Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En los
últimos días se ha desencadenado un pánico entre los residentes chinos en el exterior.
En apenas unas horas, han empezado a llegar mensajes de miedo sobre la situación
que estaban viviendo en distintas zonas de España. Se ha invertido la dirección
del miedo. Lo que antes era un miedo hacia China se está invirtiendo. Conforme
China avanza en el control interior reduciendo el número de casos con enormes
sacrificios, crece la preocupación de la colonia china en el exterior.
Este
proceso podría haber sido natural. Pero cuando se producen toda una serie de
movimientos en menos de cuarenta y ocho horas en la misma dirección, todo parece
indicar que se ha iniciado un movimiento más organizado.
Un
correo recibido por una compañera el martes me contaba el pánico de dos de sus
alumnas de máster que había decidido abandonar los estudios y regresar a China.
A la profesora le parecía un exceso por parte de dos buenas alumnas que tiraban
todo un año de trabajo. Mi respuesta es que yo tenía varios casos en el mismo
sentido y que el suyo no era aislado, sino parte de un flujo o, si se prefiere,
de un influjo.
La
Vanguardia de ayer mismo, con el titular "Familias chinas de València
hacen ‘autocuarentena’ y no llevan a sus hijos al colegio" la siguiente
carta enviada a la dirección del colegio:
Estimados profesores:
Debido a los continuos aumentos de infectados
por el coronavirus, y sabiendo el alcance que podría suponer si no se toman
medidas preventivas como es la suspensión de las clases, para velar la salud de
mis hijos y la familia hemos tomado la decisión de no ir a las clases hasta
después de las fallas. Tenemos familia en China y ya han pasado por esto,
espero que entienda.
Saludos cordiales*
Se
equivocan claramente en la suposición de la intención. Durante este tiempo, el
concepto de "autocuarentena" era una forma de garantizar que se
pasaba de un entorno inseguro, el foco de la epidemia (China) hacia un exterior
más saludable o menos arriesgado. Pero
el sentido de la "autocuarentena" es opuesto. Tiene el sentido de
protección frente a un entorno que se empieza a considerar más peligroso. El
número de casos, por un lado, pero sobre todo la falta de medidas
—comparativamente hablando— que entienden que se produce en Occidente, España
en esta caso, es lo que ha disparado las alarmas y el pánico haciendo que los
ciudadanos chinos se encierren en sus casas (como en la carta) o regresen a
China.
Si
leemos la carta correctamente, el motivo de no mandar los niños al colegio es
la "falta de medidas", es decir, la no suspensión de las clases. Se ha
invertido la dirección del miedo.
El
hecho que esto se haya producido en menos de cuarenta y ocho horas y con focos
múltiples significa que hay una "noticia cero" —disculpen la ironía—
que ha hecho desencadenarse todas las alarmas. Y esto ha sido una guerra
informativa y económica paralela a la lucha contra el COVID-19.
Desde
que comenzó la crisis, hemos hablado aquí de esa guerra informativa que
centraba en China la responsabilidad y trataba de aislarla internacionalmente.
Era la continuación del mismo aislamiento que la administración Trump había
comenzado desde su inicio en sus luchas contra la segunda economía mundial
tratando de reducir su importancia. Lo mismo ha hecho sus aliados más cercanos,
como ha sido Reino Unido (ya con su política autónoma de la Unión Europea y con
Hong Kong como centro) y otros países de la zona, Corea del Sur y Japón, con lo
que se esperaba aislar a China.
Ahora,
cuando China considera que ha hecho su trabajo y que puede empezar a recuperar
lo perdido con la crisis, es el momento de sembrar las dudas sobre la relación
entre Occidente y el COVID-19. En su momento señalamos que los ataques frontales contra China solo traerían un sentimiento de unidad nacional, como en efectos ahora se puede comprobar. El sentimiento de haber logrado reducir la trasmisión lo ha generado frente a los ataques externos.
En los
artículos de China Daily vemos desarrollados los puntos del nuevo conflicto
invertido que se va a plantear en adelante. El analista Dan Steinbock firma un
artículo en la publicación con el titular
Yet, uncertainty is now beginning to grip the
rest of the world, as evidenced by the recent multi-trillion-dollar market
corrections in US and elsewhere. Too many countries are starting containment
mobilization far too belatedly, despite elevated warnings since mid-January.
