Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Lo del
Sumar de Yolanda Díaz empieza a tener cierta sorna. Los intereses en lo que
llaman "la izquierda del PSOE" son cada vez más definidos y no van
precisamente en la línea aritmética adecuada.
En 20minutos
se hacen una serie de preguntas que se responden tratando de que la gente pueda
entender las relaciones —que se califican como "turbulentas"— entre
Podemos y Sumar. Con el titular "Las primarias abiertas provocan el
enésimo cisma entre Podemos y Díaz: qué son, a quién benefician y por qué se
habla de ellas", Daniel Ríos intenta aclarar algo que tiene su propia lógica
interior. De las preguntas que se plantean en el artículo resaltamos la
siguiente:
¿Por qué es tan importante esta negociación?
Básicamente, porque tener un mayor número de puestos en las listas da
acceso a una mayor financiación, a un mayor número de recursos para desarrollar
la acción política y, especialmente, a una mayor capacidad para marcar las
líneas políticas y estratégicas de Sumar durante la próxima
legislatura. Podemos aspira, mediante la celebración de primarias, a tener
un peso mayoritario, algo que consideran lo justo, dado que el morado es el
partido más grande a la izquierda del PSOE. Y, además, los morados creen que
esa es la única manera en la que podrán traducir su peso real a puestos en las
listas, puesto que consideran que Díaz, IU y Más País quieren mermar a Podemos
hasta hacerlo circunstancial.*
La política
española se ha convertido en una jungla sin piedad, sin más leyes que las de la
supervivencia de los mejor adaptados a este entorno fragmentado propiciado por
el escenario mediático y las circunstancias sociales. El fraccionamiento ha
hecho que las grandes organizaciones políticas sean menos dinámicas, más
acomodaticias, que aquellas que surgieron sobre los modelos del 15M, mucho más
dinámicos y asamblearios en sus inicios. Construidos sobre la imagen de la
"indignación", su carácter es más agresivo en sus planteamientos. Sin
embargo, el tiempo no pasa en balde y se produce unos efectos en ambas
direcciones: fuerza a los viejos partidos a tener que ser más agresivos (esto
es una batalla continua) y los nuevos partidos empiezan a tener
"intereses" de partido "viejo".
La pretensión
de haber salido del Edén sin mácula es solo una fachada que los partidos nuevos
intentan mantener como si cada día salieran sin memoria o intereses. Pero una
ley inexorable se cumple: cuanto más poder se tiene, más se quiere y, cuanto
más se quiere, más se degrada.
Yolanda Díaz ha
tratado de hacer un ejercicio imposible, "sumar" y "no ser
sumada". La lucha entre los grupos a la izquierda del PSOE no es solo por
"estar", sino por "estar lo mejor posible", lo que se
plantea —como bien hace el articulista— situando sus piezas en posición
privilegiada sobre el tablero electoral. Estar bien colocados en las listas
significa tener más representantes (controlar) y tener más recursos (estar
mejor financiados, lo que permite acoger en el partido a más gente). De esta
forma se produce la metamorfosis, el "envejecimiento" político en el
interior. Esta maduración realista dentro del sistema hace que se vean como
rivales a los presuntos socios.
El hecho de que unos pongan condiciones (Podemos) y otros se adhieran directamente a Sumar es ya una forma de posicionamiento y de rechazo. Los que dicen que van a estar están diciendo con ese acto que no están de acuerdo con ciertas cosas que se han producido en este tiempo. A veces no sale todo como se quiere y las ambiciones mesiánicas se pagan.
Los retrasos de
Yolanda Díaz, sus dudas metafísico-aritméticas, son claros. Trata de evitar que
lo nebuloso de su planteamiento sea fagocitado por el depredador organizado. En
cuanto que se encarne, será mordido y absorbido por la fuerza predominante, es
decir, Podemos, cuyas formas agresivas son parte de su naturaleza, como hemos
podido ver en el tiempo de esta legislatura.
Pedro Sánchez
sale a los micrófonos a decir que el "pacto" llegará hasta el fin de
la legislatura, mientras en el partido le piden mano dura con los socios
minoritarios, que vean quién manda,
según se nos decían en los medios. Pero Yolanda Díaz solo tiene su persona como
activo y algunos que han manifestado estar de acuerdo con sus planteamientos,
sean estos los que sean. Quizá la aceptación venga de considerarla preferible a
los modos de Podemos. Lo que está sobre la mesa es su existencia.
El que está ya
organizado, el que tiene cargos políticos que repartir, tiene mucho que perder
y resistirán lo que puedan. Saben perfectamente que si son castigados en las
urnas, una parte importante de lo que ahora tienen se desvanecerá. La
oportunidad de oro que han tenido en la legislatura, con ministerios estrella y
proyectos atrayentes, queda ya atrás. La pifia de la Ley del Solo sí es sí le
ha perjudicado y, sobre todo, ha dejado en evidencia que la soberbia no es el
mejor camino.
Yolanda Díaz
sabe que debe tener cuidado con no quedar atrapada en una prisión de oro en la
que quede rodeada por personas cuya función es controlarla. Podemos seguiría
controlando el espacio propio y ampliaría su dominio, con lo que se aseguraría
una segunda legislatura controlando a su vez al PSOE, que necesitaría de sus
votos para gobernar. Todo esto llevaría a una situación comprometida, como ya
se han dado cuenta muchos dirigentes del PSOE, hartos de esta situación en la
que tienen que transigir cuando se les responsabiliza de los fiascos, se les
acusa de querer "pactar con la derecha" o de asumir sus
planteamientos, es decir, cuando se les dan puñaladas por la espalda de
continuo.
No sabemos
cuánto tiempo logrará resistir Yolanda Díaz ante las presiones. Por ahora solo
hay giras y palabras. Si no importa el orden de los sumando para la suma, en la aritmética política el momento de la suma es fundamental. Dos no suman si uno no quiere.
El País |
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