Un
nuevo atentando, otro nuevo baño de sangre en Egipto. El atentado ha sido en el
sector y lugar que más duelen, el turismo y Guiza, junto a las pirámides. Hoy
los titulares de la prensa de medio mundo abren con la noticia de las muertes y
las represalias. El País titula ahora mismo: "Egipto mata a 40 supuestos
terroristas tras el atentado de Guiza" y a renglón seguido señala que no
hay españoles entre los muertos, tres turistas vietnamitas y el guía egipcio.
Los turistas se dirigían, según señala la prensa, a uno de esos espectáculos
que hay en las pirámides, conocidos como "Light & Sound", muy
visitados desde el anochecer. Me han venido los recuerdos de esos momentos en
Egipto, en ese mismo camino, tras un día de congreso en la Universidad de El
Cairo. Otros tiempos.
Como
suele ser frecuente en estos casos, la dificultad para impedir los atentados se
suele responder con la facilidad con la que se da con los responsables, que son
inmediatamente eliminados. El diario El País recoge:
Este sábado el Misterio de Interior ha
anunciado que la muerte de 40 supuestos terroristas en operaciones
antiterroristas llevadas a cabo en la península del Sinaí, en el noreste del
país, y en la provincia de Guiza, al oeste de El Cairo.
Los terroristas estaban supuestamente
preparando y planificando ataques contra instituciones del Estado, Policía y
Fuerzas Armadas, además de contra objetivos del sector turístico y lugares de
culto cristianos, según informa Interior en un comunicado difundido por la
agencia oficial Mena. Interior no ha detallado si entre los fallecidos se
encuentran los autores del ataque.
Al menos 14 supuestos terroristas han sido
abatidos en un tiroteo en una casa que usaban como refugio en el distrito Seis
de Octubre, en las afueras de El Cairo. La Policía ha matado a otros 16
supuestos terroristas en una operación en la zona de Abne al Guiza, en la
carretera al oasis de Guiza. Otros 10 supuestos terroristas han muerto en un
refugio en la zona residencial Ibni Beitek en la ciudad de Al Arish, capital de
la provincia de Norte de Sinaí, en el noreste.*
Cuando
más se temía otros nuevos atentados contra la comunidad de los cristianos
coptos en los días de la Navidad, el ataque ha llegado al turismo en uno de sus
puntos sensibles, el turismo. No se excluye, desgraciadamente, que haya otros. La vigilancia sigue.
En
ocasiones hemos resaltado la esquizofrenia que supone estar manteniendo que el
país es seguro y mantener los máximos mecanismos de represión. Lo uno o lo
otro. El turismo y los cristianos coptos son los máximos puntos de ataque para
conseguir la resonancia internacional. Al daño a los extranjeros o a los
cristianos (a los que no se considera verdaderos
egipcios, igual que a los sufís no se les considera musulmanes, y por ello son
objetivo de ataques).
Al
igual que ocurrió con el atentado contra el autobús que iba hacia un monasterio
copto con peregrinos, el estado vuelve a encontrar la excusa al atentado. Egypt Independent señala:
Egypt’s prime minister, Mostafa Madbouly, told
media from Al Haram hospital that the bus had taken an unexpected route.
“The bus deviated from the route secured by the
security forces,” Madbouly told Extra News channel, an assertion also made by
the owner of the company that organized the bus tour.
“We have been in contact with the embassy of
Vietnam to contain the impact of the incident, and what is important now is to
take care of the injured,” the prime minister said.
The bus driver later told media he had not
deviated from the route.**
Las excusas egipcias son tan frecuentes y repetidas que difícilmente
son creídas. Cada vez que se produce un atentado de estas características,
siempre ha ocurrido porque alguien ha tomado una ruta no vigilada, de donde se
deduce que una ruta vigilada es una ruta sin atentado, menos cuando a los que
se mata es a los militares de los puestos.
El ametrallamiento y bombardeo por las fuerzas de seguridad
egipcias de unos turistas mejicanos, hace unos años, también se había producido
porque habían tomado una ruta equivocada. El caso reciente del monasterio
también se había producido por ir por otra ruta. Parece que los conductores
egipcios tienen una especial tendencia a desviarse de las rutas fijadas y gusto
porque les ataquen, ametrallen y los bombardeen.
A casa atentado llega una demostración de poderío del ejército
y la policía en un imposible sistema de equivalencias. No sé si esto compensa a
alguien (parece que hay doctrinas sobre el asunto), pero desde luego no a los
muertos ni a sus familias.
Se trata más bien de tapar titulares y de dar una sensación
que no sirve de nada de cara al exterior, porque lo que la gente pide no es
venganza sino tranquilidad.
