Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay
palabras de las que se abusa, sobrevaloradas. Son palabras que en la cabeza de
cada uno toman más significados de los que esperamos. Las escuchamos y pensamos
que sabemos lo que nos están diciendo o lo que el otro tiene en mente. Me estoy
refiriendo, por no divagar más, a la palabra "normalidad", un término
que es ya difícil manejar en estos tiempos de pandemia, donde ha pasado a ser
futuro imaginado, pasado idealizado y presente confuso y alternativo. La normalidad,
no, ya no es lo que era.
Deberíamos
haber sospechado algo cuando se empezó a jugar con lo de la "nueva
normalidad", algo que iba desde la recuperación del cafelito en terraza a
la retirada a tutiplén de mascarillas, la vuelta de la sonrisa a la negociación
comunera del espacio de los ascensores, entre muchos otros casos pandémicos en los que unos ven una "normalidad" y
otros otra.
No sabía yo que la RAE había incluido la "nueva normalidad" en el Diccionario. Allí se define como: "1. f. Situación en que la forma de vida normal o habitual se modifica debido a una crisis o a razones excepcionales; p. ej., en una pandemia."
Como
sucede con las palabras, unas nos mandan a otras. Si no podemos ponernos de
acuerdo en la "normalidad", menos lo haremos en la "nueva
normalidad", que muchos han entendido como vuelta a las andadas y han
interpretado como "volver a lo que hacías antes", sea esto lo que fuera.
Teniendo en cuenta que el DRAE tiene siete acepciones de "normal",
siendo la primera "Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural"
y que todo esto viene de "norma", que son precisamente las que nadie
cumple porque "lo normal" es saltárselas, es comprensible que nademos en la
confusión y que muchos incluso se ahoguen.
Sí, lo de "normal" está cada vez más difícil y eso que se han instaurado rigurosas disciplinas para lo que llaman "normalización", pero funciona bien con los enchufes y cargadores de móviles, pero en la vida humana, cada día más revuelta para unas cosas y más plana para otras, está perdiendo su sentido.
Una
muestra ejemplar de que la normalidad ya no es lo que era nos la ofrecen los
juzgados en donde se está escuchando —atónitos— a los dos comisionistas de las
mascarillas, sí, los de los Rolex, el yate, pisos, los coches de alta gama (¡qué
bonita expresión!) y alguna juerga, de alta gama también. El diario ABC nos cuenta
estos instructivos interrogatorios:
El juez instructor del caso mascarillas, Adolfo Carretero, fue muy crítico en su interrogatorio a los empresarios Luis Medina y Alberto Luceño cuando este lunes, comparecieron ante él y se avinieron a responder sus preguntas. En el caso del hermano del Duque de Feria, cuestionó que tachara de «normal» la elevada comisión que entre ambos se llevaron y que ascendía a seis millones de dólares, la mitad del importe abonado por el Ayuntamiento de Madrid por una partida de mascarillas, otra de guantes y una más de test de covid.
«¿A usted le parece normal que de unos guantes la comisión suya ascienda a un 81%? Porque según usted, Luceño no le ha engañado, pero él cobra cinco millones y usted uno (...) Entonces, está conforme con que cobrase eso.
¿Le parece normal?», inquirió el juez ante las respuestas que intentaba, con cierto atropello, dar Medina.
Aunque el empresario insistió en que estaba conforme porque Luceño «hizo todo el trabajo y traía la oferta (de productos sanitarios) que no había» en aquellos momentos en Madrid, reconoció que el precio no era tan normal, pero porque «un contenedor que se mandaba por dos mil euros en esa época lo mandaban por 30.000».
«Ni normal ni no normal», acabó por
decir Medina, y el juez replicó: «Pues si era tan normal, ¿Por qué no
se lo dijo al Ayuntamiento? Si usted le hubiera dicho al Ayuntamiento,
oiga, nos llevamos esta comisión, el Ayuntamiento habría dicho sí o no (...)
pero tampoco Luceño les dijo el precio que quería Leno. Leno quería un precio,
vendía por eso, y no se lo dijeron (al consistorio)». *
En esta banda comisionista, donde tenemos al cerebro y al rostro, en perfecta sintonía. El famoso "pa´la saca", eslogan e himno generacional ya, es equiparable al "Cogito ergo sum" en donde el pienso es sustituido por "comisiono", una forma a la que hay que dar un nuevo sentido en el DRAE.
El juicio de las mascarillas (uno de ellos, por lo que vemos) quedaría perfecto en una comedia italiana, con su pareja bien combinada, de cerebro uno y cara los dos. Explican bien que lo de la "normalidad" este sujeto a revisión y perversión constantes. Antes "anormal" era un insulto, ahora no sabemos bien qué es.
La verdad es que yo no quiero ser "normal", como el dúo Medina-Luceño. Tenemos una sociedad tan abierta, que padecemos estos catarros éticos por las corrientes de sinvergonzonería que se producen.
Hacemos lo que queremos y hemos desarrollado la maquinaria de las excusas, que es la que se pone en marcha para lanzar las cortinas de humo de la "normalidad", tal como hacen los comisionistas en el juicio. No sé si el juez logrará entender qué es "normal" para estos individuos. La excusa del "normal" suele ser que todos lo hacen, pero cuando lo que hacen es saltarse las normas, ya entramos en terreno resbaladizo. La anormal normalidad parece ser la norma. Es decir, si todos lo hacen, ¿por qué yo no? Mi temor es que a muchos les caigan simpáticos, un modelo a imitar. Los tiempos están muy raros.
*
Isabel Vega "La bronca del juez a Medina por la comisión: «¿A usted le
parece normal?»" ABC
https://www.abc.es/espana/abci-bronca-juez-medina-comision-usted-parece-normal-202204261017_noticia.html
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