Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
De
todas las barbaridades que el presidente Donald Trump está cometiendo y de las
que dan cuenta sus cien nefastos días en la Casa Blanca, ninguna le retrata
tanto como la invitación que acaba de realizar a ese otro siniestro personaje
que se llama Rodrigo Duterte, el siniestro presidente de Filipinas.
En este
acto se percibe claramente qué es lo que Donald Trump, caído en la presidencia
de los Estados Unidos, valora más que cualquier otra cosa: haber insultado a su
antecesor en el cargo, el ex presidente Barack Obama. No hay otro sentido en
las acciones de Trump más que hacer lo contrario de lo que hizo, desmontar lo
que estaba hecho y estrechar con sus pequeñas manos las de los dictadores a los
que Obama hizo gestos evidentes de desagrado.
Cualquiera
que tenga ese mérito. Hasta doña Theresa May fue bien recibida a causa del
Brexit. Recordemos que Obama apostó públicamente por una Europa unida. Eso hizo
que pidiera que le llamaran "Mr. Brexit" durante su campaña y que el
primero en ascender a escalera al cielo de la Torre Trump y hacerse una foto
con él fuera el hombre sonrisa, Nigel Farage.
No
hablemos ya de la admiración profunda por Vladimir Putin, con el que solo el
deseo de llevar la contraria a Obama bombardeando en Siria, ha llevado a tener
un enfado momentáneo. Lo mismo ha ocurrido con el "fantastic guy", el
presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, el primero en felicitarle por la
presidencia, según la devota prensa egipcia.
Algo
similar ha ocurrido con otro "liberal" respetuoso de las libertades y
de los derechos humanos, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Sus méritos
son muchos, haber insultado al genérico "Occidente", a la Unión
Europea y haber mantenido oscuras políticas con el terrorismo durante un
periodo con tal de que le hicieran el trabajo sucio con los kurdos, enemigo
interno que necesita para agitar al electorado islamista y evitar alianzas en
su contra que le desbancaran de la presidencia, algo para lo que hará falta un
soplete en el futuro.
Pero de
todo este club del autoritarismo, de todo este selecto grupo de gobernantes que
han sido puestos en evidencia por la presidencia anterior, por la Unión Europea
y por los países en los que se respetan los derechos y libertades de los
ciudadanos, pocos son tan significativos como el de Rodrigo Duterte, el hombre
que llamó "hijo de puta" al presidente de los Estados Unidos, Barack
Obama.
Es en
esta figura en la que se demuestra que Donald Trump no tiene sentido del Estado
ni tan siquiera del país. Trump carece de las más elementales virtudes
necesarias para ser un político en sentido medianamente normal de la palabra.
El
hecho de que no asistiera a la cena de los corresponsales en la Casa Blanca es
algo más que el signo de un distanciamiento. Es la constatación de su
incapacidad de entender las instituciones y su papel, algo que incluye a la
Casa Blanca, pero también las cámaras de representantes, la judicatura, etc.
Trump
es un hombre acostumbrado a conseguir lo que se propone por cualquier medio. Eso
es lo que ha hecho toda su vida. Sus objetivos siempre han sido conseguir más de lo que fuera. Es la
mentalidad agresiva de un empresario. Muchas de sus expresiones sobre el
"lío" que ha recibido, que la presidencia era más complicada de lo
que pensaba, que el mundo es una herencia, etc. no son más que el reflejo de
las excusas de un empresario cuando adquiere otra empresa y se pone al frente.
Sus palabras sobre que él no es el "presidente del mundo", sino de
los Estados Unidos definen perfectamente su disposición hacia lo que está
dentro. Él solo tiene esa responsabilidad, dice, aunque la Historia y las
evidencias sobre el papel de los Estados Unidos digan lo contrario. Las
justificaciones para bombardear Siria eran las fotos de los niños muertos, algo
lamentable desde luego. Lo comentó como si el bombardeo fuera una donación
empresarial para mejorar la imagen corporativa. Lo mismo ha ocurrido con el
lanzamiento de la bomba, la "madre de todas las bombas" en
Afganistán. Y veremos qué ocurre en Corea del Norte.
