Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En este
blog hay actualmente 626 entradas que hablan de Donald Trump. Esta será la 627.
Hay entradas sobre Trump antes de que llegara a la presidencia, durante la
presidencia de los Estados Unidos, de su periodo fuera de la presidencia. Mucho
me temo que la que tenemos hoy, la 627, no será la última. Son ya muchas
páginas dedicadas a un peligro público, a un criminal convicto, a un político
anti-política (según su propia visión y definición), a un rico por familia que
convenció a todos de que se había hecho a sí mismo, a un putero que vende
biblias, a un incitador al asalto a las instituciones, a alguien que define a
los asaltantes como patriotas.
Siempre
piensas que Trump ha llegado al límite, pero solo el cielo lo es. Cada vez que
supera una línea roja piensas que ha escrito su fin, pero descubres que es
aplaudido por ello. No tiene idea brillantes, pero si un verbo incendiario.
Hace
mucho tiempo que cambié la pregunta. No se trata de saber cómo es Trump, pues
es difícil ser más trasparente en su teatralidad. La gran pregunta es cómo
podía conseguir que decenas de millones de personas le votaran. Las
estadísticas dicen que puede aparecer un tipo así, pero se suponía que debía
ser filtrado por esa
"inteligencia colectiva" que supone la democracia. Con Trump se cumple
el viejo temor y crítica a la democracia: que el voto no solo no filtre, sino
que se elija lo peor, la llegada del
demagogo.
Si la
teoría optimista dice que la verdad es perceptible, que elegimos lo mejor para
todos, el demagogo demuestra lo contrario, que no somos tan racionales como
pensamos y que es más fácil seducirnos que convencernos. La democracia parte
del principio de la racionalidad humana; el demagogo demuestra que no queremos
escuchar más que aquello que nos halaga, sea cierto o no.
Crecidos
en un mundo de seducción, el del consumo, para el que se han desarrollado todo
tipo de técnicas y lenguajes, la política es ahora una carretera de dos
direcciones. Una lleva hacia lo que debe ser; la otra hacia lo que me satisface
sin pudores, como deseo materializado, como extracción de lo más oscuro, de lo
más tenebroso, de aquello que me satisface de forma egoísta. Trump es un
vendedor de sí mismo, un vendedor que hace ver que tus sueños de poder, de
exclusión, tus fobias... son posibles y que si hay que cambiar o pisotear las
leyes, ¿por qué no hacerlo? Y será él quien lo haga.
En
Trump el populismo adquiere un tinte extraño. El "pueblo" es él. Él
no escucha al pueblo, sino que es el pueblo quien debe escucharle a él,
comprender el destino que les espera y qué el intuye en sí mismo como elegido.
Por una
curiosa coincidencia, el diario El País nos ofrece un gran titular que se
asocia en mi mente: ""Jean-Dominique Kerignard (el Gran Panzani),
domador de pulgas: “El secreto de la fantasía es hacer ver lo que no
existe”". Nos dice el texto que en este circo imaginario, de minúscula
pista, las pulgas solo son invivibles para los escépticos, lo que nos quiere
decir que es la imaginación crédula la que ve lo que la voz y movimientos del Gran Panzani nos hace creer.
¿Estamos
en un mundo político de fantasía, un mundo en el que se nos induce a creer aquello
que esperamos ver? La simbología del circo de pulgas, en el que pagamos por ver
lo que no existe más que como envoltorio de la nada, es poderosa y sugerente.
¿Es Trump como el "gran Panzani" y su circo de pulgas? La meten vuela
en busca de analogías, de paralelismos.
Pero
nada de esto nos debe alejar de las preguntas centrales: ¿qué lleva a la gente al
circo, qué fantasías desea ver, por qué y cómo desea ser seducido? Las promesas
de Trump son grandes atractores del
deseo. ¿Desean muros, deportaciones masivas, más armas en las calles, más
autoritarismo, mostrar al mundo quién manda, hacerle pagar por
"protección" en la mejor tradición gansteril; desean seguir contando
con un club de amigos dictadores? ¿Es esta la nueva América?
Los
próximos años van a ser difíciles, una prueba en muchos sentidos y niveles. Lo
que ocurren en América no se queda en América. Los dictadores y aspirantes a
dictadores de medio mundo aplauden lo que espera que les beneficie. Tras Trump
hay toda una red definida desde la ultraderecha populista de "amigos"
que se han apresurado a sacar sus fotos con Trump y a refrescar sus políticas
racistas y anti inmigratorias, ultra conservadoras.
Trump
ha regresado con fuerza. Ha convencido a los estadounidenses de la verdad de lo
que querían escuchar y ahora, quieren que el mundo "sienta" su poder.
Como Trump respondió a una encuesta "¿de qué sirve ser millonario y
poderoso si no puedes hacer lo que quieres"? Esa es la visión del poder
que Trump ha trasferido a los que le han votado. Esa es la que tratará de hacer
sentir al mundo, que es él quien manda.
Esta es ya la entrada 627 y me temo que habrá muchas más. El temido demagogo ha llegado, reivindicativo y seguro de sí mismo y de su destino. El problema no es un mal presidente; eso es solo el resultado.
Habrá quien busque en razones técnicas la explicación, en la economía- Sin embargo, creo que hay algo más profundo, algo que tiene que ver con ese circo de pulgas y el deseo de ver. Es el regreso del gran demagogo.
*
"Jean-Dominique Kerignard (el Gran Panzani), domador de pulgas: “El secreto
de la fantasía es hacer ver lo que no existe”" El País 7/11/2024
https://elpais.com/cultura/2024-11-07/jean-dominique-kerignard-el-gran-panzani-domador-de-pulgas-el-secreto-de-la-fantasia-es-hacer-ver-lo-que-no-existe.html
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