Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cualquier
debilitamiento de las posturas sociales frente a esta lacra histórica del negacionismo
de la violencia de género es un enorme retroceso de trágicas consecuencias.
Cualquier otra consideración es pequeña en comparación con lo que esto supone.
Está en la base del negacionismo precisamente debilitar la resistencia y por ello
pasa a ser algo importante, algo por encima de las carreras políticas. Es el
punto que da la auténtica dimensión de nuestros avances sociales y culturales.
El
negacionismo coincide con las posturas de los grupos fundamentalistas de
diversa ideología, de los grupos cristianos evangélicos a los islámicos, que tienen un
enemigo común: al que consideran el ateo. No se debe ignorar esta coincidencia
ni se debe pensar que es algo nimio. Por el contrario, es el elemento revelador de
los poderes que se oponen a una sociedad igualitaria.
En
algunos países musulmanes se incluye a las feministas entre las destructoras
del orden islámico, es decir, el que Dios estableció y que los hombres vulneran
estableciendo igualdad donde no la hay. La idea misma de "igualdad"
entre hombres y mujeres les repugna, les parece un atentado contra la voluntad
divina.
Nuestros
negacionistas han compatibilizado este mismo principio de la antinaturalidad de
la igualdad incorporándolo a los que
consideran un desarrollo anómalo en Occidente. Esa anomalía es precisamente la
que se deriva de un planteamiento "ideológico" (la igualdad de hombre
y mujeres, rechazada) frente a lo que señalan una forma "natural" de
mantener el orden que se basa en el reparto de papeles y la jerarquía de las
responsabilidades. La idea misma de "cabeza de familia" lo explica
con claridad. La unidad y jerarquía se justifica en el mando.
La
afirmación de la "ideología" que practican los negacionista es una
forma de relativismo. Lo propio es "natural"; lo demás es
"artificial", algo creado por la mano del hombre y, por ello,
imperfecto y mejorable, cambiante en el tiempo. El problema es cómo se enfrenta
la sociedad a esto, especialmente, cómo lo asimila.
En
RTVE.es se nos habla ya de la traducción a hechos de estos planteamientos
negacionistas:
Un 20% de los hombres jóvenes cree que la violencia de
género es un "invento ideológico" y un 15% no ve problemática
la violencia si es "de baja intensidad", según un estudio de 2021
del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. Estos porcentajes se
habían duplicado respecto a barómetros de 2017 y 2019.
Otro trabajo del mismo organismo del pasado mayo
apunta a un crecimiento de la banalización y minimización de la violencia
machista, especialmente entre los chicos jóvenes, lo que enmarca en un clima de
reacción antifeminista tras la gran oleada feminista que empezó en 2018 con la
sentencia de La Manada y la histórica huelga de aquel 8M.
Quienes trabajan con jóvenes constatan estas tendencias. "Es un retroceso brutal", señala Gómez Mata, de la asociación ALMA. Lo explica con una anécdota que vivió personalmente. "En una charla en un instituto, un chaval de 15 años dijo a voz en grito que el sitio de la mujer es la cocina", relata. Y esto se debe, asegura, a una normalización de discursos machistas en la política: "Yo antes me callaba por vergüenza, pero ahora como lo dicen los políticos no pasa nada", es el pensamiento de muchos, asegura.*
Esto es
gravísimo y dibuja un panorama terrible tanto de presente como especialmente de
futuro. Esas frías cifras se traducirán en los próximos años en muertes,
sufrimiento y opresión de muchas mujeres a manos de esos proclamadores de la
relatividad y de la función primordial de la violencia sobre las mujeres. Se
desarrolla así un concepto jerárquico del macho controlador basado en la
violencia y en la necesidad de ejercerla de forma "natural" sobre la
mujer.
No se
percibe como un rasgo propio, sino como un encarrilamiento de la normalidad en
la violencia. Como ocurre con los fundamentalismos islámicos, la mujer es considerada
y presentada como un peligro, alguien a quien hay que vigilar, que controlar
para evitar que —como nos muestra ese "libro histórico" sobre la
creación— lleve al caos personal y familiar. Por eso ese grito en clase sobre que
"el destino de la mujer es la cocina" no es una mera anécdota. Es un
anticipo de esos jóvenes formados en esta ideología negacionistas.
Estamos
asistiendo a un estallido de "manadas infantiles", de grupos de menores
violando niñas, envalentonados porque la ley les protege. Lo que hacen hoy lo
harán mañana y lo harán envalentonados porque ellos reimplantan el orden y la
obediencia natural frente a los
engaños de la igualdad.
Eso es lo que tenemos y lo que hace que Vox quiera esas concejalías de "Educación y Cultura". Esto no es una simple propuesta electoral. Es un retroceso cultural, la justificación de una aberración inadmisible hoy.
*
Álvaro Caballero "El riesgo de invisibilizar la violencia de género: miedo
a denunciar y "retroceso brutal" en la percepción de los
jóvenes" RTVE.es 21/06/2023
https://www.rtve.es/noticias/20230621/riesgo-invisibilizar-violencia-genero-miedo-denunciar/2450072.shtml
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