Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Se ha
puesto de moda entre algunos personajes insultar a la joven activista sueca
Greta Thunberg. Los insultos le son dirigidos por "mujer",
"joven", tener sin Síndrome de Asperger y ser "activista";
todavía no lo han hecho por "sueca" que es más complicado y podría
evitar que le dieran el Nobel de algo en el futuro. Por ejemplo, a Donald Trump
el de la Paz, al que seguro que se considera candidato con fundamento, como Arguiñano.
La
intensidad de los ataques es señal de la razón que asiste a Thunberg. No
siempre es así, claro, pero sí en este caso. Greta Thunberg tiene razón. Su
causa es justa y se limita a algo esencial: escuchen a los científicos y
presionen a los políticos. En realidad, no hay campaña más moderada y universal
que la de Greta Thunberg, que se ha complicado la vida buscando medios
alternativos de bajo consumo y a la que se vigila al extremo de recriminarle
que se sentara en un sofá de piel, que sin duda no era suyo. Pero además de
tener que mirar al futuro, parece que a algunos les exigen tener ojos en el
trasero.
Los
insultos a Greta Thunberg le llegan desde la presidencia de los estados hasta
algunos indocumentados callejeros que no sé muy bien de qué la responsabilizan,
pasando por una serie de periodistas y columnistas que parecen buscar su
protagonismo complicado mediante el ir contracorriente. Hasta el momento, los
países con presidentes más maleducados, como era de esperar, son los Estados
Unidos y Brasil.
En su
incansable tuitear, Donald Trump se ha referido varias veces a la activista
sueca denigrándola en todos los aspectos posibles ya que no hay aspecto de su
personalidad que no le resulte molesto. Esto se ha agravado, como estaba
previsto, con el nombramiento de Thunberg como Persona del Año por parte de la
revista Time, algo que al eterno aspirante a todas estas cosas y portadas, le
ha sentado fatal.
En la
CNN en Español, podemos leer a Chris Cillizza sobre estos ataques:
Esta no es la primera vez que Trump ataca a
Thunberg. “Parece una niña muy feliz que espera un futuro brillante y
maravilloso”, expresó con sarcasmo Trump en Twitter después del discurso que
Thunberg pronunció ante la Asamblea General de las Naciones Unidas a principios
de este otoño. “¡Qué bueno verlo!”, insistió el presidente.
Lamentablemente, la reacción de Trump resulta
predecible luego de que la joven activista sueca fuera nombrada como la persona
del año de la revista Time… por encima de él. Trump es un bravucón. Y ha
demostrado una y otra vez que no tiene recelo en matonear a nadie. No olvidemos
que se burló de la apariencia de Carly Fiorina cuando estaba compitiendo con
ella por la nominación republicana durante la campaña electoral de 2016. Y en
esa misma campaña, el ahora mandatario se mofó de un periodista de The New York
Times imitando groseramente su discapacidad física. Entonces, que el presidente
de Estados Unidos le diga a una joven de 16 años con síndrome de Asperger –una
condición que se caracteriza principalmente por la dificultad en las
interacciones sociales– que haga algunos amigos y, básicamente, “se relaje”, se
adapta muy bien a ese patrón de comportamiento.
Thunberg respondió cambiando su biografía de
Twitter para burlarse de las palabras del presidente y refirió a sí misma como:
“Una adolescente que trabaja en su problema de manejo de la ira. Actualmente se
relaja y mira una buena película anticuada con un amigo”. Thunberg ha sido
abierta sobre su diferencia neurológica, reconociendo las luchas que ha tenido
y asegurando que es un “superpoder” cuando se trata de su activismo.*
Es algo
muy evidente los ataques de celos que le provocan a Trump cualquier mérito que
le sea reconocido a otro. Cree poseerlos todos y tener derecho a todos los
reconocimientos posibles. Los celos enfermizos son algo que forma parte de su
patología evidente. Greta Thunberg es un episodio más en su vida celosa, con el
problema de que ella adquirirá mayor protagonismo y Trump seguirá rabiando.
Estamos hablando del hombre que sigue afirmando que tuvo más asistentes en la
ceremonia de toma de posesión que Barack Obama, pese a las evidencias
fotográficas mostradas una y otra vez.
Pero no
confundamos el efecto con la causa. Los Trump y Bolsonaro atacan a Greta
Thunberg por lo que dice, representa y los demás valoran, el indiscutible
efecto de sus acciones y omisiones sobre el cambio climático, sus políticas
negacionistas que tienen efectos sobre el planeta. Trump, Bolsonaro y unos
cuantos más representan la "violencia irresponsable" sobre los
condicionantes del cambio.
