Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Para
los comentaristas, analistas y columnistas de los medios norteamericanos (y de
una parte del mundo) el futuro se presenta en forma de pesadilla. Si la gente
se prepara para lo que pueda venir, el destino de los que están obligados a
comentarlo es doblemente desagradable. ¿Se imaginan lo que es —además de
padecerlo— tener que estar analizando durante los próximos cuatro años
(esperemos que sean solo cuatro) todo lo que diga o haga Donald Trump? Creo que
se debe parecer bastante a una pesadilla infernal, si no al infierno mismo. No
dudo que muchos lo están viviendo ya.
Hay
quien podría pensar que una personalidad como Trump es una bicoca para los
medios, una constante fuente de noticias. Y no hay duda de que lo será, como
tampoco hay dudas de que además de noticias habrá sobresaltos constantes,
incredulidad, estupefacción y, finalmente, horror y rechazo. Lo que hay por
delante será duro para cualquiera que tenga un sentido medianamente responsable
de la política y de lo que se puede escribir en ella sin sonrojo.
Quizá
seguir en la Torre Trump, la capital de su imperio, le está provocando algunas
distorsiones en el comportamiento y no ha llegado a entender lo que es la
presidencia de los Estados Unidos. Quizá su mentalidad "empresarial"
y su empeño en no ser identificado como "político" sino como
enfrentado al "sistema" está haciendo que su forma de actuar empiece
a ser controvertida.
Lo
ajustado del resultado en algunos estados ha llevado a algunos grupos a
solicitar un nuevo recuento. En estos momentos se está realizando en tres
estados en los que ha ganado por menos de 100.000 votos ha sido promovido por
personas que asegurarse de que el desastre es realmente inevitable.
La
respuesta de Trump, que se ha sentido ofendido porque se recuenten los votos,
ha sido delirante. La prensa norteamericana destaca lo absolutamente
incongruente (y peligroso) de su reacción ante este recuento que comenzó por
iniciativa de la líder del Partido Verde y a la que se ha sumado finalmente el
equipo de Hillary Clinton, que es lo menos que podía hacer ya que otros han
realizado ese movimiento.
The New York Times titula "Trump Claims, With No Evidence,
That ‘Millions of People’ Voted Illegally" y explica:
Late on Sunday, again without providing
evidence, he referred in a Twitter post to “serious voter fraud in Virginia,
New Hampshire and California.”
A day earlier, Mr. Trump’s transition team ridiculed
the idea that recounts were needed. “This is a scam by the Green Party for an
election that has already been conceded,” it said in a statement, “and the
results of this election should be respected instead of being challenged and
abused.”
That message runs counter to the one Mr. Trump
sent on Sunday with his fraud claims — if millions of people voted illegally,
presumably officials across the country would want to pursue large-scale ballot
recounts and fraud investigations.
But the Twitter posts could energize some of
his supporters, who have claimed online that Mrs. Clinton’s two million-vote
lead in the popular vote has been faked. Mr. Trump at times promoted other
conspiracy theories during the campaign, including claiming that Senator Ted
Cruz’s father was somehow tied to the assassination of President John F.
Kennedy.*
¿Es posible tener un irresponsable de tal calibre en la Casa
Blanca? ¡Vaya que sí!
Trump no ha digerido un elemento esencial, del que ya
hablamos el otro día: el voto popular. Pese a que lo decisivo finalmente son
los colegios electorales, el voto popular —y más por 2'2 millones de votantes
de diferencia— es un referente moral esencial. El narcisista Trump difícilmente
puede aceptar que Hillary Clinton tuviera de su lado esos dos millones de
americanos más que él. Trump lo quiere todo. Puede que el recuento no cambie
nada, pero si amplía la base del voto popular, Trump se resentirá en su ego. Y
será el ego lo que le acabe perdiendo porque es justamente lo que no puede
controlar. Lo malo serán los efectos que esto pueda tener.
Recordemos que una horas antes de las elecciones, los
periodistas no lograban sacarle el compromiso de aceptar el resultado si perdía las elecciones. Seguía diciendo que
había una conspiración contra él para
evitar que llegara a la Casa Blanca. Posteriormente, ya con la elección cerrada
y con más de los 270 votos necesarios de los delegados, comenzó a decir que lo importante era el voto popular. Su
equipo de asesores le recomendó que se callara, pero Trump no es fácil de
encarrilar.
La respuesta a la pérdida del voto popular por más de dos millones de votos no encaja bien con su
ego. El argumento ahora es que él también
ha ganado el voto popular y que se ha producido un gigantesco fraude en su
contra. Los que han votado a favor de Clinton son ¡votantes ilegales! ¡Millones
de personas ilegales han votado por ella! Es tal despropósito y tan dañino para
la democracia americana viniendo de un presidente electo que difícilmente se
puede creer. Solo el personaje permite comprenderlo.
The New York Times
comentó en un editorial poco después de la elección que les iba a resultar
difícil, pero que intentarían tratar con respeto al cargo de presidente. La persona que lo ocupa no merece ninguno. Y
eso es una gran parte del problema interno, es decir, la erosión institucional
que Trump va a provocar con su incapacidad manifiesta para mantener unas
mínimas maneras políticas y democráticas en el cargo. Pero se ha elegido a quien
se ha elegido, cuyo respeto por las reglas es mínimo, como ha quedado
demostrado en la campaña. Trump ha ganado la peor campaña de toda la historia
de los Estados Unidos, la más infame, la más indigna y ha sido él el
responsable de que fuera así. Era el terreno en el que quería combatir.
Ha difamado a quien le ha parecido, como el caso de lo
señalado por el diario sobre la participación del padre del senador Ted Cruz en
el asesinato de John F. Kennedy, una más entre otras muchas indecencias que,
desgraciadamente, han sido jaleadas y valoradas positivamente por muchos
millones de norteamericanos.
Todavía hoy, muchos diarios siguen sacando a la luz las
mentiras, las insinuaciones, etc. que ha ido dejando caer a lo largo de un año
contra sus oponentes republicanos en las primarias y después contra Hillary
Clinton o el presidente Obama. Y seguirá porque no es la contención su virtud.
Realmente, ¡pobre América!
*
"Trump Claims, With No Evidence, That ‘Millions of People’ Voted
Illegally" The New York Times 27/11/2016
http://www.nytimes.com/2016/11/27/us/politics/trump-adviser-steps-up-searing-attack-on-romney.html
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