Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los
debates televisivos de la mañana, en diversos canales, muestran que el
enfrentamiento sobre quién es responsable de que Madrid sea el peor punto de Europa,
¡triste título!, no cesan y que son más importantes que los que llevan a la
solución. Es indudable que la situación de Madrid es especial, pero eso no
justifica en modo alguno que se haya llegado a esta situación. Es una muestra
más, trágica, de dónde nos llevan los políticos cuando no se unen ante causas
de gravedad, como la situación en que nos encontramos.
No,
"la batalla de Madrid" no cesa. Esta política brutal, que resquebraja
al país por encima de sus problemas, es suicida en situaciones en que no hay
otra forma más que la unión para alcanzar resultados positivos. La forma
política de la agresividad por encima de cualquier otra línea de actuación, de
la puya constante, hace que sea imposible ofrecer soluciones que impliquen a la
ciudadanía.
Esta no
es ajena a esta situación; tiene también su parte de responsabilidad. Pero esta
viene en gran parte de la ausencia de directrices reales y de la
irresponsabilidad de muchos. Esta situación de Madrid tiene muchos responsables,
pero en orden. La responsabilidad primera es de la Comunidad, que es quien debe
asumir sus responsabilidades y no lo ha hecho. Las quejas llueven por todos
lados, de la sanidad a las escuelas. Lo único que ha llegado a ellas son
promesas, pocas o ninguna realidad.
Señalan en La Vanguardia:
El caos mayúsculo
en la región con más casos de la Covid-19 de toda Europa, la Comunidad de
Madrid, ha
conducido a la intervención del presidente Pedro
Sánchez, que ayer se ofreció a reunirse con la líder autonómica, Isabel Díaz Ayuso. Esta respondió con
un sí, también por carta, agradeciendo el gesto no sin lamentar que “Madrid ha
estado demasiado tiempo sola” y “pese a que (la Comunidad) haya puesto a
funcionar a pleno rendimiento todos sus recursos, se hacen necesarias
estrategias nacionales”. Ayuso aprovechó ese acuse de recibo para subrayar que
la Comunidad necesita “seguridad jurídica, actuaciones en dependencias
estatales y respaldo en materia legislativa y de seguridad ciudadana,
competencias de las que carecemos, para que todas las demás medidas sean
efectivas.”
El intercambio entre Sánchez y Ayuso llega en
el momento en el que más unidad se precisa para combatir una pandemia que en
Madrid crece imparable. La contribución del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso se
resume en la generación de una angustia aún más mayúscula en los ciudadanos. Al
caos colaboraron diversos consejeros, como Enrique Ruiz Escudero, el consejero
de Sanidad. A través de un vídeo de pocos segundos, Escudero se refirió a las
medidas que hoy adoptarán para reducir el “crecimiento sostenido” de la
pandemia pero evitó las palabras confinamientos selectivos que el día anterior
sí utilizó el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, porque
“provocan alarma”. Escudero, que según la Cadena Ser grabó ese mensaje ante la
negativa de Zapatero (hasta ayer el hombre de confianza de Ayuso en detrimento
de Escudero), habló de restricciones de la movilidad” y “reducción de la
actividad” en las áreas más afectadas, ubicadas fundamentalmente en el sur (Puente
de Vallecas, Usera, Carabanchel, Ciudad Lineal, Parla y Fuenlabrada) con casi
un millón de habitantes.
