jueves, 4 de diciembre de 2025

El bocadillo contaminado

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Nuestro café de ayer giró sobre varios aspectos, pero el que levantó más sorpresas fue el del bocadillo contaminado y contaminante del que algunos no habían oído hablar. Hay que explicar que el café se toma ante una pantalla silenciada en las que la Inteligencia Artificial (suponemos) convierte las palabras que no escuchamos en las palabras que vemos.

Esto supone, por ejemplo, que cuando hablan de Mazón leemos cosas como "masón", "massón", "quemazón" y un sinfín de variantes derivadas de lo que la IA escucha a los contertulios y transcribe con su mejor voluntad para nosotros, atentos espectadores de lo que se nos ofrece.


Y esta mañana tocaba ver a los militares con perros intentando rastrear jabalíes enfermos. Comenté a mis contertulios que la teoría del momento era la siguiente: alguien que iba en un coche por una carretera que atraviesa los bosques en los que viven los jabalíes se hartó de su bocadillo de chorizo, salchichón, lomo o mortadela y lo arrojó por la ventana. El bocadillo, nos dicen, estaba contaminado y al que se lo iba comiendo no le pasaría nada, pero si se lo comían los jabalíes cogerían la peste porcina africana, algo que se iría extendiendo entre sus amistades, a las que no se les ocurría que su colega de la manada se hubiera infectado con un inocente trozo de bocadillo arrojado a la carretera. 
Es probable que la opinión esté dividida entre los que piensen que el autor del lanzamiento del bocadillo contaminado lo arrojara pensando que serían los pajaritos los que se comerían aquello y estaba haciendo una buena acción ecológica y ayudando al medio ambiente y los que, por otra parte, crean que tras el acto del lanzamiento había algún tipo de maldad.

Pero si la cuestión llega al congreso, senado o cualquier tipo de parlamento, seguro que se suscitan las sospechas sobre el voto (anterior y futuro) del que arrojó el bocadillo, pasando la cuestión a primer término.

Si por casualidad alguna cámara presente nos ofreciera imágenes captadas y fuesen perceptibles la matrícula o un rostro reconocible, seguro que salen a relucir estas cuestiones capitales. No quiero imaginar lo que podría ocurrir si sale algún oscuro rumor sobre algún concejal, asesor municipal o quién sabe, más arriba en la escala política, responsable del bocadillo contaminado.

Nadie en su sano juicio correría el riesgo de que se le asociara con el inicio de la epidemia. Pero como los bulos son el pan diario de las redes sociales, debemos ir pensando que pueda ocurrir. Hoy con la IA (sí, la misma que tiene dificultades con Mazón) te puede generar unas imágenes realistas en las que se te vea, con cara de maldad, arrojando bocadillos porcinos contaminados. Me llegó hoy al Facebook una publicidad en la que se me ofrecía generarme una foto con un Santa Claus bastante ajustado al modelo estándar. Si algunos tenía dudas sobre la existencia de Santa, estás fotos se las despejan.

Nuestro café mañanero terminó con serías dudas, con ampliación de hipótesis sobre lo posible. Pero especialmente sobre las probabilidades de que un bocadillo de producto porcino esté contaminado y se arroje a un punto en el que se produce el fatal encuentro entre el cerdo en rodajas y el jabalí silvestre, ingenuo él, que no sabe los riesgos de comer a manos de desconocidos.

Científicos, militares y activistas ecológicos dan por buena la teoría del bocata arrojado, según nos dicen en los medios. Nos dicen que no pasa nada, pero los vemos dentro de sus trajes a lo Stranger Things y venga duchas y rociados. Como no sabemos todavía quién se comió la mitad del bocadillo y arrojó la otra mitad en el bosque, tenemos que confiar en que podemos comer embutido con tranquilidad, echar chorizo al cocido, etc. La economía depende de ello.

Si esto pasa en los Estados Unidos de Trump, el bocadillo habría sido de embutido latino y Trump afirmaría rotundo alguna teoría conspiratoria y anti americana. El bocadillo habría sido arrojado por algún perverso inmigrante venezolano, de familia de narcos, casi con toda seguridad. Una razón más para actuar con contundencia, diría.

Esperamos más noticias para próximos cafés mañaneros.

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