Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hay
ciertas cosas que no podemos dejar de preguntarnos. Surgen cuando uno se
encuentra con titulares como el de la BBC, "The rise of ‘happiness
coaches’"*. En varias ocasiones hemos tratado aquí la cuestión de la
"felicidad" y cómo se ha convertido una aspiración humana en objeto
de los "expertos".
Ayer hablábamos sobre cómo un texto puede sustraernos las
preguntas en esenciales evitando que nos cuestionemos el punto central y
llevándonos en la dirección que le interesa a quien lo plantea. Esto es otro
ejemplo de este tipo de proceder. En vez de aspirar a la felicidad, no ponemos
a ahorrar o a hacer cola para conseguir un "coach" que, como expertos, posee la receta. Es el éxito
de los libros de auto ayuda, auténticos mediadores entre nosotros y nuestros
problemas.
No dice el reportaje de la BBC quiénes son estos necesitados
de entrenamiento en la felicidad:
Work-related stresses are causing high levels
of anxiety and depression among India's youthful workforce. Some employers are
now fighting the problem with unconventional ideas.
India's workforce is one of the youngest in the
world, and faces high levels of anxiety and depression in large part from
work-related stresses. Some employers are trying to combat the problem using
unconventional ideas, such as hiring 'happiness coaches' like Pravin Chaturvedi
to increase office morale.*
De nuevo, se busca una solución para las consecuencias, pero
no se intenta arreglar el origen del problema, que permanece intocable. Es como
si usted tomara continuamente aspirinas para quitarle el dolor de cabeza que le
produce su aparato de música, que está a todo volumen. Cuando se queja de que
le duele la cabeza, le recomiendan que tome aspirinas. Los grandes
beneficiarios son aquel a cuya consulta va y le recomienda las aspirinas y,
evidentemente, al fabricante de aspirinas que hace un gran negocio con su dolor
de cabeza. Usted podría simplemente bajar el volumen de su aparato, pero eso,
en cambio, no se lo sugiere nadie. La solución sería sencilla, pero a nadie
parece interesarle.
De la misma forma, se nos elude ese "work-related
stresses", que es el que causa los problemas. Es decir: el sistema
productivo es intocable. Da igual que nos esté amargando la vida, que aumente
la violencia social por las situaciones que la gente vive cada día. A nadie le
importa que se explote vergonzosamente a las generaciones más jóvenes, provocándoles
esa situación.
El "entrenador de felicidad" es un invento propio
de esta sociedad desquiciada, que saca provecho de todas las desgracias y que
nos considera piezas sustituibles de un complejo entramado productivo.
¿Por qué renunciar a transformar las condiciones de trabajo,
humanizándolas, haciéndolas compatibles con una vida que se dedica solo a la
supervivencia en muchos casos? ¿Por qué en cambio aceptar sucedáneos de
felicidad?
La pregunta tienes muchas respuestas compatibles con esta
realidad dura en la que vivimos. La situación de la India es la de muchos otros
lugares en los que no hay más vida que la laboral y más meta que el éxito, en
términos de lo único que el sistema ofrece, dinero para poder comprar tu tiempo,
tu felicidad, etc.
Pero esto es solo una falacia que para que funcione necesita
del embrutecimiento constante, tanto el que produce el trabajo alienante como
el pseudo entretenimiento que debemos aceptar después. La agresividad y la
depresión aumentan, lo que hace proliferar otros negocios, de las armas a los
productos químicos que nos distancian de esta realidad acartonada en la que
vivimos.
Todo gira sobre el trabajo, cuyas condiciones son peores.
Los anuncios de una crisis futura son otra forma de eludir la crisis presente,
cuyos estragos se sienten en el empeoramiento de las condiciones.
La angustia y el estrés que sienten los jóvenes de la India
son las que sienten los jóvenes de muchos otros lugares en los que el poder
político (el de la sociedad) es incapaz de reorganizar al poder económico. Conforme
vamos haciendo más salvajes las condiciones de nuestra vida, retrocede la
convivencia social, que se hace más complicada y enfermiza.
La felicidad de la que se nos habla y ofrece es un mero
tapar los efectos negativos de aquella en la que vivimos. Esto hace que solo
lleguemos a interesarnos por mecanismos desestresantes, formas de descargar la
violencia que recibimos y transformamos en algún tipo de actividad. La verdadera felicidad ya no entra en
nuestros marcos mentales; y si lo hace es solo como una desvaída caricatura. El entrenador te ayuda a convencerte de que eres feliz; te lleva a lo posible para evitar que estalles.
Necesitamos modificar el sistema para poder dar un sentido a
la vida más allá de la producción en un ciclo sin fin. Pero es más fácil sacarle
provecho a la angustia y a la depresión que curarlas.
Esto irá creciendo, sin remedio.
* "The
rise of ‘happiness coaches’" BBC - Worklife 26/07/2019
https://www.bbc.com/worklife/article/20190725-unhappy-at-work-this-coach-will-help
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