Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Decía
T.S. Eliot en uno de sus poemas más conocidos que el mundo desaparecería en un
bostezo. El bostezo es el cambio climático de la mente, el tsunami del
aburrimiento, el "más" del "no va más". Pero hay una enorme
diferencia entre el que se aburre sentado con la mandíbula apoyada en un bastón
sentado en un banco en la curva del pueblo en donde se suelen dar un golpe los
que van rápido y tener la cuenta en el banco forrada de millones y preguntarte
por la mañana ante el espejo mientras te das un masaje facial "¿qué hago
hoy?"
La
pregunta es universal: ¿qué hago? Pero la respuesta depende de la cuenta
bancaria. Las repuestas van desde salir a darse una vuelta al parque o dársela
al mundo. Antes la gente destacaba por su trabajo, ahora pretenden hacerlo por
el gasto en el ocio. La imaginación, en esto, no tiene más límites que los de
la cuenta del banco, la de lo que te puedes permitir.
El
titular de Antena3 nos cuenta el asombro del presidente de la Fundación Titanic "Jesús Ferreiro, tras el terrible final del
Titan: "Es increíble que estemos
hablando del Titanic 111 años después"*. ¿Increíble? No, normal, porque parte
de lo que se busca en poder contarlo, algo que no va a ser, por desgracia, el caso. Ellos, los
turistas, no podrán contarlo. Han pasado de posibles contadores de la aventura,
a ser parte del discurso que lo cuenta. Ahora son contados como parte de una
historia trágica y absurda. Ya son parte de la cadena que forma esta historia.
Comentaban
esta mañana en una cadena televisiva —no tengo más referencia que esta— que se
anunciaban anteriormente peticiones de mano en las barandillas del hundido Titanic por parte
de una empresa dedicada a este tipo de operaciones. Supongo que por un precio considerable podías permitirte el
lujo subacuático de emular a Leonardo DiCaprio y a Kate Winslet. Es cierto que
con mascarilla y botellas, con traje de buzo o sin salir del submarino no es lo
mismo, pero ¿y lo bien que lo vas a pasar contándolo después, con el placer de
enseñar las fotos y dejar a tus amigos con el sentimiento de ser seres
vulgares, de ir por la vida en Metro y no en limusina como tú? Eso es
impagable.
Somos
animales imitadores a los que no le gusta que se lo digan. La salvedad es que
ya no imitamos la realidad sino nuestras fantasías. Queremos parecernos a
nuestros héroes de película. ¿Recuerdan lo que contamos aquí del gánster
detenido en Italia que tenía en su casa el póster de El padrino, la película de F. Ford Coppola? ¿Cuántos gánsteres
reales habrán gastado bromas a sus amigos imitando la voz castada de Brando,
habrán tenido un gato sobre su regazo o habrán dicho "que parezca un
accidente" (aunque nos digan que nunca se dice en la película)?
Sí, la
gente "habla del Titanic", pero no del que está hundido, sino del que
se parece al que salía en la película. Sin la idea de James Cameron, sin
DiCaprio y sin Winslet, estas cosas no pasarían.
Ferreiro reconoce que existen varias similitudes entre el hundimiento del transatlántico británico y lo que ha ocurrido ahora. "Es lo mismo que le pasó al Titanic, que se partió en dos. La proa estaba llena de agua y cayó de manera vertical. Al estar llena de agua no sufrió la diferencia de presión de dentro hacia fuera, sin embargo la parte de popa, que estaba vacía de agua, cayó dando vueltas pero sufriendo la presión, explotando todo", explica.
Para el experto no deja de ser "increíble" que tras más de 100 años del desastre marítimo la historia vuelva a repetirse. "Ahora estamos hablando del Titanic 111 años después. No sé razonar la admiración y la expectación sobre el Titanic".*
Se
equivoca Ferreiro, de la Fundación Titanic. No es el hundimiento del Titanic lo
que se ha repetido 100 años después. Lo que se ha repetido es la película, como prueba su propia
declaración. El gánster que tenía el póster de El padrino no repetía la vida criminal de sus antecesores, sino que
repetía las secuencias de la película. Así lo vivía. Esas parejas a las que se
les ofrecía casarse o pedirse la mano en las profundidades sueñan con hacer
poses en el mismo lugar donde se supone que las hacían DiCaprio y Winslet.
Titanic ya no significa "gran desastre", sino "gran amor para
siempre", aunque ese "siempre" sea un recuerdo solitario de una
de las partes, la que sobrevivió. "Titanic" no es la historia de un
hundimiento, un hecho histórico, sino una historia de amor que podemos revivir
mediante una operación retórica, metafórica, o mediante una vivencia espacial. Debería
haber un "Titanic" para ricos, que es el que te juegas la vida y te
cuesta un riñón, y un "Titanic" para pobres, un plató en cada ciudad
en el que hacerse la foto del amor eterno.
Los que
bajaron en un chapucero submarino satisfacían algún tipo de curiosidad. Lo
sentimos por ellos y sus familias. La conversión de lugares casi inaccesibles
en citas turísticas añade el peligro al placer... o los funde. Esta vez el riesgo ha sido
demasiado. Quizá no se pueda prohibir bajar al fondo del mar; quizá tampoco ir
a darse un garbeo lunar. Ya han ocurrido otros accidentes por esto y algún día ocurrirá otro desastre. Pero hay un filón en estos negocios de la ilusión, la nostalgia o la exclusividad.
Nuestra aburrida vida necesita de emociones y de imitaciones. Nunca una sociedad ha tenido tantas fuentes de información, nunca ha tenido tantas referencias visuales con las que satisfacer su propia mitomanía. Vivir es hoy una especie de estadio intermedio entre realidades y fantasías.
* "Jesús
Ferreiro, tras el terrible final del Titan: "Es increíble que estemos
hablando del Titanic 111 años después" Antena 3 23/06/2023 https://www.antena3.com/noticias/mundo/james-cameron-tragedia-titan-llama-atencion-similitud-propio-desastre-titanic_20230623649543959d4a830001624b61.html
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