What has made a challenging situation worse is
that, instead of timely mobilization against the virus, Washington has sought
to politicize China’s outbreaks.
In light of almost two months of outbreaks,
most observers have underestimated China's long-term resilience, while
overestimating the ability of advanced economies to avert the outbreaks. The
net effect is that as China is now on its way back to business, economic
uncertainty and market volatility may still intensify in Europe and the United
States.**
Creo que se entiende bien el mensaje: China ha hecho sus
deberes, Occidente no. Se ha preferido dejarse llevar por el enmarcado
norteamericano, que siempre veía el COVID-19, como un elemento
"chino" y ha perdido el tiempo precioso en la reducción del efecto de
coronavirus, que ahora siembra la incertidumbre (y el miedo) ante los riesgos
de la propagación. Traducido: China exige que se tomen las mismas medidas que
ellos han tomado y que han causado un gran prejuicio a su economía y
crecimiento.
En un artículo de hoy mismo, otro analista, Zhang Jinling
(del Instituto de Estudios Europeos y la Academia China de las Ciencias Sociales),
desarrolla en extenso este fondo de la lucha que se ha dado en este tiempo y de
la diferencia de los resultados:
China has been making its utmost efforts to
fight the COVID-19 outbreak, and the strict measures it has taken to rein in
the epidemic are gradually yielding results, except perhaps in Hubei province.
But since an epidemic is a common threat to
humankind as a whole, the international community should help China tide over
the difficulties by sharing their experiences and advanced methods to prevent
and control the epidemic, because by so doing they would be helping the entire
humankind.
But many Western politicians and media outlets
have spared no efforts to vilify China's political system, especially the
leadership of the Communist Party of China at a time when China has been using
all the resources at its disposal to fight the epidemic. For instance, US
Senator Marco Rubio, over the weekend, once again claimed China has failed to
"share necessary information" that could have contained the spread of
the novel coronavirus and blamed it for putting the world at risk as more
countries reported their first deaths from the virus.
Indeed, the local authorities in Wuhan, Hubei
province, didn't handle the epidemic properly in the initial days of the
outbreak. But later, the central authorities mobilized resources nationwide to
fight the disease and closely coordinated with the World Health Organization to
take measures to control the disease.
China did share its experience with the rest of
the world as it imposed strict quarantine measures on the epicenter of the
outbreak in Hubei province. Strict and effective quarantine and lock-down
measures in certain places are a scientific way of preventing cross-infection
and containing the spread of the epidemic. However, some Western media outlets
see the Chinese government's community quarantine measures as a manifestation
of "high-handed" rule.
Such distorted, malicious reports are an apt
example of irresponsible behavior. Such reports and comments from Western
politicians and media outlets have not only hurt the feelings of Chinese
people, but also misled the international community, which undermine international
cooperation and solidarity in the face of a global medical emergency.
It is true that China's political, economic,
social and cultural systems are different from those of many other countries,
but they are the choice of the Chinese people, and the inevitable outcome of
China's historical development that suits its national conditions. The
prevention and control of the epidemic is not only medical and health problem
but also a comprehensive crisis management problem. In this unprecedented war
against the novel coronavirus, the Chinese system has fully displayed its
advantages in terms of decision-making, mobilization and execution abilities,
and its ability to correct mistakes.***
No están faltos de razón los argumentos. Estados Unidos —no
solo los republicanos, sino que también los demócratas comparten una política
similar—ha mantenido una postura anti China desde mucho antes de la aparición
del COVID-19. Los casos de Huawei o las amenazas a los países que usen
tecnología china para el 5G, principalmente, pero ha sido una actitud
generalizada.
La soberbia y agresividad de Trump no podía ver la amenaza
global que supone el COVID-19, sino solo una "oportunidad" de atacar
la economía China. Lo que no se podía conseguir en el campo económico, lo
conseguiría un pequeño coronavirus. Pero ahora los efectos son globales. No
alcanzan las dimensiones de lo ocurrido
en China, pero lo que ocurre en Italia es un aviso sobre la necesidad de tomar
medidas.
