que se trata de tranquilizar a los diferentes socios y
aliados. Este aspecto suele ser importante, pero en este caso lo es más: Turquía
es miembro de la OTAN. Lo es desde 1952, tres antes antes que Alemania y
treinta antes que España (1982). Las siguientes oleadas de incorporaciones se
dieron diez años después la caída de la Unión Soviética, en 1999 y finalmente en
2004. La OTAN se creó con la Guerra Fría en mente y se desarrolló después como
forma de defensa de Europa y como distanciamiento
frente a la Rusia tras la disolución de la Unión Soviética. Turquía no ha sido Europa —aspira a ser parte de la Unión
Europea— y no ha sido miembro de la ex Unión Soviética. Y la deriva
desarrollada por Erdogan hace cada vez más complicada su situación.
Antes del acercamiento a Rusia también trató de arreglar las relaciones conflictivas con
Israel y, más complicado, con Egipto. En este último caso, el apoyo dado por
Erdogan a los Hermanos Musulmanes, a los que ha acogido, no deja
demasiadas puertas abiertas. Para asegurarse que le quedaba claro a Erdogan, el
parlamento egipcio comenzó a hablar de la posibilidad de aprobar una resolución
sobre el genocidio armenio y la de dar asilo político, si así lo solicitaba, al
clérigo Fethullah Gulen, al que Erdogan considera responsable del intento de
golpe de estado en Turquía. El mensaje está claro.
La afirmación de la portavoz norteamericana de que las relaciones y amistad
con Turquía son "fuertes" es una fórmula diplomática vacía. Lo que
hay que ver es hasta dónde llegan las amenazas de Erdogan. El otro frente es el
europeo, en donde Erdogan amenaza también con un clima antieuropeísta.
El diario estatal egipcio Ahram Online recoge la información
de Reuters con las declaraciones gubernamentales turcas sobre la Unión Europea:
The European Union is making serious mistakes
in its response to Turkey's failed coup and is losing support for EU membership
from Turks as a result, Turkey's foreign minister said on Wednesday.
In an interview with the state-run Anadolu
agency, Mevlut Cavusoglu said Turkey's rapprochement with Russia was not meant
as a message to the West. However, he said if the West "loses" Turkey
it will be because of its own mistakes, not Ankara's good ties with Russia,
China or the Islamic world.
His comments reflect the deep frustration in
Turkey over the perception that Europe and the United States have given
lukewarm support to Ankara after the failed July 15 coup, when a faction of the
military commandeered tanks and warplanes in an attempt to topple the government.
"Unfortunately the EU is making some
serious mistakes. They have failed the test following the coup attempt,"
he said in the interview, which was broadcast live.
"Support for EU membership used to be
around 50 percent of the population, I assume it is around 20 percent
now," he said.**
El gobierno turco sigue con la teoría del país feliz y
evitando sus propias responsabilidades. Las tensiones con Europa son anteriores
al golpe. Y lo que es evidente es que el golpe no las va a curar porque no tienen nada que ver con él sino con los recortes
de libertades anteriores y los chantajes permanentes a Europa, que es el estilo
de Erdogan. El presidente turco sigue confundiendo Turquía con él mismo.
Lo dicho por el ministro de Exteriores equivale a decir que
seguirán intoxicando a la opinión pública contra Estados Unidos y la Unión
Europea hasta conseguir lo deseado. No significa otra cosa; es el estilo de
Erdogan y no tiene otro. Es lo que ha hecho en todas las ocasiones.
El argumento europeo —de no mediar el chantaje de los
refugiados, para los que habría que buscar otra solución que no esclavice a los refugiados ni a la Unión— debería ser que en estos momentos
la resistencia de los países europeos a la adhesión de Turquía se encuentra
bajo mínimos .
Está claro que el futuro de Turquía, desde el lado de
Erdogan y el AKP, no está en Europa. Se quejaba Erdogan el otro día de que
"Europa no nos quiere porque somos musulmanes", falseando y
retorciendo una vez más los argumentos. El rechazo europeo es por el creciente
islamismo que está desmontando el estado que se creó para poder modernizarse.
Erdogan recoge la herencia de un estado laico, con libertad de creencias, y lo
convierte en un estado en el que las mujeres pierden derechos y se las pide que
se dediquen a tener hijos por el bien del país, se cree que Darwin es un
peligro social, se transmite que había mezquitas en América cuando llegó Colón
(como recogimos aquí), se encierra a periodistas y cierran periódicos, emisoras y sitios web, hay ya un sustancial
exilio de personas que no pueden pisar el país por amenazas de distinto tipo,
etc. Todo es anterior a la intentona golpista. Y, previsiblemente, será el camino que intensifique Erdogan aprovechando el apoyo actual y deshaciéndose de los opositores, que serán acusados de "golpistas" en cuanto abran la boca.