Más
allá de todo esto, el efecto Thunberg es la mayor sensibilidad y detalle a los
aspectos que afectan al calentamiento global. Cuando se piensa en situaciones,
estas pueden ir desde las talas que quemas de los bosques amazónicos a encender
o apagan el interruptor de una sala en casa. Unas cosas son más dañinas que
otras pero lo que realmente significa es que nuestros dos últimos siglos en el
planeta han sido bastante negativos para el conjunto, en especial este último
con la entrada de los carburantes que sacaron de la nada a países que no están dispuestos
a perder su poder energético sobre el que han construido su poder político y
militar.
El
hecho de que Bolsonaro haya llamado "mocosa" a Greta Thunberg no es más
que un síntoma de lo mismo: Thunberg les está levantando una contra creciente
que es difícil de negar y tras las que surgen decenas de declaraciones
señalando que tiene razón. En la cuestión climática, Thunberg es clara:
escuchen a los científicos y exijan a los políticos, como señalamos. La rotundidad
del mensaje obliga a algo que no quieren tener que hacer: enfrentarse a las
evidencias que los científicos de todo el mundo le ponen delante. Eso les
obliga a tener que justificar muchas de las decisiones que toman y que dejan de
tomar.
Lo
esencial de la forma actual de hacer política es la jerarquización de los
problemas. Trump, Bolsonaro y otros tratan de sustraer de la vista los
problemas que a ellos nos les interesa situar en primer término. Para los
otros, en cambio, la prioridad de los problemas es otra muy diferente. Las
decisiones sobre cuestiones climáticas son por lo general restrictivas, tienden
a corregir lo que se ha hecho mal y nos ha llevado a esta situación. Por el
contrario, los dirigentes negacionistas consideran que lo que les ha funcionado
(y en gran medida por lo que han sido apoyados) debe seguir, pues es el
fundamento de su propuesta electoral.
Por eso
es tan negativo que se haga propuesta electoral de lo que debería ser una
prioridad de todos, por encima de ideologías y demás consideraciones
partidistas. Dirigir el voto hacia cuestiones climáticas es un enorme error del
que muchos políticos se benefician pues justifican en las urnas su negacionismo climático. Lo estamos
viendo ya en algunos países de Europa.
Esto
explica los ataques de ciertos columnistas a Greta Thunberg, casi siempre
atendiendo a las mismas consideraciones personales a falta de argumentos con
los que rebatir, no a ella, sino a los miles de científicos e informes que
están detrás de lo que ella señala y a los que ella remite.
Es
cierto que por el hecho de meterse en el activismo, uno se expone ya a lo que
pueda pasar por ser parte en la lucha. Pero es inconcebible, por no decir
vergonzoso lo que se lee y escucha. El repertorio es muy amplio, de los
insultos descalificadores de Trump en sus tuit a la presunta explicación
"clínica" que podemos leer en algún medio español, que poco antes
hablaba del "clan Thunberg" y sus negocios como forma de quitar
mérito a lo realizado por la joven sueca.
Chris
Cillizza concluye en su reflexión sobre la actitud de Trump hacia Greta
Thunberg:
Lo que es realmente preocupante –y que
genuinamente me da rabia– sobre todo esto es que no escucharemos el rechazo por
parte los partidarios de Trump (en cargos electos y fuera de ellos) debido este
comportamiento absolutamente espantoso.
¿Por qué? Porque, en este momento de la
historia política estadounidense, el partido con el que se identifican
sobrepasa, ejem, todo lo demás, incluida la decencia común.
Porque la decencia común dictaría que, como
sociedad, no aceptamos que un adulto intimide a una niña de 16 años en
internet. Porque sabemos que está mal. Porque somos conscientes de que si
tuviéramos una hija no querríamos que un adulto la matoneara. Mucho menos un
hombre adulto. Mucho menos uno que es el presidente de Estados Unidos.
Pues
sí, así están las cosas. Son la demostración clara de que algo les falla a
estos mandatarios que se sienten todopoderosos y les molesta todo lo que se
interpone en su camino, incluido el de "persona del año". Tampoco quedan en buen lugar los que desde los medios —respondiendo a intereses muchas veces poco claros o queriendo llamar la atención haciendo la contra— se dedican a insultar a la joven por esos "pecados" de juventud, ser mujer o tener conciencia. Todo se achaca, como hace el medio español no citado, a establecer la conexión entre padres perversos y la genética. ¡Como si eso fuera a detener el desastre hacia el que vamos todos!
¡Déjate de mirar el dedo y mira la luna! Antes de que sea tarde. Thunberg solo es la cara visible y la palabra que nos recuerda lo que nos queremos ver ni escuchar. ¡Ah! Y enhorabuena por ser la Persona del Año para Time, la revista que Trump ha prometido no comprar más.
* Chris
Cillizza "Todos deberíamos estar horrorizados por el tuit de Trump sobre
Greta Thunberg" CNN en Español 12/12/2019
https://cnnespanol.cnn.com/2019/12/12/todos-deberiamos-estar-horrorizados-por-el-tuit-sobre-greta-thunberg-que-escribio-trump/
El hijo de Bolsonaro, arma al cinto |
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