Horas antes, el consejero de Justicia, Enrique López, descartaba confinamientos parciales porque eso solo se puede hacer, indicó, con el estado de alarma que Madrid no quiere solicitar al Gobierno de Pedro Sánchez. Mientras López calificaba la situación de la región “como la de todo el mundo, extraordinaria, pero controlada”, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid y portavoz del Ejecutivo, Ignacio Aguado (Ciudadanos), pedía la implicación urgente del Gobierno de Sánchez para atajar los contagios porque “Madrid no puede”. La pregunta sobre si el ejecutivo regional iba a pedir el estado de alarma quedó en el aire porque su intervención no admitía preguntas.*
Recordemos
que hace pocos días desde la comunidades limítrofes se pedía el
"confinamiento" de Madrid pues se estaba exportando el COVID-19 a los
que acudían allí a trabajar y regresaban a sus comunidades a través de los transportes
que enlazan con la Comunidad. Madrid es un centro de intercambio constante
entre barrios como ciudades y ciudades como barrios. Es el centro de negocios y
de la política; centro cultural y espacio de eventos grandes. Y es, sobre todo,
un centro de negocios que el gobierno de Díaz Ayuso no ha querido "perjudicar"
con medidas que limitaran la vida económica.
De
nuevo, aunque no se diga, los intereses económicos por delante de la salud
general; de nuevo la tibieza en el corte de actividades para no paralizar la
región. Desgraciadamente a esto hay que sumar las propias condiciones de
Madrid, las del exceso de población en muchas zonas y las de los recortes de
recursos que ahora se notan en demasía. Las quejas de los centros de salud y
hospitales, del personal médico, de las escuelas y de los padres, a los que se
sumarán pronto de las universidades, dejadas a su aire, etc. muestran que nadie
está satisfecho con lo que se ha hecho y, especialmente, con lo que no se ha
hecho.
La
terrible situación que vivió Madrid desde marzo, con morgue en el Palacio de
Hielo, con enfermos en los pasillos, con las UCI rebosantes, con las
residencias con muertos sin recoger y extendiendo los contagios, etc. parece
que se ha borrado de una ciudadanía errática y con grandes bolsas de
irresponsabilidad conforme las promesas de la "nueva normalidad" y de
la "curva aplanada" se iban desvaneciendo por el crecimiento de
casos.
Volvemos
a un argumento recurrente: hace poco más de mes y medio, todos los gobiernos
autonómicos exigían la calificación de lugares "seguros", pedía
corredores internacionales "seguros". Todo era optimismo y demanda de
aperturas, de saltos de fases intermedias para liberar la movilidad nacional e
internacional. Los extranjeros dieron pronto la voz de alarma y empezaron a
poner restricciones a los viajes, a exigir cuarentenas disuasorias. Se trataba
entonces de mover al turismo interior. Cada uno tiraba hacia su propia
comunidad. El mal está en las costas
masificadas, nos decían, vente a la España
despoblada, rural, montañas, descubre pueblos, casas rurales... ´No
tendremos fiestas, pero celebremos las "no-fiestas", toleradas porque
qué alcalde se va a oponer a ellas... Unas cuentas multas y a seguir; que sigan
botellones, fiestas privadas, despedidas, entierros multitudinarios porque
"era muy popular aquí" (como recogimos en una ocasión).
¿Qué
parte no entiendes de "aislamiento", "distancia" y
"mascarilla"? ¿Qué parte sigues sin comprender de lo básico? Ayer
hablábamos de la falacia de las "burbujas". No las hay ni en
residencias, ni en hospitales, ni en cárceles, universidades, escuelas,
supermercados, parques... Nadie es una
isla, recordábamos citando al poeta John Donne.
El caos
político trae la irresponsabilidad de los ciudadanos; la falta de medidas
convincente y respaldadas con autoridad lleva a los incumplimientos en la vida
diaria de aquellos que quieran salvar su negocio ya sea vendiendo, celebrando,
repartiendo... Puedes ir anotando los que cumplen, los que aparentan cumplir y
los que no cumplen en absoluto. Son los segundos los más peligrosos, la versión
asintomática empresarial, los que expanden el virus que busca después canales
familiares, laborales. etc.
Cuando
camino a hacer la compra, no dejan de sorprenderme esas personas, adolescentes
y adultos, que tienen bajada la mascarilla y que al ver que se acerca alguien
la suben. Es un aparentar que no hemos conseguido evitar convenciendo que el
riesgo no está en que te vean (el miedo a la bronca, a la multa), sino en estar
sin la mascarilla hablando con otra persona, acogerse al eximente del cafetito,
la cervecita, el chándal deportivo, el perro, los niños... para poder pasarte
por el forro las restricciones. La denuncia de los médicos de recibir presiones
para que hagan certificados y librarse de las mascarillas es un auténtica
situación de vergüenza irresponsable.
