miércoles, 13 de noviembre de 2019

El "extremismo" en versión saudí

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A veces son los "amigos" los que nos ponen en situaciones comprometidas. En el plano de las relaciones internacionales, las "amistades" pueden convertirse en trampas de las que es complicado librarse. Todo lo que hagan repercute directamente contra quien asume el compromiso de la amistad.
Eso es lo que ocurre con el Reino, con Arabia Saudí, un país cuya amistad crea muchos disgustos. Pero no es fácil mantener relaciones con países musulmanes que te comprometen ante tus propios ciudadanos que no acaban de comprender el sentido de la relación. No es fácil justificar alianzas o camuflar las existentes tratando de silenciarlas.
La noticia la servía The Washington Post con un titular bastante expresivo —"Saudi Arabia listed feminism, atheism, and homosexuality as forms of extremism. Then they (sort of) took it back"— que volvía a poner al Reino en situación comprometida.


La última vez con un asunto de gravedad fue el secuestro, tortura, asesinato y descuartizamiento del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Turquía, en donde entró a resolver unos papeleos para su boda y del que nunca más se supo. Un enorme escándalo internacional ya que todos los indicios señalaban al príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, como cerebro de la operación, como la persona que dio la orden de que le quitaran al molesto periodista asentado en Estados Unidos y colaborador precisamente de The Washington Post.
El periódico recoge ahora una nueva muestra de la extraña forma de comportarse del Reino y sus anuncios de modernización:

Over the weekend, Saudi Arabia’s State Security released a video on Twitter listing feminism, homosexuality, atheism and more than three dozen other categories as forms of extremism.
“Don’t forget that excess of anything at the expense of the homeland is considered extremism,” the video warned according to Reuters, which first reported the story. Such “extremist behavior” is grounds for imprisonment and flogging, the government-aligned newspaper Al Watan reminded readers in a follow up report on Monday.
The classification came in stark contrast to the American ally’s aims to rebrand itself as reforming some of its policies and welcoming western tourism and business.
By Tuesday, the oil-rich kingdom was distancing itself from the move.
First, the General Department for Counter Terrorism, which produced the animated video, deleted the tweet. Then Al Watan took down its Monday article. Finally, the head of Saudi’s State Security told Saudi-owned Al Ekhbariya TV that the news was “baseless” and that the video had “many mistakes . . . defining extremism." The video, he said, was published by an unauthorized “individual."*



Sin embargo, todo el mundo sabe que nada se mueve en el Reino sin que sus autoridades, en este caso, el príncipe coronado, Mohamed Bin Salman, lo sepa o autorice. Hay veces en que esta expresión tiene un fondo retórico. No es el caso ahora en un país realmente bajo control y que trata de realizar una gigantesca maniobra de relaciones públicas para ocultar sus vergüenzas autoritarias.
La definición del "feminismo", la "homosexualidad" y el "ateísmo" como tres formas de "extremismo" no es una novedad, sino más bien una realidad demostrada día a día. El error solo puede ser de cálculo por el momento escogido o sobre la repercusión que podría tener.
La tesis que se sostiene por el medio es que se trata de un "aviso", una advertencia para aquellos que tratan de sacar los pies del plato. Las reformas, se señala, son las que el gobierno saudí acepta y todo lo demás es subversión o, como se explicita, "extremismo" y pueden acarrear incluso pena de muerte.
El empleo que ciertos gobiernos árabes hacen del término "terrorismo" no es más que una forma de cobertura internacional para justificar la represión contra la disidencia, que no necesariamente es político partidista, sino social. Fueron los Estados Unidos de Bush los que empezaron a dar lecciones del uso del término "terrorismo" junto a la retórica de la "guerra al terror". De esta forma se eliminaba a los disidentes de los tres campos en los que más temen que se les hunda el sistema.


El miedo político islámico tiene como centro el campo de las costumbres o las formas de vida más que la política en sí. La explicación de esto es simple: es una forma integrista en la que la costumbre elimina cualquier forma de cuestionamiento de la autoridad, que es de orden religiosa (negación del ateísmo) y familiar (subversión de la autoridad patriarcal mediante el feminismo como igualdad) y supresión de los lazos familiares como tejido social (la homosexualidad).
Desde su perspectiva, feminismo y homosexualidad son formas de subvertir el orden político-familiar. Son además importaciones conspiratorias occidentales, ya que, dada la perfección del sistema —de la que no es posible dudar—, no podrían darse en el seno islámico, donde no existen contradicciones. De esta forma, lo propio es lo bueno; lo malo es lo ajeno, lo que llega de fuera, de lo que hay que defenderse.
El vídeo emitido y luego retirado no es una anomalía, sino la reiteración de un pensamiento integrista que no va a dejar escapar del control monárquico familiar del país. Los empeños del Reino por enmascarar su realidad son parte de una campaña gigantesca en previsión de que el único poder real que tienen, el petróleo bajo sus pies, se agote o deje de ser necesario en el futuro por la existencia de otras fuentes de energía. Agotado el petróleo, se acabaron las sonrisas y complacencias con el Reino.
Entonces las cosas serán llamadas por su nombre.



* "Saudi Arabia listed feminism, atheism, and homosexuality as forms of extremism. Then they (sort of) took it back" The Washington Post 12/11/2019  https://www.washingtonpost.com/world/2019/11/12/feminism-homosexuality-atheism-are-forms-extremism-according-saudi-arabia/





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