Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
publicación egipcia Mada Masr nos trae un interesante reportaje sobre una
cuestión que afecta al país directamente: la superpoblación. Con frecuencia se
cita a Egipto con la coletilla del "país más poblado del mundo
árabe". Ni "grande" ni "pequeño", sino poblado, un
atributo que se percibe desde diferentes puntos de vista. Desde la economía, se
ve la condena a la pobreza pues el estado no puede aportar recursos para tener
una mejor vida; pero para los que piensan en los hijos como "bendiciones",
como manifestaciones de la voluntad divina, la cuestión admite tintes muy
distintos. Esta polaridad puede llevar a consideraciones y luchas diferentes a
las habituales. Egipto, en este aspecto, no solo es el "más poblado"
sino que es también el que crece más rápidamente. Para muchos este crecimiento
es signo de favor divino, pero desde la perspectiva del sostenimiento del país
es una condena a la pobreza y a todo lo que ello conlleva, desde el aumento incontrolable
de enfermedades hasta la expansión de la ignorancia ante la imposibilidad de
ofrecer servicios convenientes ni en sanidad ni en educación.
La
publicación explica el nuevo conflicto que se abre ante la disparidad de
criterios de las autoridades del Estado y las religiosas, ya que en el centro
de la cuestión está la interpretación del mandato de sobre la natalidad. Con
una distinción teóricamente clara entre una permitida "planificación
familiar" y un prohibido "control de la natalidad", Egipto puede
"abstenerse", pero no "impedir" ya que eso es interferir en los planes de la creación,
en el doble sentido del término. Y ¿quiénes
somos nosotros para hacerlo?
Señalan en el reportaje:
The Islamic religious establishment’s
jurisprudential viewpoint is in clear opposition to birth control — as
evidenced by various fatwas issued by Dar al-Ifta. This contradicts the fatwa
issued by Tayyeb during Sisi’s 2015 speech, designating it halal. For instance,
one fatwa responding to a question about birth control states, “If what you’re
intending is to restrict the number of children out of fear of poverty, then
this is inadmissible. Allah the Blessed and the Exalted states in Surat
al-Israa, verse 31: ‘And do not kill your children for fear of poverty. We
provide for them and for you.’”
In a sign of ongoing tensions between the state
and religious institutions over the issue, media outlets reported that Social
Solidarity Minister Ghada Waly suggested imposing penalties on families that
exceed a certain number of children. These claims, later denied by the
minister, were met with a fatwa from Dar al-Ifta which reiterates the
inadmissibility of birth control. The fatwa states that “Islam does not impose
a certain number of children on a Muslim. Islam urges all able Muslims to reproduce and
multiply.”
The Coptic Orthodox Church’s stance on birth
control is not substantially different from the official Islamic position.
Natural birth control methods accepted by Islamic and Christian institutions
include timing intercourse before or after the period of fertility following
menstruation or using the withdrawal method where the man ejaculates
externally. Their promoted methods do not include the use of birth control
pills, diaphragms or even male condoms.*
Con este planteamiento, el crecimiento incontrolado de la
población solo traerá pobreza pues se consumirán todos los recursos del estado
con muy poca eficacia. Los problemas de la pobreza son muchos como es obvio. Y
muy difíciles de erradicar.
El artículo, en cualquier caso, trata de expresar el
conflicto existente entre las autoridades religiosas y las políticas. En la
medida en que la constitución egipcia establece que la Sharia es fuente de
legislación, el peso de la Universidad de Al-Azhar y de todo aquello que los
clérigos puedan establecer como posible, es decir, ajustado a la religión, es
enorme. La expansión del control religioso no es una cuestión de los clérigos,
sino de todos aquellos que basándose en su autoridad controlan la vida de las
personas, como ocurre con un sector muy peculiar, el médico.
En Mada
Masr escriben:
Religious guardianship may even extend to
physicians’ clinics, where doctors speak to their patients in the name of God
and religion.
“I went for the first time in my life to see a
gynecologist with my mother who wanted to know when I would start to bear
children,” Christine recalls. “I told the doctor that I would like to use
contraceptives for a year as I had just gotten married. He told me that it is
against God’s will. Of course my mother was very pleased when he advised me to
start having children. He refused to prescribe me medication and I was afraid to
try anything on my own.”
Other women recount being compelled to switch
doctor several times after receiving similar advice about the inadmissibility
of contraceptives in religion, especially in the first years of a marriage.
