Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Una
campaña electoral es siempre un tiempo abierto a la improvisación y la
respuesta rápida en función de aquello que ocurra en su transcurso. De alguna
forma, es una especie de examen improvisado a los candidatos y a la clase
política en general sobre su forma de reaccionar y de las propuestas ante lo
ocurrido.
The
Washington Post ha realizado una extraordinaria información con el tratamiento
informático de los textos generados por el atentado contra la comunidad gay de
Orlando por Omar Mateen y reivindicado en nombre del Estado Islámico, que a su
vez lo confirmo como uno de sus "soldados" ejecutores.
El
trabajo —comprendido en la sección "Visual Stories"— está firmado por
Bonnie Berkowitz, Weiyi Cai, Denise Lu y Lazaro Gamio y lleva por título "Everything
lawmakers said (and didn’t say) after the Orlando mass shooting". Se trata
de un análisis informatizado de los discursos producidos por las distintas
figuras de un campo u otro, republicanos y demócratas, del cual salen unos
patrones muy definidos en determinados aspectos clave sobre la consideración e
interpretación del suceso en Orlando.
De los
textos, agrupados y tratados, salen unas pautas que permiten identificar con
claridad las diferentes líneas interpretativas:
En este
gráfico se puede apreciar perfectamente las diferencias entre demócratas y
republicanos en la interpretación de los hechos. Las frases o palabras mencionadas
en sus discursos poseen un valor ideológico y de posicionamiento. Por el mismo
motivo, las palabras que se dicen por unos son eludidas por otros. Por eso el
titular tiene sentido: lo dicho es importante y lo eludido también es
significativo.
Hay
casos muy significativos, es decir, constituyen los ejes de las
interpretaciones, que pueden establecerse sobre la consideración
mayoritariamente republicana de "atentado terrorista" frente a la
consideración demócrata de "crimen de odio". En el mismo sentido, los
republicanos han usado mayoritariamente la expresión "islam radical"
frente al uso casi testimonial de algunos demócratas. Los demócratas han
preferido hacer referencia explícita a la comunidad gay de forma más clara que
los republicanos; también lo han de hecho de forma exclusiva en la línea
elegida para la interpretación del hecho: el control de armas, que forma parte
de la cruzada del presidente Obama y una línea estratégica en la campaña, tanto
por Trump que recibió el apoyo explícito de la Asociación Nacional del Rifle,
como de los demócratas de Clinton que han hecho referencia expresa al deseo de
controlar la venta de armas de asalto.
El
establecimiento de los principales tópicos de los discursos permite un análisis
global que las herramientas informáticas facilitan. Todo el material revisado
puede ser analizado desde esos tópicos cuya selección es importante. El trabajo
del equipo de The Washington Post es modélico y una útil herramienta para
comprender la principales estrategias de los contendientes ante la explosión de
un caso de esta naturaleza.
Más
allá del análisis de las respuestas políticas —de eso trata el artículo— están
los hechos que las suscitan y las consecuencias que puedan tener sociales y
políticas, tanto en el interior como en el exterior.
El
evitar las referencias al "islam radical" por parte de Obama y de los
demócratas tiene que ver esencialmente con la defensa de su política exterior.
Se da la paradoja de que mientras ciertos países árabes (como vimos, Egipto)
mostraron sus condolencias por el ataque en términos de combate contra el
Estado Islámico, la presidencia de los Estados Unidos, seguida por los
demócratas, lo ha evitado deliberadamente. Y por otro lado, mientras que la
Casa Blanca mostraba sus condolencias a la comunidad gay y lo trataba como un
"crimen de odio", los mismos países árabes musulmanes trataban de
evitar la mención de que las víctimas del crimen masivo eran miembros de la
comunidad gay.
Creo
que se desvela en estas paradojas la complejidad de la política, con el peso de
la comunicación y los "enmarcados" de los hechos para la construcción
de los discursos. En un contexto de conflicto político, mediático, bélico y
cultural, como en el que nos encontramos, los discursos y sus enfoques son
esenciales.
Mientras
Obama trata de que no se responsabilice al islam en su conjunto de lo que hacen
sus radicales, sus esfuerzos moderados no han servido más que para convertir
todo Oriente Medio al antiamericanismo (y anti occidentalismo) y perder sus
aliados, que han optado por la radicalización
controlada para contener la radicalización
exterior incontrolada y no ser
acusados de pro occidentales, un verdadero estigma. ¡Terrible paradoja!
A los
gobiernos autoritarios les interesaba que el caso de Orlando fuera un atentado
del Estado Islámico porque así se justifican sus políticas de represión, de
control de las comunicaciones y, en general, de debilitamiento de los derechos
humanos, los que abiertamente niegan como un "invento occidental"
para su destrucción identitaria y política.
