Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Mientras
los norteamericanos investigan la mayor o menor intervención e influencia de
Rusia en sus elecciones y asuntos internos, mientras analizan quién paga a
quién, en dónde, etc. el presidente de la Comisión Europea, orador en la
reunión del Partido Popular Europeo, ha lanzado una advertencia al presidente en
"otro continente" sobre su intervención en las cosas de Europa. La CNN lo ha recogido con toda
seriedad:
"The newly elected US president was happy
that the Brexit was taking place and has asked other countries to do the
same," European Commission president Jean-Claude Juncker said. However, he
warned, "if he goes on like that I am going to promote the independence of
Ohio and Austin, Texas, in the United States of America."
Juncker, a Luxembourg politician who has been
president of the European Commission since 2014, was speaking at the conference
of the center-right European People's Party (EPP) in Malta.
In February, Juncker said he was under the
impression that the Trump administration did not know the European Union
"in detail," adding, "But in Europe, details matter."*
La CNN ha titulado, con toda seriedad, "I'll back Texas
independence, EU's Juncker warns Trump". La pérdida de sentido de la
realidad en la política norteamericana se hace evidente en la ausencia de
cualquier matiz sobre lo irónico de la advertencia de Jean-Claude Juncker, un
político muy especial, que apenas se calla nada y usa la ironía junto a los
besos.
Euronews nos muestra, en cambio, a un recién liberado Nigel
Farage, ese hombre pegado a una sonrisa, con el titular «Nigel Farage eufórico: "la Unión Europea no va
a sobrevivir"».
Farage no solo quiere salir de Europa dando un portazo, sino que ese portazo
sea tan fuerte que se caiga el edificio que deja atrás.
En lo
del Brexit se manifiestan de nuevo las diferencias entre los euroescépticos y
los eurófobos. En efecto, una cosa es salir de Europa y otra desear que Europa
se hunda. Creo que son dos cosas muy distintas que son las que están manejando
Trump, los Farage, Le Pen y compañía, y su amigo
de Facebook, Vladimir Putin.
La
advertencia de Juncker a Trump sobre pedir la independencia de Texas se podría aplicar
igualmente a Reino Unido. Una foto —con la foto basta— de Nicola Sturgeon con Juncker
en una simple visita a Bruselas, levantaría algo más que ampollas en Londres,
ciudad —por cierto— mayoritariamente partidaria de quedarse en Europa.
Theresa
May se está equivocando en poner de fondo una marcha heroica y triunfante al
Brexit. El Brexit es un gigantesco fracaso para el Reino Unido. La victoria ha
sido por la mínima, lo que implica una fractura social grande, pero eso no es
lo peor.
Lo peor
del Brexit es que es una imposición de ruptura a la siguiente generación, los
jóvenes, que mayoritariamente se han sentido europeos y han querido mostrarlo.
Es la envejecida sociedad británica la que ha cortado el futuro comunitario
para volver no se sabe muy bien a qué glorioso pasado.
Aquí
todos quieren volver a ser grandes de nuevo: Trump, Theresa May... hasta
Erdogan, que quieren resucitar sus viejos imperios e imperialismo. Estados
Unidos quiere volver a ganar guerras, en palabras de su presidente; May ha recuperado
Gran Bretaña para los británicos; y Erdogan, finalmente, ha empezado por construirse
un gran palacio y con los insultos a Occidente como paso para recuperar el
imperio otomano, en versión antigua, sobrándoles el fez, que era signo de
modernidad, como vimos el otro día.
La forma burda de los discursos británicos, la zafiedad de
los de Trump, la grosera y amenazante de Erdogan, contrastan con lo dicho por
Juncker y resaltado por la CNN: en Europa
importan los detalles. Quizá no haya otra unión en la que importen tanto
los detalles pues ninguna tiene tantas diferencias de partida. En realidad, la
construcción europea para llegar a ser lo que es debería ser su mejor garantía
de futuro. Europa engorda con lo que no la mata y hasta el momento ha habido
muchas ocasiones de morir y se han sorteado.
Los problemas por la salida de Reino Unido son
"cambios" para la Unión Europea, pero son "problemas" para
Reino Unido que es donde ha quedado la brecha, el cisma social y el desvío del
futuro previsto para una generación. Por eso me sorprenden los cantos de gloria
y victoria de una Theresa May que tiene por delante la frustración de los
jóvenes, que quieren ser europeos; la progresiva desaparición por muerte
natural de los que han querido irse a la tumba siendo británicos; la petición
de referéndum para la separación de Escocia y lo que decidan en Irlanda del
Norte. No se va a aburrir May en los próximos años. La negociación del Brexit
va a ser lo más tranquilo que tiene
por delante.
La satisfacción de Nigel Farage es igualmente inapropiada. En primer lugar porque el
Reino Unido ha sido (y todavía es) un
miembro de la Unión, no un "enemigo". Ha sido incluso un miembro
privilegiado al que se le ha permitido conservar su moneda, la libra, cosa que
otros no han podido. Los británicos comprenderán pronto los privilegios que han
tenido.
La única explicación, al igual que con Trump o Putin, es que
les molesta Europa, aunque por
distintos motivos. En el caso de estos dos últimos, está claro que no quieren
un competidor fuerte; lo prefieren
fragmentario y bilateral para negociar siempre en condiciones de fuerza e imposición.
Un encuentro USA-Rusia para deshacerse de Europa parece una cosa orwelliana,
pero es que ambos personajes tienen mucho de "gran hermano". Ambos
deprecian muchas cosas, entre ellas, a Europa.
A nosotros no nos va
la fuerza. Nosotros, por el
contrario, gracias a que llevamos 60 años haciendo encaje de bolillos para
resolver problemas sobre una mesa, hemos desarrollado un delicado sentido
interno del "detalle", por usar el término de Jean-Claude Juncker.
Eso, en ciertos momentos, es un entrenamiento en la paciencia que en estos
tiempos, se debe valorar como una virtud. Europa dialoga y tiene voluntad de
diálogo, pero sabe que su fuerza es ser "Europa".
Por eso han molestado tanto las observaciones del señor Dijsselbloem
sobre el "sur" y en qué —en su prejuiciosa opinión— se gasta el
dinero. Debió confundir al turista con el camarero. Es el detalle. Cosas que pasan.
Lo de "Texas" es evidentemente una broma de
Juncker, aunque seria. En realidad sí hay un movimiento tejano por salirse de
la Unión y no es pequeño, ya que en 2016 era de un 28% en las encuestas). Pero
no es asunto nuestro y no nos vamos a dedicar a calentar a los tejanos (o a los
escoceses), a cuestionar los detalles jurídicos (un poco oscuros) de su entrada
en los Estados Unidos.
Eso es lo que, sin necesidad de levantar mucho la voz,
Juncker le ha dicho a Trump, con una broma. Los espectadores de la CNN pueden estar
tranquilos, Jean Claude Juncker es lo contrario de Trump. Afortunadamente para todos.
*
"I'll back Texas independence, EU's Juncker warns Trump" CNN
30/03/2017 http://edition.cnn.com/2017/03/30/world/juncker-warns-trump-brexit/
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