Las
autoridades, en la educación tratan de forzar la situación. Los efectos los
estamos viendo. No se puede tener todo, cafés abiertos, fiestas privadas,
escuelas llenas y UCI vacías. Hay que elegir. Pero lo queremos todo.
La
batalla de Madrid se ha diversificado. Ya no son solo los políticos los que se
enzarzan en estas infames e irresponsables grescas, los que usan la tinta del
calamar en su huida. Ahora son las instituciones, la empresas, la educación en
su conjunto, las familias, etc. las que tienen que tomar decisiones que nadie
quiere tomar, una responsabilidad descendente hasta que llega al que no se
puede negar, al que le llega el problema en una ventanilla, en la tarima de un
aula, al volante de un autobús, en la entrada de un Centro de Salud. Son los
que tienen que enfrentarse a una realidad ineludible que los políticos eluden
echando la pelota al tejado ajeno.
El
gobierno sabe que la petición madrileña es una forma de intentar atraparlos
diluyendo la responsabilidad. Eso sigue siendo inaceptable en todos los
niveles, pero es lo que estamos viendo. El gobierno asumió el desgaste del
confinamiento y en el momento en que las cifras comenzaron a mejorar, las
comunidades reclamaron el protagonismo de la desescalada pensando que lo peor
había pasado y sus medidas serían recibidas con aplausos. Lo que se ha hecho es
dilapidar el esfuerzo en una competencia por el turismo europeo frente a
Italia, Grecia... cuyos nombres se usaron como trampa. Hoy España tiene las
peores cifras de Europa y Madrid la más elevada.
Madrid
necesita un liderazgo que no tiene y una extensión de la responsabilidad ciudadana
más allá de la que vemos, para lo que es necesario que los responsables acepten
su responsabilidad primera, las vidas y salud de las personas. Sin ellas no hay
recuperación económica de ningún tipo. Hay que saber qué es el carro y qué los
bueyes. Los modelos trumpistas, los de Johnson, con tantos admiradores en
algunos sectores de la derecha española han llevado al desastre. Las
carnavaladas de los anti mascarillas, los defensores de una libertad contagiosa se han dado en
Madrid, en la Plaza de Colón y otros espacios donde se les ha dejado.
Ahora
pagamos todos las consecuencias de estos enfoques de prometer y no hacer y de
poner la "economía" —aunque no se diga así— por delante de las personas,
es decir, no tomar medidas restrictivas y poner poco empeño en que se cumplan.
Es no destinar los recursos donde se necesitan, es no hacerlos llegar a tiempo,
es no compensar con personas las bajas de los que enferman, es que nada sea
claro y que la confusión en escuelas, universidades, empresas, hospitales, etc.
sea tan grande como la indignación que empieza a ser tan incontrolable como la
pandemia, con trasmisión "social". Las colas en centros de salud, la
desesperación de los responsables escolares, de los padres, de las esperas
eternas para cumplir con los protocolos, que finalmente resultan imposibles
porque se han hecho sin sentido de la realidad. ¿Reducir las cuarentenas,
eliminar los PCR cuyos resultados no llegan nunca, desestimar la fiebre como
síntoma porque no se puede atender en los centros...? ¿Son esas las soluciones
al colapso y al caos?
Madrid no se merece esto, creo. Pero seguirá la batalla, faltarán dedos de la mano para buscar culpables. Pero con uno basta.
* Celeste López "El desgobierno de Ayuso
en Madrid bloquea la respuesta a la Covid-19" La Vanguardia 18/09/2020
https://www.lavanguardia.com/vida/20200918/483527492652/desgobierno-ayuso-madrid-bloquea-respuesta-covid-19.html
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