La
política de Obama no puede cubrir todos los frentes (militar, político, social
y cultural) y está desbordada por la propia realidad de los hechos. Es loable
que trate de evitar que se produzca la "islamofobia" contra la
comunidad musulmana y es importante que así se haga. Pero la negación del hecho
religioso extremista es uno de esos absurdos que puede ser contraproducente
porque afecta a las medidas y apoyos posibles. Convertir en casos patológicos los casos de terrorismo en los que existen
reivindicaciones y una voluntad clara es contraproducente porque solo servirá
para esconder la basura bajo la alfombra, no para evitar futuros conflictos.
Tengo mis dudas que la comunidad, en cualquier parte del mundo, se lo
agradezca.
A lo
que estamos asistiendo, por el contrario, es a una radicalización institucional
mayor en países aparentemente moderados y que han estado bajo el amparo
norteamericano, como son los casos de Turquía o Egipto, en los que se persigue
a los liberales y laicos.
La
creación de corrientes antioccidentales llevará, como en el caso de Omar
Mateen, a la conclusión de que Occidente es el responsable de todo lo que les ocurra en los personal, social o
político. Por eso reducirlo a una patología personal y no verlo como el
resultado de un proceso en el que se mezclan las frustraciones de todo tipo y
que ha sido canalizado hacia la destrucción terrorista es un error que hará que
se obvien los perfiles potencialmente peligrosos.
Es
complicado frenar este tipo de terrorismo interno, hijo de la frustración y el
odio, porque se vive bajo un sistema de derechos y libertades. Hace bien Glenn
Greenwald, un ganador de un Pulitzer, en destacar desde The Washington Post los peligros de poner en marcha unas políticas que
se basen en las sospechas. Señala Greenwald que las críticas al FBI tras cada
caso de terrorismo interior son una constante:
Ever since the Sept. 11 attack almost 15 years
ago, every act of perceived terror, and even thwarted ones, have triggered
identical responses. The Boston Marathon attack, for instance, prompted this
critique of the bureau, which had looked into the older brother: “Many people
thought the FBI should have continued to investigate [Tamerlan] Tsarnaev until
the Boston plot was uncovered,” David Gomez recalled this week in Foreign Policy.
About Orlando, he wrote: “As more terrorists become successful in hiding from
the FBI in plain sight using encryption and other means, perhaps it is time to
revisit the probable-cause standard to open investigations in potential
terrorism cases.”
Underlying this mind-set is an assumption that
is both dubious and dangerous: that absolute security is desirable and
attainable. None say that explicitly, but it’s the necessary implication of the
argument. Once this framework is implicitly adopted, a successful attack
becomes proof that something went wrong, law enforcement failed to act properly
and more government authorities are needed. To wit: Hillary Clinton this week
proposed an “intelligence surge” to halt “plots before they can be carried
out.” And Donald Trump called for more intelligence activity to give “law
enforcement and the military the tools they need to prevent terrorist attacks.”
This is wrong, and based on what we know, the
FBI acted properly. Agents have the power they need, and they were right to
close the case on Mateen. Just because someone successfully carried out a
violent mass attack does not prove that police powers were inadequate or that
existing powers were misapplied. No minimally free society can prevent all
violence. In the United States, we do not hold suspects for crimes they have
not committed.**
Es cierto y así debe ser. Pero también que hay que seguir intentado métodos
mejores. Aceptar que la seguridad absoluta no es posible no significa renunciar
a aprender de cada caso para tratar
de establecer posibles patrones o lugares en los que puedan ser detectados. En
el caso de Omar Mateen, el propietario de la tienda en la que intentó comprar
un chaleco antibalas y miles de balas informó de sus sospechas, pero nadie
consiguió saber quién era aquel comprador.
El trabajo realizado por The
Washington Post ha sido magnífico en su tratamiento de los materiales
textuales. El análisis realizado sobre los discursos políticos respecto a lo
ocurrido en Orlando es una interesante y valiosa pieza periodística con las
herramientas de que hoy disponemos.
* Bonnie
Berkowitz, Weiyi Cai, Denise Lu y Lazaro Gamio "Everything lawmakers said
(and didn’t say) after the Orlando mass shooting" The Washington Post
16/06/2016 https://www.washingtonpost.com/graphics/national/how-lawmakers-responded-to-the-orlando-mass-shooting/
** "The FBI was right not to arrest Omar
Mateen before the shooting" The Washington Post 17/06/2016
https://www.washingtonpost.com/posteverything/wp/2016/06/17/the-fbi-was-right-not-to-arrest-omar-mateen-before-the-shooting/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.