Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Como
era previsible, el estado de emergencia decretado por el gobierno no tiene por
objeto una mayor eficacia contra el terrorismo sino silenciar las críticas. El
gran plan maestro del presidente Abdel Fattah al-Sisi es el silencio. No hay
otro.
La
demostrada ineficacia de un gobierno tras otro en los aspectos de seguridad y
economía ha llegado a la confrontación final con la realidad. Los dos objetivos
con los que el presidente se "ofreció" al pueblo egipcio fuero la
"seguridad" y la "mejora económica". Ninguno de los dos
objetivos se ha cumplido. Y la respuesta sigue siendo la misma para
desesperación de todos: silencio y represión.
Los
culpables —ese es el compadreo con Trump— son siempre los medios que cuentan la
realidad de forma diferente a como le gustaría al gobierno. La teoría
gubernamental es sencilla: el problema no es lo que ocurre, sino lo que se
cuenta. Si no se cuenta, no ocurre. Es una especie de posmodernidad cutre y
casposa pasada por el filtro militar: solo existe lo que lleva la firma de la
autoridad competente. Cualquier otra enunciación es "falsa",
"subversiva" y debe ser eliminada.
Ahram Online recoge las advertencias del Ministerio del Interior a los medios:
Egypt's Ministry of Interior said on Wednesday
it may resort to “judicial procedures” against newspapers and media outlets
that "spread rumours and false reports of security problems" at
strategic and vital facilities.
In a statement on its official Facebook page,
the ministry named specific newspapers and websites –El-Wafd, El-Masreyoun,
El-Bawaba and El-Masry El-Youm – that it said published false reports of a bomb
explosion in 6 October City on Wednesday as well as unfounded reports of the
finding and dismantling of an explosive device near Tanta University.
The ministry said that news outlets should
report on such news from “official sources” so as not to confuse public
opinion.*
Ya
hemos comentado aquí el secuestro de periódicos (el diario Albawaba) por criticar al ministro del
Interior, incluso por periódicos afectos al régimen en grado sumo. La
diferencia entre los críticos
y los críticos prosistema es que hacen una distinción: salvan al presidente. Lo necesitan como figura estable en la vorágine de
las crisis que se suceden.Según esto, los ministros existen para ser cesados. El presidente queda a salvo, pues no hay alternativa.
La
desesperación actual de muchos egipcios es que esto ya no les sirve de
consuelo. Han comprendido que el régimen actual carece de iniciativas
inteligentes, de objetivos sensatos y que no irán a ninguna parte. Es un choque
de realidad.
En
estos dos días se han vuelto a poner en marcha las estrategias del silencio, por un
lado, y por otro las del mínimo efecto. Una y otra se combinan. Desde el día
mismo de los atentados se han escuchado voces institucionales restando
importancia a los atentados señalando que no van a afectar a la anunciada
recuperación de inversores y turismo, las dos grandes promesas del presidente y
lo que los egipcios anhelan. No hay muchos signos, pero da igual; es la zanahoria.
Ya nos
referimos hace dos días a las declaraciones del presidente de la
patronal industrial. Las
repetimos, tal como las recogió Daily
News Egypt:
Tarek Tawfik, deputy chairperson of the
Federation of Egyptian Industries (FEI), said that terrorism is found in all
countries of the world, as there were successive events of terrorism in
Stockholm, London, and other European cities, all of which are famous for their
safety.
“There is no country in the world that is
immune from terrorism, and the recent church bombings in Egypt are a general
phenomenon. The imposition of a state of emergency is normal. It will have a
slight impact on investments in the coming period, but it is imperative,” said
Tawfik.
Tawfik noted that Egypt is now a stable
sovereign country with a parliament and a constitution, and it has all the
elements necessary for investment.
He added that Egypt has taken very important
measures to amend some economic legislation, and there have also been new oil
discoveries, which should improve the situation.**
Calificar las bombas en las iglesias como un "fenómeno
general" que no tendría por qué afectar a nadie, ya que ocurre en todas partes, además de ser un
insulto a los muertos, a los copos vivos y a los egipcios en general, forma parte de ese intento de minimizar el efecto.
Algo muy similar se hace con el turismo, mandando el mensaje de normalidad. Hay
atentados en París, por ejemplo, nos dice, y la gente vuelve a París. Pero son los ciudadanos los que reivindican su normalidad, su deseo de que no se altere su vida enfrentándose. Ninguna autoridad de estos u otros países cierra periódicos,
secuestra ediciones o detiene personas por criticar los fallos de seguridad o
al ministro.
Ese fue y es precisamente el terrible error egipcio con el
atentado contra el avión ruso que salía de Sharm el-Sheij: anteponer el turismo
a las vidas de los que murieron por la negligencia de los servicios de
seguridad del aeropuerto. Fue entonces cuando Egipto tuvo la ocasión de entonar
algo que nunca harán, el mea culpa.