Sin embargo, el camino elegido no es el de la paz, sino el
imposible del exterminio. Egipto no necesita fabricarse enemigos exteriores,
porque los tiene dentro. Pese a que la teoría dice que en el momento de
oponerse al estado dejan de ser egipcios y pasan a ser herramientas de
potencias extranjeras, lo cierto es que Egipto tiene un conflicto civil
irresoluto desde los años de su creación moderna, desde los años 50. Unas veces
es más virulento y otras menos, pero no por circunstancias de mejora reales,
sino por pactos en los que unos pretenden ganar terreno frente a los otros.
La estupidez de Mohamed Morsi, arropada por los militares,
dio al traste con las posibilidades de un Egipto en paz. Sigue siendo una lucha
por el poder y por el pueblo, dividido entre islamistas y militares. Pese a que
no se reconozca, la base islamista es amplia, como mostraron las elecciones que
llevaron a Morsi al poder, con los Hermanos y los salafistas encumbrados. La
estupidez militar, queriendo convertirse en alternativa frente a los islamistas,
les sirvió en bandeja el gobierno y el parlamento que debía redactar una
constitución. Las prisas de Morsi y sus mentiras de buscar un gobierno no
islamista, para todos los egipcios, se vieron pronto y el error cometido quedó
en evidencia. También la triste realidad: salvo unos idealistas jóvenes, a
nadie le interesaba la democracia; todos luchaban por el poder y el exterminio
del otro. Ambos grupos son profundamente autoritarios; unos por la vía militar,
los otros por la religiosa integrista. Egipto está condenado a vivir en sangre
por la incapacidad de vencer el máximo pecado histórico, la intransigencia.
Durante los últimos dos años, Egipto se ha visto envuelto en
un frenesí de descubrimientos arqueológicos. Notaron rápidamente que eran
casi las únicas noticias junto a los atentados contra cristianos coptos y turistas y las condenas por las violaciones de los derechos humanos, que
lograban pasar el filtro de las agendas mediáticas.
En realidad, la noticias
sobre Egipto se desvanecieron tras comprobarse que los mismos que lucharon por
sus libertades contra Mubarak, se enzarzaban en, visto desde el exterior,
inexplicables luchas entre unos y otros. Las noticias del Egipto antiguo
tapaban las inconsistencias del Egipto moderno, cuya presidencia externamente
quedaba en entredicho por el autoritarismo y una democracia de cartón piedra. Y se empezaron a
preguntar ¿por qué había más violencia en el Egipto actual que en el de hace
10 años.
Como algunos han señalado, al-Sisi ha hecho bueno a Hosni Mubarak y
sus treinta años de gobierno tras la muerte de Anwar el-Sadat. Incluso el
propio al-Sisi considera que hay que volver al estado anterior a 2011, la
Primavera árabe, que se han encargado de desacreditar convirtiéndola en una
conspiración occidental.
No hace mucho lo calificaba como "la cura equivocada para el diagnóstico equivocado". ¿Hay algo más absurdo? Lo único
que ha quedado claro es la incapacidad de las élites egipcias para encontrar
soluciones más allá de los intereses propios y de los islamistas, que no
admiten nunca una salida que no incluya una puerta trasera para sus manejos. La misma ley electoral, debilita a los partidos para evitar que pueda surgir algo no controlado por el "estado", es decir, el oficialismo que lo controla y maneja.
La propia concepción de la política egipcia excluye
cualquier solución que no sea el exterminio del otro. Pero el otro forma parte
del mismo cuerpo, por más que se le quiera exorcizar. Ese es el drama egipcio,
su continuo deslizarse sobre el filo de la cuchilla.
Los islamistas se han ido radicalizando fruto de los
desequilibrios dentro de la zona, en la que cada grupo tiene sus padrinos
extraoficiales en donde son amparados o ayudados. Oriente Medio es un rompecabezas cuyas
piezas se atomizan al verlas de cerca. No hay salida. Solo se contempla el dominio y no hay alternativa, lo más un tiempo muerto.
Nuestras condolencias a Egipto y a los turistas vietnamitas
y sus familias, víctimas de la violencia que no cesa, que espera para golpear a
los momentos más delicados. El drama continúa.
* "Egipto mata a 40 supuestos terroristas tras el
atentado de Guiza" El País 29/12/2018
https://elpais.com/internacional/2018/12/29/actualidad/1546072180_026540.html
**
"Bomb kills three Vietnamese tourists, Egyptian guide near pyramids:
officials" Egypt Independent 29/12/2018
https://ww.egyptindependent.com/bomb-kills-three-vietnamese-tourists-egyptian-guide-near-pyramids-officials/
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