Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las
noticias sobre el drama de Gaza y Líbano siguen aumentando la tensión. El
bombardeo de zonas nuevas, con muertos en zonas cristianas, y los ataques a las
tropas de las Naciones Unidas dejan ver que Netanyahu no tiene más plan que el
ya comentado de tierra quemada.
¿Puede
parar en algún momento? Cuanto más avance sin más plan que el exterminio y la
devastación, más difícil le será detener esta locura. Lo que queda de la
violencia solo es la destrucción al convertirse en un objetivo en sí misma. ¿Cuánto
hace que no se oye hablar de los rehenes? ¿Importaron en algún momento o fueron
solo la excusa para esa brutal intervención? De hecho, la mayor resistencia en
Israel es precisamente la de los familiares de los secuestrados por Hamás?
De
todas las imágenes que esta guerra ha generado la que no se me borra es aquella
que nos muestra, durante la intervención inicial de Hamás —el ataque terrorista
que lo desencadenó todo—, a un joven haciéndose selfies frente a los estragos
causados. Era el inicio, pero ya se intuía qué tipo de guerra se estaba creando.
Poco podía imaginarse el orgulloso joven que aquella "alegría" por
haber burlado las defensas israelíes y a sus servicios de información, iba a
costar más de 40.000 muertos solo hasta el momento.
Un año
después, nada se ha solucionado, aunque este término resulta equívoco y hasta
absurdo. ¿Qué hay que solucionar? ¿Qué ha obtenido Israel, qué ha obtenido
Hamás, qué ha obtenido Irán? En lo único que han ganado es el incremento del
odio y del sufrimiento.
Cada
día que pasa, ambos frentes se alejan de soluciones. A los primeros alto el
fuego humanitarios, ya muy lejanos, les siguen solo negativas, incumplimientos
y amenazas. Una guerra sin objetivos —lo hemos señalado con anterioridad— no
tiene nada que poder sobre la mesa. Por eso, los objetivos de Israel solo
aumentan: de Gaza y Hamás, a Líbano y Hizbulá, Irán y ahora aldeas cristianas y
cuarteles de la ONU.
Los
ataques a las tropas de Naciones Unidas han creado una línea roja desde el
exterior. Pocos países podrán aceptar esos ataques especialmente lo que, como
España, tienen destacamentos allí. Su función era garantizar la paz y ahora se
ven en la situación de ser objetivos sin poder responder cuando son atacados.
Es el
efecto directo de ignorar a los organismos internacionales que buscaban la paz.
Hoy la siguen buscando, pero si falta el respeto a lo que representan, de poco
sirven.
El
activo real de Israel se basa en la capacidad de veto de los Estados Unidos y
en el suministro de armamento y logística. Netanyahu confía en el apoyo del
lobby judío en los Estados Unidos, la verdadera retaguardia de su ejército.
Evidentemente, esta no flojeará, pero puede que llegue a un punto límite en el
que ya no sea posible ir más allá.
Lo que
resulta dramático es la ausencia de un punto hacia el que acercarse para que
decrezca la tensión. La guerra, por decirlo así, está condenada a seguir
adelante.
¿Serán
eficaces las condenas europeas a las últimas intervenciones israelíes? Europa
ha pasado de la defensa del derecho de Israel a defenderse y la condena al
inicio de Hamás a la condena las acciones de Israel y el respaldo al pueblo
palestino.
La
intervención de Irán y la respuesta israelí es altamente preocupante para
Europa que se ve con un conflicto imparable a sus puertas, Es precisamente ese
carácter de imparable el que asusta a todos.
El
sistema destructivo de Israel nos muestra que son dos sus objetivo: el primero
la destrucción de Hamás y Hizbulá, pero el segundo es la merma del pueblo
palestino, que se ve llevado de un lado para otro sin tregua. Los civiles son
ordenados a desplazarse a sitios que se acaban convirtiendo en lugares de
bombardeo poco después. Esos 42.000 muertos, decenas de miles de heridos y ese
millón y medio de desplazados vagando a la espera de que caigan las bombas, con
sus casas destruidas y llevando lo poco que les queda encima, son el resultado
de aquella primera acción de Hamás, la que permitió que el joven se hiciera el
selfie del que se sentía tan orgulloso.
Sigue
siendo de interés para la Historia el porqué
de aquel ataque en aquel momento.
Ambas circunstancias son esenciales para comprender sus posibilidades de que
pare este despropósito cruento y cruel. Es de suponer que tanto la provocación
como la respuesta tienen sus propios planes y objetivos. No sabemos lo que
pretendían más allá de lo obvio, que quizá no lo sea tanto.
Nada parece acabar en esta guerra; todo es un paso intermedio a no se sabe bien dónde. Solo que causará más daño y dolor sin conseguir nada. ¿Reaccionará la sociedad israelí cuando aumente el dolor exigiendo una solución?
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