A diferencia del caso de China en sus inicios, sí sabemos desde
el principio de la peligrosidad y de la forma de avanzar. Es cierto de que debe
haber una gradación en las medidas en función de las situaciones, pero también
es cierto —lo hemos dicho en varias ocasiones— que hay que empezar actuando
sobre lo superfluo, sobre lo innecesario. Nuestro problema es que gran parte de
nuestra economía se basa en lo superfluo. Hay una enorme economía del ocio,
deporte, cultura, etc. que se basa en la concentración de grandes cantidades de
personas. La obcecación —sin justificación para el optimismo— de la celebración
de los Juegos Olímpicos de Tokio es un ejemplo de "mal ejemplo". Lo
ocurrido con los contagios por ir a ver partidos de fútbol a Italia es un caso
claro.
La tranquilidad, lo hemos dicho, sale de la prevención y la
firmeza. Las medidas pueden ser de muchos tipos según las circunstancias. Deben
ser claras y empezando por lo más básico. Pero las palabras solo no paran nada.
La salud debe antes que la economía.
El miedo se ha desatado en China, esta vez hacia Occidente.
La carta de Valencia es solo un ejemplo, que se está multiplicando, de ese
miedo invertido de los que se encuentran entre nosotros. Unos dejarán de ir al colegio y otros regresarán a sus casas
al llamado de sus preocupadas familias o sencillamente porque no entienden
nuestros procedimientos. A veces yo tampoco.
En la CNN podemos leer:
China's effort to prevent imported cases comes
amid rising nationalist pride that the country's sweeping measures to contain
the outbreak -- and the self-sacrifice of the Chinese people -- offered other
nations a crucial window to prepare for its spread. There is also growing
criticism online against other governments for their allegedly slow response to
control the outbreak. Both sentiments have been played up in state
media.****
Comienza una guerra económica e informativa en otro sentido.
China no va a ser (ni quiere ser) la única perjudicada. Los ejemplos de crítica
a Occidente por su falta de medidas se irán multiplicando conforme haya que
fortalecer la propia posición. De esta forma, políticamente, se corrige el
error del principio, que ha sido digerido conforme a los procedimientos
habituales, según se señala en los artículos del diario chino: destitución y
sanción.
China teme ahora, como señala el artículo citado anteriormente, que sus ciudadanos por todo el mundo están sometidos a riesgo mayor que en su propio país. Eso explicaría el cambio brusco en la dirección del "miedo". El regreso tiene un sentido preventivo, pero también económico. El regreso evita la salida de capital al exterior. Todo queda en casa.
La política del miedo y el estigma tienen sus límites.
La mejor demostración es el efecto contraproducente e inesperado cuando se
cambian las tornas. No volvamos a incurrir en ella. Esto es mundial y una buena
ocasión para avanzar en cooperación en un campo en el que el futuro nos traerá
nuevos casos. Es un mundo global, rápido e intercomunicado. Es el mundo que los virus estaban esperando.
Hace unos minutos, en la CNN se explicaba la expansión del
COVID-19 como la reproducción de la Ruta de la Seda del siglo XIV. No
aprendemos.
* "Familias chinas de València hacen ‘autocuarentena’ y
no llevan a sus hijos al colegio" La Vanguardia 4/03/2020
https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20200304/473967538304/familias-chinas-valencia-hacen-autocuarentena-con-sus-ninos-y-no-van-al-colegio.html
** Dan
Steinbock "Early data suggests China’s resilience but rising global uncertainty"
China Daily 2/03/2020
http://global.chinadaily.com.cn/a/202003/02/WS5e5cccb1a31012821727bab6.html
**
"This is not the time to play the blame game" China Daily 5/03/2020
http://global.chinadaily.com.cn/a/202003/05/WS5e603730a31012821727c62a.html
**** "China is trying to prevent coronavirus from being brought back from other countries" CNN 5/03/2020 https://edition.cnn.com/2020/03/05/asia/china-coronavirus-imported-cases-overseas-intl-hnk/index.html
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