La
invitación a Rodrigo Duterte y las amables palabras que le ha dedicado son un
insulto a todos los Estados Unidos. También lo son a la comunidad internacional
que está intentando aislar a Duterte por ser un ejemplo de violencia
institucional. Da igual que Duterte manifestara sus hipócritas disculpas,
señalado que no se debe insultar al presidente del país más poderoso de la tierra.
Duterte no es una persona a la que se deba invitar a ningún sitio.
The
Guardian señalaba en septiembre pasado el insulto:
Elected in May on an anti-crime platform,
Duterte has lashed out at the US and others for criticising his war on drugs,
in which more than 2,400 people have been killed by police and vigilante
militia.
Duterte’s personal aides and the Philippine
government often try retroactively to soften comments from the man who
frequently insults world leaders and promises bloodbaths to achieve his aims.
Late on Tuesday, his communications team said Duterte had been addressing a
reporter, not Obama.
But even as his team was conducting damage
control, the head of state was making more inflammatory remarks as he arrived
at the conference, expecting more bloodletting in the Philippines in his war on
drugs.
“More people will be killed, plenty will be
killed until the last [drug] pusher is out of the streets,” he said in quotes
carried by Agence-France Presse.
He also said he would eat members of Abu
Sayyaf, a small Islamist militant group in the country’s southern islands,
which claimed a bomb that killed 14 people last week in Duterte’s home city
Davao.
“They will pay. When the time comes, I will eat
you in front of people,” Duterte said. “If you make me mad, in all honesty, I
will eat you alive, raw.”
[...] Duterte previously named the US
ambassador to Manila a “gay son of a whore” and told the Catholic church:
“Don’t fuck with me.”
He has called the United Nations “stupid” for
criticism of his controversial war on crime, in which he said 100,000 people
would be killed and told citizens they should murder addicts.*
No es el lenguaje más adecuado para la presidencia de ningún
país. Los insultos, las amenazas a los países
que le recriminan sus actos son constantes. El desprecio por Naciones
Unidas y por el mantenimiento de un cierto orden y maneras mundiales que
permitan las relaciones internacionales es otra característica de Duterte. El
presidente Trump parece encontrase a gusto entre tanto dictador autoritario,
entre tanto maleducado. Esta especie de caníbal político es lo mejor que tiene
Trump para poder hablar de algo que desconoce profundamente: el funcionamiento
del mundo, las instituciones y la política. La política del "compro-vendo"
en el que se ha formado desprecia profundamente, porque no forma parte de su
carga vital, cualquier mecanismo diferente basado en los principios que los Estados
Unidos dicen defender y bajo los que se han construido las relaciones
internacionales. Trump se comporta como una mala versión de un político, como
una parodia de una parodia política. Y eso es muy peligroso, como estamos
viendo en Corea, pero también malo para los que observan el comportamiento de
los nuevos Estados Unidos.
The New
York Times, con el titular "Trump’s ‘Very Friendly’ Talk With Duterte Stuns Aides and
Critics Alike", señala:
WASHINGTON — When President Trump called
President Rodrigo Duterte of the Philippines on Saturday, White House officials
saw it as part of a routine diplomatic outreach to Southeast Asian leaders. Mr.
Trump, characteristically, had his own ideas.
During their “very friendly conversation,” the
administration said in a late-night statement, Mr. Trump invited Mr. Duterte,
an authoritarian leader accused of ordering extrajudicial killings of drug
suspects in the Philippines, to visit him at the White House.
Now, the administration is bracing for an
avalanche of criticism from human rights groups. Two senior officials said they
expected the State Department and the National Security Council, both of which
were caught off guard by the invitation, to raise objections internally.
The White House disclosed the news on a day
when Mr. Trump fired up his supporters at a campaign-style rally in Harrisburg,
Pa. The timing of the announcement — after a speech that was a grievance-filled
jeremiad — encapsulated this president after 100 days in office: still ready to
say and do things that leave people, even on his staff, slack-jawed.
“By essentially endorsing Duterte’s murderous
war on drugs, Trump is now morally complicit in future killings,” said John
Sifton, the Asia advocacy director of Human Rights Watch. “Although the traits
of his personality likely make it impossible, Trump should be ashamed of
himself.”