They say that doctors’ insistence on giving them “morality lectures” was a
psychological burden, compounded by family pressures, leading them not to seek
any form of contraception.*
La medicina no es solo una cuestión del cuerpo, sino que ese
"cuerpo" es una construcción cultural, una intersección de discursos
sobre qué significa, cómo debe ser regulado, qué puede hacer o no, etc.
El sector médico siempre ha tenido una fuerte presencia
islamista, por lo que aprovechan a controlar el cuerpo no como algo
perteneciente a la persona, que puede decidir sobre él, sino como algo que está
cedido para una finalidad que nos
sobrepasa. En este sentido, el médico o cualquier otro miembro de las
instituciones que controlan nuestros cuerpos, puede interponerse, como se nos
cuenta en el reportaje.
Cualquier intento por reducir el número de hijos para poder
afrontar el destino del país chocará con todas esas resistencias que no solo mantienen
sus criterios sino que muestran al Estado quién manda realmente. De esta forma,
el poder religioso sobre los ciudadanos da fuerza y autoridad a todos los que
se presenten como portavoces divinos. En la publicación se señala:
Kawthar al-Kholy, director of the Noon Center
for Women and Family Issues, which works primarily with poor women in rural
areas, also points to the “primacy of religion among the marginalized, poor and
uneducated.”
“If people are addressed by a government
official or a science or health expert, they will listen only in the presence
of a cleric,” Kholy says. “We conducted trainings for sheikhs and priests on
issues such as female circumcision, women’s education and even women’s work.
Most secular institutions have with time come to see that without the
participation of religious clerics, their efforts are wasted.”
But many women who do want fewer children are
prevented from doing so, in both rural and urban settings.^
Este cuerpo tutelado, bajo supervisión de los clérigos,
permanece atado. Solo se es "libre" para hacer lo prescrito. Cuanto
mayor sea el control sobre él, mayor es el poder sobre el cuerpo social.
Una vez más, la lucha se hace sobre el cuerpo de las
mujeres, ya que son ellas las que han de tener los hijos y casi siempre cargar
con las consecuencias. Las historias de maridos que se niegan a poner control
de ningún tipo en sus relaciones, cargándose de hijos para después desaparecer
no son algo infrecuente:
One such woman, Mona, says “Although me and my
husband faced difficult financial circumstances after the revolution, he
insisted on not using any means of contraception, which the mosque’s sheikh
said were haram because God will provide sustenance.” He threatened to divorce
her unless she complied, so she did.
“After having many children, our home got so
crowded that life became very tough, and he divorced me and married a younger
woman. He doesn’t ask about me or the children, nor does he financially provide
for them,” she adds.*
La
ineficacia del sistema deja a las mujeres cargadas de hijos, queridos todos por
Dios, pero despreciados por sus desaparecidos padres, que sigue fecundando
mujeres con la alegría de quien expande su ego.
Los efectos de superpoblar el mundo con la esperanza de que
algún día serán premiados son devastadores. No hay premio; solo deterioro. La
esperanza política del presidente de encontrar un apoyo razonable en la
transformación de lo evidente, choca con la resistencia islámica que controla
el cuerpo social. ¿Cómo sacar de la pobreza, educar, mantener, etc. a una población
que no deja de crecer? ¿Cómo frenar una tendencia constante al deterioro cuando
la única respuesta es un dedo señalando al cielo?
El presidente al-Sisi ha tratado de controlar a los clérigos
o al menos obtener de ellos respuestas que permitan aceptar políticas modernas
para problemas antiguos. Pero no están dispuestos a renunciar a lo que es su
poder.
En la medida que la obligación está expresada en la Constitución,
es posible que se produzca algún tipo de intento de reformarla en aquellos
aspectos en los que las acciones se ven frenadas. Eso será un enfrentamiento
enorme. Pero muy poco se puede hacer si siguen creciendo al ritmo que lo hacen. Los titulares de Newsweek ("Forget ISIS, Egypt's Population Boom is its Biggest Threat") o las palabras del presidente recogidas por Egypt Independent en el suyo ("Population growth is no less dangerous than Terrorism: Sisi"), ambos recientes, muestran la cara dramática y urgente del problema.
Pero ¿cómo hacer que se considere un "problema" lo que se considera una "bendición" y un mandato divino de expansión? En la cultura no hay nada aislado y las batallas no están aisladas de la guerra. Nacimientos, mujer, cuerpo, religión, poder, política... todo está entremezclado.
*
"Overpopulation, religion and fatwas on demand in Egypt" Mada Masr
7/05/2017
http://www.madamasr.com/en/2017/05/07/feature/society/overpopulation-religion-and-fatwas-on-demand-in-egypt/
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