Fueron los rusos los que no estaban dispuestos a que se
manipulara a sus muertos para seguir llenado las terrazas de los chiringuitos
de turistas. Pero el gobierno egipcio no lo ha entendido nunca. No lo ha
querido entender pensando —como hemos señalado muchas veces— que la negación de
la realidad, que le vale dentro de sus fronteras, vale fuera. El gobierno egipcio sigue creyendo que puede imponer su
fantasía y mantener la burbuja cerrando medios y atacando a los medios
internacionales que les critican.
Por lo demás, sigue alimentando las ilusiones de los
egipcios a la espera de una reactivación inmune a sus propias acciones. Nuevos
descubrimientos de recursos energéticos, reuniones, visitas de famosos, apariciones de antigüedades
todos los días, etc. intentando aparentar una "normalidad" que es
precisamente la que no pueden vivir. Pero se debe fingir.
Si los medios tratan de informar de lo que ocurre, pasan a
ser culpables. Solo el Estado tiene el monopolio de la verdad. Ayer, el diario Al-Masry Al-Youm y otros fueron advertidos
por difundir informaciones que alteraban a la opinión pública, calificándolas
como falsas.
En Mada Masr
podemos leer hoy:
Several senior state officials
called for greater restrictions on Egypt’s media after the coordinated bombings on Palm Sunday that
targeted the churches of St. George in Tanta and St. Mark in Alexandria,
killing 45 people and injuring more than 120 others.
While some analysts believe President Abdel
Fattah al-Sisi’s declaration of a three-month state of emergency will not make
Egypt’s dismal press freedoms worse, others warn that a larger crisis is
looming for the country’s media outlets.
As has transpired after other catastrophes and
terrorist operations in the past, Sisi harshly criticized Egypt’s media for
their coverage of the Palm Sunday church bombings. Addressing the nation in a
televised speech on Sunday night, he demanded that media outlets handle their
reporting of the bombings “with credibility, responsibility, and consciousness,
so as not to hurt the populace.”
“It is not reasonable to see this incident being
replayed on all our channels throughout the day, and you [media personnel]
forget this hurts Egyptians,” Sisi said. The incident transpired and we
screened it, but it is constantly being replayed.” He urged journalists, “take
care of your country,” and “take care of the Egyptian people.”***
El presidente asume que es él quien decide "qué afecta"
a los egipcios, "qué les hiere". Y lo peor: transfiere a los
periodistas lo que es su obligación como gobierno y su compromiso electoral, la
seguridad.
"Seguridad" no son encarcelamientos masivos o
arbitrarios, como parece entender. "Seguridad" no es secuestrar,
torturar y matar, como en el caso de Giulio Regeni. "Seguridad" es
proteger a los ciudadanos de los ataques, no de la verdad. Y, hoy por hoy, es
más fácil encarcelar periodistas que parar atentados, de esos que ocurren en cualquier lugar del mundo.
Al igual que las víctimas —este es el mensaje— los
periodistas son culpables del deterioro de la imagen de Egipto. Son ellos, con
su empeño en repetir las imágenes de los muertos, los que acaban con el buen
nombre de Egipto. Por su culpa la gente no viene a pasearse por este país en
paz, alterado de vez en cuando por explosiones, detenciones y desapariciones.
Eso forma parte de la guerra psicológica.
El artículo en Mada Masr termina señalando la incomprensión del gobierno del papel de los medios:
This criticism of media implies the state is looking for a scapegoat for its failure to contain terrorism, member of the Journalists Syndicate Abdel Hafeez says. “As if the media is responsible for the bombings, the deterioration of the economy, education, and health systems, as well as the protection of churches,” he adds, asserting that government officials do not understand the role of the media, which he stresses is to report and not whitewash events.***
Se trata, en efecto, de buscar chivos expiatorios sobre los que esconder su propia incompetencia, además de deshacerse de la crítica. Son los medios lo que inventan una anormalidad inexistente.
Es una enorme pena que Egipto desprecie de esta forma la
solidaridad internacional, que choca con esa barrera de la normalidad.
En el viaje a Estados Unidos del presidente,
se les pidió a los coptos que no se manifestaran denunciando el acoso creciente y continuo que sufren desde más de un año. Se les pidió por parte del Papa Tawadros II que
no contribuyeran a una imagen crítica de Egipto. Y los coptos, generosos a
sabiendas de la inutilidad del gesto que nadie les agradecería, no lo hicieron.
Las dos bombas y los 45 muertos del domingo pasado, los heridos, les
habrán hecho reconsiderar ese momento. Pensarán si lo más rentable no es
manifestarse ante la Casa Blanca de Trump diciendo que se les persigue por ser cristianos.
De nuevo será el ejército egipcio el que repare rápidamente
los daños de los templos coptos. Pero nadie va a traer de regreso a los
muertos. Tampoco regresará la confianza, que tras tres atentados e innumerables
incidentes en poblaciones donde han tenido que abandonar sus casas, es muy poca.
La ira que crece es no pueden hacer otra cosa que aceptar las palabras del
gobierno. ¿Qué otra opción queda?