Senator Christopher S. Murphy, Democrat of
Connecticut and a member of the Senate Foreign Relations Committee, said on
Twitter, “We are watching in real time as the American human rights bully
pulpit disintegrates into ash.”**
Trump representa a los Estados Unidos, no al contrario. La
política de Derechos Humanos y libertades no es una cuestión de Obama o
negociable. Es una política que debe ser respaldada claramente —por más que se
produzcan incidentes— y que compromete al país. No sabemos qué atractivo pueda
tener para nadie este tipo de personajes.
Y es aquí donde entran lo que, sin duda pueden ser
consideradas "fijaciones" u "obsesiones" de Trump. El
atractivo con Duterte es que es quien insultó a Barack Obama. El problema es
que no solo lo ha hecho con Obama, sino con todos aquellos que le han dicho que
las guerras policiales y las violentas muertes extrajudiciales no son algo admisible
ni de lo que presumir.
Habría que recordar la polémica suscitada en el Reino Unido
cuando Theresa May, contagiada del personaje, lo invitó. Hay que recordar las
palabras dichas por el speaker de la Cámara: el señor Trump ha dicho cosas que
no le hacen merecedor de estar allí, recibido con honores. Entrar en el
parlamento, ser recibido por la reina, vino a decir, es un honor que no todos
se pueden permitir.
Recibiendo a Duterte, las avalanchas de protestas se han
producido. Pero el insulto mayor lo ha hecho a los propios norteamericanos que
van a rendir honores a un matón. The Washington Post titula hoy "Trump’s
invitation to Duterte is a sign of the times". La excusa es la
situación de Corea y la necesidad de aliados. Una excusa muy floja para
esconder la realidad. El artículo finaliza recordando la fijación de Trump con
personajes autoritarios y fascistoides, como Duterte:
The other lens through which to view Trump's
invitation to Duterte is that of the American president's apparent penchant for
strongmen. While the European Union called for an investigation into the
referendum last month that conferred vast new powers upon Turkish President
Recep Tayyip Erdogan, Trump was the first Western leader to congratulate
Erdogan on his victory. He also hosted Egyptian President Abdel Fattah
al-Sissi, a coup-plotting former army man whose regime carried out a ruthless
crackdown on Islamists and dissidents. No matter the geopolitical scenario,
Trump seems to have a genuine affinity for men of action who brook little
dissent.
“If Duterte were not immune as head of state,
he would be barred from admission into the United States,” noted John Sifton,
the Asia director of Human Rights Watch, in an emailed statement. “Existing
U.S. laws and policy prohibit visas and entry to persons against whom credible
allegations of gross human rights abuses have been made.”
Sifton goes on: “The invitation is an
abomination, just as Trump's invitation to Sissi was an abomination, and
although his personality traits would seem to make it impossible, Trump should
be ashamed of himself. By effectively endorsing Duterte's murderous 'war on
drugs,' Trump has made himself morally complicit in future killings.”***
El club de amigos de Trump define a Trump. Ese club empieza a ser realmente siniestro. Peor todavía:
Trump —retóricamente los Estados Unidos—
están extendiendo certificados de buena conducta a personas que violan
constantemente los derechos humanos, mostrando que la presión de otros, como la
Unión Europea, las Naciones Unidas, las instituciones de derechos humanos, etc.
son inútiles ante su desafiante poder.
*
"Duterte tells Obama 'son of a whore' remark wasn't personal" The
Guardian 6/09/2016
https://www.theguardian.com/world/2016/sep/06/son-of-a-whore-was-not-meant-to-be-personal-duterte-tells-obama
**
"Trump’s ‘Very Friendly’ Talk With Duterte Stuns Aides and Critics
Alike" The New York Times 30/04/2017
https://www.nytimes.com/2017/04/30/us/politics/trump-duterte.html
***
"Trump’s invitation to Duterte is a sign of the times" The Washington
Post 1/04/2017
https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2017/05/01/trumps-invitation-to-duterte-is-a-sign-of-the-times/?hpid=hp_hp-more-top-stories_wvduterte440am%3Ahomepage%2Fstory&utm_term=.9272f6b6e767
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.