Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cuando
hablamos de "cine" lo hacemos de varias cosas que se entremezclan: la
"industria del cine" (los que producen y viven de él), los hábitos y
formas de ver cine (el mundo social de
los espectadores y cómo se relacionan con las películas), el arte cinematográfico
(una forma de lenguaje artístico), la historia del cine (la descripción de su
evolución en el tiempo) y finalmente el legado, las películas en sí.
El cine, a diferencia de otras artes, es un arte muy condicionado:
1)
depende de la tecnología del momento. Supone pasar del cine mudo al sonoro, del
blanco y negro al color, de la pantalla normal a los formatos anchos, de la imagen
plana al 3D, del silencio acompañado por una pianola al Surround Sound o al
Dolby Atmos. Se incorporan todas las tecnologías de la imagen, del pintado a
mano de los fotogramas a las tecnologías digitales de la actualidad. Todo esto
quiere decir que el cine en un arte en continuo progreso, pero que hay que
diferenciar el avance tecnológico del estético.
Pero
depende de otro factor importante, que es el determinante de su percepción.
Pasó de pequeñas ferias a salas lujosas, grandes teatros. Luego compitió con la
televisión, lo que hizo que una parte importante pasara de verse por la pequeña
pantalla, algo positivo por lo que esta tuvo de memoria a través de
reposiciones y ciclos, etc., pero sacó a la gente de las salas que se
reformaron para nuevas y espectaculares películas y formatos, de Cleopatra a
Los diez mandamientos, del Doctor Zhivago a 2001, una odisea espacial.
Pero
llegó un invento revolucionario, el vídeo, un aparato que permitía el consumo
casero y la copia, independizando el acto de ver. Las cosas comenzaron a complicarse porque hasta el momento
la decisión estaba en manos de los distribuidores en las salas y en la
programación de la televisión. Pero también se creo otro problema: la piratería.
Durante
mucho tiempo, la televisión se convirtió en un aliado para rescatar el cine de
su mayor problema: la acumulación de obras inaccesibles. Si reposiciones, era
imposible ver las películas. La televisión permitía ver cine antiguo, viejas
películas con un efecto doble: permitía conocer cine del pasado (no solo los
estrenos y reestrenos), sino que fue creando una nueva estirpe, la de los
cinéfilos, aficionados que ahora podían ver las películas en las pantallas de
sus televisores. El vídeo permitió la creación de videotecas propias e
institucionales. Esto es muy importante porque permitió generar afición a un
arte que no estaba introducido más que como oficio (escuelas de cine, por
ejemplo), que tenía un gran predicamento social, sus propios mitos (de Dean a
Marilyn, de Bardot a Loren, de Brando a Mickey Mouse).
Gracias
a esas videotecas, los aficionados podían ver sus películas favoritas una y
otra vez, descubrir nuevas y viejas películas, cine de otros extremos del
mundo. Permitía, además, su enseñanza, entrar en las aulas, convertirse en una
materia posible. Desgraciadamente (y sería largo y complejo de explicar), el
cine, el arte del siglo XX, no ha conseguido entrar en el sistema educativo,
solo las facultades que surgieron en los 70, las de Ciencias de la Información,
consideraban la enseñanza del cine como algo importante. Tuve la suerte de
recibir clases de Historia del Cine a cargo de Florentino Soria, Director de la
Filmoteca Nacional, acompañados por el crítico Carlos Pumares. Pero el sistema
educativo rechazó siempre la entrada del cine en las aulas por temor a la
competencia con otras artes, de la Literatura a la Pintura o la Música, que si
tuvieron hueco y prestigio. El cine no.
Recuerdo
en mis primeras clases con alumnos de Imagen, a mediados de los 80. Hacia
copia de los vídeos que compraba para que quedaran recogidos en la Videoteca
oficial de la facultad, que acabaría desapareciendo. Pronto desaparecen los estantes de libros, nos dicen. Hay que dejar espacio a lo rentable.
Del
vídeo se pasó al DVD y ahora al Blu-Ray y a los 4K, pero el cambio ha sido
enorme y no necesariamente para bien. La combinación de la tecnología y de los
elementos económicos y sociales tiene mucho que ver con el problema que nos encontramos.
