Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En las
democracias uno gana porque le votan. Atrás quedan los designios divinos, los
derechos de cuna y cualquier otro método de sustracción del derecho a decir
quién te gobierna.
Ha sido
un tópico durante mucho tiempo decir que "Hitler fue elegido
democráticamente". Con esto se hacía referencia a que la democracia es
algo más que lo que pasa en las urnas el día de votación, que las cosas se
pueden torcer, que puede llegar, como decíamos el otro día, el "gran
demagogo" que los clásicos temían, el seductor masivo que nos convenza de
que las cosas no son como las vemos o, incluso, pedirnos que dejemos de ver.
Leo en
RTVE.es las declaraciones de un Trump
eufórico:
"Dios me salvó la vida por una razón. Esa razón era salvar a nuestro país y devolverle la grandeza a Estados Unidos. Ahora vamos a cumplir esa misión juntos", ha dicho en referencia al disparo que recibió en julio en un acto de campaña.*
Esto es mesianismo en estado puro, volver a la "voluntad divina", con una falta de pudor obscena. Desde el punto de vista político, es un retroceso de siglos. Algunos podrán pensar que todo es "retórica", pero el problema con Trump es que lo cree sinceramente. Quizá sea el único aspecto divino en el que cree, aunque venda biblias si lo cree conveniente para sus fines.
El problema —una vez más— es la eficacia del discurso, el hecho de que nos haga ver las pulgas del circo (véase ayer), es decir, el problema son los que viven realmente la fantasía del "destino manifiesto", por un lado, y de la "elección divina" de Trump como salvador iluminado. Así pueblo y mesías se complementar en un mismo destino que el resto del mundo ve asombrado porque sabe que le afectará directa o indirectamente.
Mientras algunos echan las culpas a los demócratas y a la tardanza de Biden en dejar paso a Kamala Harris —algo de cierto hay—, otros ponen el foco en el retroceso social y cultural de la democracia, algo que apunta más allá de los Estados Unidos, pero que puede que tenga su foco allí por motivos obvios. No es fácil influir en un país tan cerrado a otras culturas como son los Estados Unidos. Es más fácil para ellos influir que ser influidos. La cobertura a la extrema derecha populista en un hecho.
Lo que era considerado una "nación de naciones" ha dado el salto del "país de las oportunidades" a declarar el inmigración como una epidemia dañina de criminales. Al proteccionismo extremo se le añade una segunda consideración mesiánica: los Estados Unidos reinan. De nuevo la pregunta de Trump: ¿de qué sirve el poder si no se utiliza?
La época anterior de Trump fue la del deshacer de alianzas internacionales. Se consideraban como trampas limitadoras de un poder americano. ¿Por qué dejar que otros puedan decidir lo que se puede o no hacer cuando tú puedes imponer a los otros tu poderosa voluntad? Este ha sido uno de los mensajes que han calado hondo. Es lo que significa realmente "hacer grande a América otra vez", sacudirse el yugo de los débiles.
Parte de eso es lo que Europa teme. Las declaraciones ayer mismo de Macron sobre que Europa tiene que defenderse por ella misma y no depender de los Estados Unidos va por ese camino. Ya lo vivimos y no queremos volverlo a vivir. Europa no puede depender de una charla entre Trump y Putin.
Pero la selección divina de Trump tiene muchos más problemas. Los tiene para la democracia misma en Norteamérica. Es un retroceso. Trump no es un político al uso, es sobre todo un ideólogo antidemocrático, subversivo en su intención. Alguien que dice que "no puede perder" o que "Dios le salvó para salvar a América" no transmite los valores de la democracia sino del mesianismo autoritario.
La degradación del estado democrático es manifiesta. Estados Unidos, cuyas doctrinas sobre su carácter de "pueblo elegido", con teorías sobre la inspiración divina de su constitución, etc. no necesitaba para agravar esto unas dosis mayores de "profetismo" como las que supone Trump. El reelegido presidente es "solo" la cumbre de una pirámide construida con ideas retrógradas desde su base, ideas expansivas y que han transformado la forma de pensar creando los cimientos de la aceptación de lo que Trump verbaliza y representa.
The New York Times |
Trump habla de salvar al pueblo, que es algo que va mas allá de "salvar la economía" u otras fórmulas habituales en la política. Habla de "salvar al pueblo". Lo salvará de los inmigrantes, de la dependencia parasitaria de otros países, del crecimiento industrial y tecnológico de China, etc. por lo que sus medidas serán vistas como parte de ese destino que Dios les ha marcado.
Los datos de esta década pasada alertaban de un retroceso de la Ciencia y un avance de los mitos religiosos. Es un mundo de "elegidos", de "designios divinos", de "resistencias a los planes de Dios", etc. El retroceso ha pillado a los demócratas a siglos de los republicanos, en una América en retroceso acelerado. Trump no avanza hacia una modernidad, sino a un especio mental de prejuicios, donde el paraíso intuido se enfrenta a ese infierno agresivo que hace peligrar su estado. "Hacer grande a América" es retomar es extraño paraíso dibujado por seres grotescos como Elon Musk o el antivacunas Kennedy, que será puesto al frente de la Sanidad, según nos dicen.
Durante el primer mandato, ya hubo dimisiones continuas de asesores que intentaban evitar los destrozos de Trump. Esta vez el plan es otro y nos dicen que el futuro presidente se está rodeando de un núcleo más duro, dispuesto a "arreglar" el país, a "sanarlo".
La euforia de Trump es un peligro para el mundo y, en especial, para los propios Estados Unidos que pierde su referencia democrática y se adentra en un peligroso misticismo personalista. El pueblo elegido y su mesías están en marcha.
Ya hay otro fundamentalismo sobre el planeta.
* Laura Gómez Díaz "Trump promete "sanar al país" y celebra su victoria con sus partidarios: "¡Mirad lo que hemos hecho!"" RTVE.es 6/11/2024 https://www.rtve.es/noticias/20241106/trump-celebra-victoria-elecciones-eeuu-estados-unidos/16318068.shtml
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.