No, el camino de Turquía no le lleva a Europa ni como
aspiración de libertades ni como conducta. La retórica de Erdogan no logra
tapar sus vicios y defectos islamistas, como no se pudieron ocultar los de
Morsi en Egipto, que llevaron a un golpe, el "no-coup", con resultado muy diferente. Ambos
países representan las dos caras de un mismo problema. Morsi quiso hacer más en un año que Erdogan en 15 y asustó a la mayoría, que se movilizó para que abandonara el poder. En Turquía, por el contrario, los 15 años de islamismo le han permitido que sea la gente la que frene el golpe, no quien lo refrende. Hay muchas otras circunstancias, pero es importante ese factor.
El escenario del mundo islámico ha cambiado mucho tras la
Primavera Árabe. Por mucho que se digan los cimientos se movieron y eso ha
hecho cambiar las estrategias de los países implicados y que se resientan las
alianzas anteriores, basadas en situaciones muy distintas. Eso afecta
igualmente a Turquía, que se ha orientado más hacia el mundo islámico que hacia
Europa en los últimos tiempos.
El tercer elemento es el papel de Rusia, que está
reconstruyendo su imperio y sus alianzas, basándose precisamente en la recogida
del antiamericanismo y fomentándolo allí donde puede a través de la especial
recepción de los problemas ajenos. Todo el que se sienta presionado por los
Estados Unidos o la Unión Europea tendrá asiento y cubierto en la mesa de
Putin. Allí les espera un menú hecho a medida en el que Putin busca el
afianzamiento de sus posiciones. Todavía debe recordar aquellas despectivas
palabras de Barack Obama llamando a Rusia una "potencia local". Pues
evidentemente está ejerciendo de tal: primero en Ucrania, a la que desgarró de
un zarpazo en Crimea para asegurarse sus bases en la zona; después manejando la
situación siria, donde se ha hecho lo que él ha querido; ha abierto lazos con
Egipto, también enfadado con los Estados Unidos y la Unión Europea por sus
denuncias de la situación de los derechos humanos y casos específicos como el Giulio
Regeni, etc.
Putin se hace la foto y vende barato, compra lo justo.
Cumple sus acuerdos, algo importante para los países que se ven presionados con
sanciones. El chantaje es mucho más eficaz, como sabe Erdogan. Los conflictos entre
Turquía y la Unión Europea y los Estados Unidos son para él música celestial.
El caso turco es importante porque decidirá mucho de lo que
ocurra en la zona. El papel oscuro de Erdogan en la lucha contra el Estado
islámico, la cuestión de los refugiados —convertidos en rehenes y moneda de cambio— la
seguridad de las fronteras, etc. hacen que haya que observarlo con
detenimiento.
Esperemos que la tranquilidad que muestra Elizabeth Trudeau,
la portavoz del Departamento de Estado norteamericano, no signifique indiferencia ante lo que allí ocurra. El
ejemplo de lo mal que se hizo en Egipto debería servir para comprender que los
cambios en la zona ya no se deciden solo en los despachos gubernamentales, que
existe movimientos más profundos. Esos movimientos son sociológicos, mediáticos
y bélicos. El antiamericanismo, como vimos el otro día, no es fruto de estos
acontecimientos, sino que situaba a tres países, aliados, al frente del
antiamericanismo: Egipto, Jordania y Turquía. Gran parte de ese
antiamericanismo del aliado es porque esas alianzas se han hecho desde las
cúpulas.
La Primavera Árabe marcó lo que podía ocurrir si se deja de mirar
hacia abajo mucho tiempo. También permitió comprobar los efectos de la doble
política de recibir por arriba y azuzar por abajo. "Aliados"
significa algo que no necesariamente comparte la población y que se puede usar
cuando conviene.
Reproduce la prensa las palabras de Erdogan diciendo que la llamada solidaria de Putin le hizo mucho bien psicológicamente. No hay como tener amigos. No sabemos si Erdogan ha rehecho su ego tras la visita psicológica a Rusia. Están por ver las secuelas y los traumas. La pelota está ahora en los tejados occidentales, que no deberían precipitarse en sus atenciones a Erdogan, pues es lo que espera. Putin lo sabe y no se engaña; sabe que nadie puede fiarse de Erdogan. Él ha conseguido poner nerviosos a muchos y no tiene nada que perder.
Queda mucho por ver todavía en el caso turco. Las aguas
turbulentas son
demasiado oscuras todavía.
*
"Putin and Erdogan Vow to Repair Ties as West Watches Nervously" The
New York Times 9/08/2016
http://www.nytimes.com/2016/08/10/world/europe/putin-erdogan-russia-turkey.html?ref=world&_r=0
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