Estoy
pasando un verano realizando una base de datos de las películas (DVD y Blu-Ray)
de que dispongo, una tarea que me está permitiendo comprender algunos fenómenos
de estas décadas de coleccionismo cinematográfico.
El primero de ellos es precisamente que muchas de las películas que tengo fueron adquiridas junto con periódicos en colecciones que se vendían los fines de semana. Los periódicos impresos veían en el cine un aliciente para la venta en fin de semana y se daba, a la vez, una expansión de viejas películas, de cine clásico en colecciones dedicadas a actores, a directores, a géneros. Los principales periódicos españoles tenían sus DVD que alternaban con colecciones de libros, desde la psicología a la economía, pasando por los clásicos literarios.
Periódicos,
cine, libros... tenían atractivo para un público que compartía los elementos de
una cultura unificada, como podemos comprobar por contraste con la situación
actual. Los periódicos impresos están desapareciendo y con ellos los kioscos
mismos en los que se difundían. Son los "viejos soportes", el dvd, el
papel, etc.
Durante
años compraba películas y música en los grandes almacenes junto a la estación
ferroviaria en la que tomo el tren de vuelta a casa. Muchas veces el día
acababa rebuscando películas en los estantes, nuevas y viejas. Hoy los grandes
almacenes han cerrado su sección de música, dejando algunos vinilos, que han
vuelto a ponerse de moda con colores extravagantes. Y ha desparecido la gran
sección de películas de cine. Los restos de todo aquello se ofrece por internet
para su compra.
Hace
años que comencé a fijarme en un fenómeno: cuando miraba la gente que rebuscaba
en los estantes de cine, no solía ver gente menor de 50 años. El cine se había
desconectado de este nuevo mundo digital de redes y plataformas, de nubes.
El cine
clásico, el viejo cine, desaparecía de las programaciones televisivas ante la
ausencia de espectadores. Primero se enviaron a las franjas horarias de la
madrugada; luego sencillamente desaparecieron. Las productoras apostaron por el
mundo de la serie lanzando a una absurda competencia por la atención a los
espectadores ("Yo soy más de series").
El gran
objetivo de las industrias culturales es la atracción de la atención, algo que
se lleva en términos de tiempo los videojuegos, material absorbente y que bate
ya los récords de recaudación desde hace mucho.
La edad
de aficionarse a la lectura, al cine, a la música, se encuentra llena con otros
competidores. Los que tienen la
suerte de tener en casa aficionados al cine de otra generación, pueden
compartir cine, pero también música o literatura al margen de la presión del
"main stream", una forma cultural de diseño hecha a medida para el
gusto de un público cada vez más uniforme y sin criterio por recibir siempre lo
mismo bajo diferentes formas. El problema es que estamos ya en una segunda
generación, es decir, en el caso de familias que ya han vivido esta situación y
la transmitirán a la siguiente.
Llevaba
varios días conteniendo esto, pero la noticia que leo en RTVE.es me confirma un
avance más: "Los cines de verano luchan contra su extinción con las
iniciativas de "los últimos románticos"*. En el artículo, Mª José
Lara explica:
“Es estar al aire libre, comer pipas, palomitas y el bocadillo con los niños”. Así es como describe Pedro José Contreras, que gestiona el cine Acapulco en Lo Pagán, -una pedanía de la localidad murciana de San Pedro del Pinatar-, la esencia del cine de verano. A Contreras lo del negocio le viene de familia, ya que su abuelo tenía un cine en Archivel, en Caravaca de la Cruz (Murcia) y nació en Alicante porque sus padres gestionaban una sala al aire libre en Calpe.
Ahora él, junto a su hermana, llevan el Acapulco, aunque lo hacen mayormente por tradición familiar porque hay que "ir haciendo las cuentas”, asegura. El del cine de verano es un negocio que, normalmente, no da beneficios suficientes para tenerlo como única fuente de ingresos: “De hecho yo soy enfermero", afirma, y su hermana trabaja en el sector turístico.
