Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El 3 de
febrero las portadas y noticieros se hicieron eco de la frase "dress like
a woman" que Donald Trump había usado para que las mujeres que le rodean
estén al gusto de su mirada, No era un detalle
más de la personalidad del inquilino de la Casa Blanca. Mostraba algo importante.
Desde
entonces muchas otras publicaciones han recogido en su contestación a Trump imágenes
de mujeres auténticas haciendo lo que saben y quieren hacer, un repertorio
mucho más amplio que las estrechas muñecas, auténticas "barbies", con
las que Trump acostumbra a rodearse. En su artículo del día 3 nos
recordaba el periódico: «It’s
clear that appearances matter to the president. Mr.
Trump, the former owner of the Miss Universe Organization, has come under harsh
criticism for rating women’s appearances on a scale of one to 10 and for
hurling insults at female critics.»*
Cuanto
más se profundiza en la personalidad de Trump, que nunca ha estado oculta, más
incomprensible resulta la ceguera anquilosada que le ha llevado hasta la Casa
Blanca. El retroceso que Trump y sus votantes representan no es calculable en
ningún tipo de escala. ¿Cómo se ha llegado a esto?
Se dan
cifras —que para Trump, ya lo ha dicho, son "fake news" todas ellas—
que establecen en un 38% la aceptación del presidente tras un mes en la Casa
Blanca. Sin embargo, por mucho rechazo que se vaya acumulando, Donald Trump
quedará como el 45 presidente de los Estados Unidos de la misma manera que
otros políticos miserables han quedado clavados en la historia de sus países.
No se olvidará de él nadie.
El
estilo de Trump, parece algo claro a estas alturas, no es congraciarse con las
encuestas, sino negarlas. La mera mención del rechazo popular le parece una
imposibilidad metafísica, algo que va contra la propia lógica. Lo mismo ha
ocurrido con su déficit de votos en las elecciones. Es otra imposibilidad que es negada mediante la
explicación de un fraude del que no existe una sola prueba.
Pero es
quizá en el lado de las mujeres en donde más evidentes se hacen sus carencias.
No hablo ya de las intelectuales o culturales, que son evidentes, sino de lo
que configura su propia mentalidad masculina. Se recuperó documentalmente su desprecio
hacia a las mujeres. No necesitó de intermediarios porque se pudo apreciar su
zafiedad en directo durante las primarias republicanas y después en su campaña
electoral.
En la
CNN, Jill Filllipovic nos habla en los titulares del "nuevo feminismo"
que el presidente piensa promover desde la Casa Blanca: "Melania and
Ivanka's plastic feminism cover up Trump's misogyny"** En el artículo
analiza lo que las "mujeres Trump" han hecho hasta el momento, a lo
largo de los años: usar su notoriedad como parte de la familia para vender
cremas faciales, sales de baño, zapatos y vestidos. La Casa Blanca se convierte
ahora en una galería desde la que exhibir las "tendencias" que son el
resultado de la voluntad del padre y marido, el modelador de las imágenes del
conjunto. Ellas sí visten como mujeres.
Y siempre han sido demos andantes de
sus productos comercializados. La prensa ya ha advertido de los negocios
encubiertos que se pueden estar practicando simplemente por las apariciones
públicas.
La
visión que de las mujeres tiene Donald Trump se revelaba en su consejo a
Charles Foster Kane. Para ser poderoso hay que ser egoísta (no ha triunfador sin ego, ha dicho
Trump) y los egoístas con aspiraciones a más no pueden permitirse debilidades,
entre ellas un amor real. Su consejo a Kane era: si has perdido a tu esposa por
el camino al hacerte rico y egoísta, no te preocupes "consíguete
otra", para eso eres poderoso. En su visión del mundo, las mujeres —como
señaló— van detrás, formando colas, de los hombres poderosos.
De lo
que no hay la más mínima duda es que las mujeres
Trump son la imagen de la visión de Trump; son su fantasía. Son su percepción
de cómo debe ser "lo femenino". Y ese es el gran peligro, ya que evidentemente su sensibilidad es nula en este campo. ha tenido toda la vida para demostrarlo y lo que ha mostrado es una misoginia galopante.
Trump
se enfrenta a las mujeres y las mujeres se enfrentan a Trump porque hay algo de
repelente artificialidad en esas
imágenes que son nos muestran, de la misma manera que eran repugnantemente
machistas sus formas de insultar a las mujeres que se le oponen, le llevan la
contraria o simplemente se ponen ante su evaluadora mirada. Las historias de su
época de organizador de los concursos de belleza son realmente zafias e
indignantes. Como se señalaba en The New
York Times, las mujeres son seres a los que puntúa de 0 a 10 según su gusto
de troglodita.
La CNN nos muestra un video en el que se muestran imágenes del discurso de Melania Trump presentándose
como una "inmigrante" más, como un ejemplo del "sueño americano". Una versión bien distinta de lo que está ocurriendo en estos momentos y que levantará indignación por ser hasta de mal gusto. En el mismo reportaje , se le pregunta por el lenguaje obsceno de su marido para con las
mujeres, en referencia a la grabación que emergió durante la cabaña. "No
es el hombre que conozco", dice. "Algunas veces creo que tengo dos
niños en casa", explica "mi hijo pequeño y mi marido". El
problema es que mientras que quizás pueda educar
a su hijo, es difícil que pueda hacerlo a estas alturas con Donald Trump.
Con los demás podrá tener sus apaños, pero es difícil que logre
frenar lo que las mujeres van a trabajar por sacarlo de la Casa Blanca. Las
mujeres, como demostraron, están bien organizadas, polemizan bien y no se echan
para atrás. Va a ser difícil venderles un feminismo
de plástico como el que se preconiza desde la presidencia.
Trump
sigue sin haber entendido que es el presidente de los Estados Unidos y no el
socio mayoritario de una empresa. Su nula comprensión de lo que la presidencia
implica y representa se manifiesta en su comportamiento. No lo entiende porque
su egoísmo no tiene límites. De ahí surgen sus rabietas cuando el mundo no se
pliega a sus deseos. Son las rabietas infantiles y los malos modos agresivos
que ha manifestado hacia las mujeres durante toda su vida. Es la inmadurez de
quien todo lo ha tenido y no está acostumbrado a que le lleven la contraria. Es
la persona más inmadura que los Estados Unidos han tenido al frente. Las
mujeres, en su visión, son objetos de
lujo que se puede pagar y por las que siente un profundo desprecio: van
tras él por su poder. Con ese marco de ideas es difícil esperar algo más de él
que lo mostrado. Tiene razón Melania Trump, tiene dos niños en casa. Y uno es peligroso.
"No te preocupes Melania", decían para cerrar el reportaje de CNN, "hay un piano en la Casa Blanca".
* "Dress Like a Woman? What Does That Mean?"
The New York Times 3/02/2017
https://www.nytimes.com/2017/02/03/style/trump-women-dress-code-white-house.html
** "Melania and Ivanka's plastic feminism cover
up Trump's misogyny" CNN 23/02/2017
http://edition.cnn.com/2017/02/22/opinions/melania-and-ivankas-feminism-cover-up-opinion/index.html
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