Con los coptos callados y la prensa silenciada por la
amenaza de los cierres o secuestros de los número, Egipto cree que puede hablar
de normalidad, aparentar que nada ocurre o que ocurre lo mismo en todas partes.
Lo esencial, la diferencia, ya la hemos dicho: la actitud de las autoridades.
El día 9, el día de los atentados, la publicación Egyptian
Streets recogía con carácter editorial un artículo titulado "Another
Bloody Day for Egypt’s Copts". En él se anticipaba lo que iban a ser los
argumentos gubernamentales ante la masacre:
Today’s attacks on St George’s Church in Tanta
and St Mark’s Cathedral in Alexandria come less than six months after a similar
attack struck a chapel connected to St Mark’s Cathedral in Cairo. In that
attack, which was carried out by an ISIS suicide bomber, at least 28 women and
children were killed.
At the time of the December 2016 attack,
Egypt’s President Abdel Fattah Al-Sisi vowed punishment for the perpetrators
and promised to increase security and to crackdown on terrorism.
Following Al-Sisi’s statements, ISIS released a
video promising to “cleanse” Egypt of Coptic Christians.
Naturally, you’d expect tightened security at
churches and other vital institutions. Yet, despite the memory of those who
died in December 2016 still being fresh in our minds, two attacks were able to
strike Egyptian churches within hours of one another.
Even worse, the first attack took place on a
holy day for Egypt’s Coptic Christian minority – a day when Egypt’s security
apparatus should have been on high alert. It also took place less than 10 days
after a bomb exploded outside a police training center just a few kilometers
away from the church.
The second attack took place at the heavily
guarded St Mark’s Cathedral in Alexandria where Pope Tawadros II and other
leading religious and government officials were present to celebrate Palm
Sunday. At least nine people were killed, including a brave police officer who
reportedly tackled the suicide bomber to prevent him from entering the Cathedral.
Egypt’s government will tell us that this was
an unstoppable incident – that terrorism strikes everywhere and that we should
not be scared. But, we are scared. We are scared not only because of the
increasingly twisted capabilities of groups such as ISIS, but because of the
number of times we have to mourn our loved ones.
There comes a time when it is simply impossible
to ignore the obvious: Egypt’s Minister of Interior has failed.****
El texto refleja la ira por los muertos y levanta el dedo
directamente hacia el ministerio del Interior. Pero los ministros del Interior
tienen larga vida en Egipto. Los argumentos de justificación y calma ya ni
justifican ni calman, solo indignan un poco más.
Entre esos argumentos está que el turismo no dejó de ir en
la época de Mubarak pese a que estuvo una Ley de Emergencia durante 30 años. Es
muy triste que se haya ido dilapidando el capital
democrático que la Primavera Árabe trajo. Es realmente triste que se
justifique una dictadura por otra ante la incapacidad de construir una
democracia como la que se pedía y que hoy se considera el mayor de los males.
El gobierno —la interfaz del Ejército— se ha mostrado ahora, como se mostró
entonces, incapaz de gestionar libertades. Los islamistas hicieron lo mismo. El
sueño de una generación, dilapidado.
Solo la imposición de silencio a todos parece ser la solución. La desesperación hoy de muchos
egipcios, más allá del dolor, es haber comprendido que la solución global para
el país está lejos. La violencia viene de fuera, pero también de dentro. Se
pagan ahora los años de desidia, los años perdidos de modernización. Se pagan
ahora haber cedido a las denuncias de los islamistas ante los jueces contra los
intelectuales, los artistas, los profesores, etc. que podían haber dado la
batalla ideológica. Pero ellos cometieron el error de criticar por igual a unos
y a otros y eso los hizo sospechosos. Silencio, cárcel y exilio para ellos. Se
quedaron los islamistas, prestos a convencer a los más afectados que la culpa
de lo que le ocurría a Egipto era de la impiedad
de sus dirigentes. Había que regresar a las raíces, hacerse más piadosos y combatirles.
Hoy esta idea está por toda la región y es la que hace que sea tan difícil
combatir al Estado Islámico, que es algo más que un grupo armado.
Silenciando los medios, intentando evitar que las noticias
salgan no se consigue nada bueno. Diciendo que es "normal" que estas
cosas ocurran y que "se evitan" dejando
de visitar templos coptos en los recorridos turísticos —como aconsejan en
los foros en los que se pregunta por la seguridad— no se consigue más que
agravar las cosas.
Como dicen en Egyptian
Streets: es imposible ignorar lo obvio.
** "Bombings of churches have no serious effect on investments in Egypt: ILO
director" Daily News Egypt
10/04/2017
http://www.dailynewsegypt.com/2017/04/10/bombings-churches-no-serious-effect-investments-egypt-ilo-director/
*** "Egypt’s media in a state of emergency" Mada Masr 12/04/2017
http://www.madamasr.com/en/2017/04/12/feature/politics/egypts-media-in-a-state-of-emergency/
**** "Another Bloody Day for Egypt’s Copts" Egyptian Streets 9/04/2017
https://egyptianstreets.com/2017/04/09/egypts-ministry-of-interior-has-failed/
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