La poca afluencia, las plataformas digitales y el cambio en la forma de veranear han provocado que los cines de verano se encuentren en peligro de extinción en nuestro país. El último censo de salas de cine de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), muestra que la tendencia actual es reducir las salas (un 1,0% menos con respecto al año pasado), al igual que las butacas (-1,1%), que se busca que sean más grandes y cómodas.*
Los cines de verano eran un escalón más en la forma de acercarse al cine, pasar de las grandes salas de estreno de la Gran Vía de Madrid al cine con pipas y cojines para disfrutar de una sesión doble bajo el cielo nocturno. Había algo de espera ilusionada en que fuera bajando el sol para ir camino del cine de verano cada noche.
¿Es cuestión
de "romanticismo"?
Hay una
cuestión económica, de empresas que se dedica a esto, como la familiar que nos
cuentan. Pero hay una falta de difusión del cine, que es visto cada vez como
algo lejano, centrado solo en fenómenos de marketing, como algunos a los que
asistimos en la actualidad.
Llevo desde 2010 un cineforum universitario. La contraoferta a las películas de Tati,
de Welles, de Huston, etc. es la llamada "cutre-con", un festival del
peor cine encontrable para "diversión" del personal, una forma como
otra de embrutecimiento estético, pero que les funciona. Es una forma más de olvido y de ataque a un arte que
necesita de espectadores, de acceso a las películas y de ayuda para entrar en
ese universo cinematográfico.
Por la pandemia, convertirmos el cineforum en online, lo que nos permitía ver las películas en cualquier momento y luego compartirlas nuestras tardes de miércoles. Seguimos así porque los que están fuera, en Colombia, en Salamanca, en China, en Holanda... o en su casa, no quieren que la distancia o la seguridad sea un obstáculo para ese par de horas de charla juntos.
En los
últimos tiempos, me han pedido que realizara sesiones en algunos grupos,
asociaciones, algo que he hecho encantado. He disfrutado viendo disfrutar. Han
sido animadas conversaciones sobre alguna película que ha acertado con sus
espectadores. Pero fallan los jóvenes, a los que se les bloquea este mundo para
evitar que se vayan por otros derroteros de consumo.
Nada
hay más gratificante que esos minutos de charla con posterioridad a la
película. Es ese momento en el que cada uno comparte su experiencia, su
película y se construye la película común, la de todos. Esa es la experiencia
gratificante de un cinefórum.
Hay que
ver cine, buen cine, cine de todo tipo, entrar en otras culturas a través de la
pantalla, en otros tiempos. Hay que llorar y reír, dejarse llevar, como en La rosa púrpura de El Cairo.
El cine
siempre ha tenido en contra la idea de que era puro consumo. La propia
industria norteamericana lo tuvo que aprender de los europeos, que habían visto
el cine junto a las Vanguardias artísticas, que lo habían saludado como parte
de la modernidad, del surrealismo al expresionismo, todos vieron algo en el
cine que le impulso a realizar Manifiestos o ensayos.
El
cine, como arte, reúne lo individual (como la lectura) y lo colectivo (como el
teatro). Estamos rodeados de personas, pero a la vez somos ese ojo solitario
que contempla la pantalla.
Mis
veraneos fueron cerca de Lo Pagán, el pueblo que se cita en el artículo de
RTVE.es. Durante mucho tiempo no había cine y teníamos que peregrinar en grupo
con cojines de una urbanización a otra. Cuando lo construyeron, los programas
dobles nos permitían pasar las noches de diversión, viendo desde las películas
de artes marciales que llegaban de Hong-Kong a los estrenos del año que iban
pasando noche tras noche por nuestros ojos. Lo que no habías visto, lo días ver
entonces.
Crecí rodeado de salas de cine. Madrid estaba lleno de salas, calle tras calle. Hoy vivo rodeado de películas y combato el calor nocturno a golpe de película. No es mala forma de hacerlo. Cuando llegue septiembre seguiremos hablando de cine en nuestro seminario y cineforum. ¡Ya falta poco! Animo a todos a que vean cine, buen cine, hay mucho donde escoger. Les animo a que hablen de cine.
* María
José Lara "Los cines de verano luchan contra su extinción con las
iniciativas de "los últimos románticos" RTVE.es 6/08/2023
https://www.rtve.es/noticias/20230806/cines-verano-luchan-contra-su-extincion-iniciativas-ultimos-romanticos/2453375.shtml
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