Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Repasando
las noticias, descubro en el diario El Mundo el titular "Más de 50
académicos se comprometen a no acudir a actos en los que no participen mujeres"*,
fechado el pasado 16 de mayo. Se trata de un manifiesto —que acabo de firmar y
animo a otros profesores a hacerlo— mediante el que adquirimos el compromiso de
no participar en actos académicos o públicos en los que no haya una presencia
de mujeres. La lista está encabezada por su objetivo, "Académicos
españoles por la presencia femenina en las Ciencias Sociales", y cuenta en
estos momento de la mañana con más de 500. En su presentación se señala:
«Los miembros de esta lista nos
comprometemos públicamente a no participar como ponente en ningún evento
académico (Conferencia, Congreso, Jornadas o similar) o mesa redonda de más de
dos ponentes donde no haya al menos una mujer en calidad de experta. Asimismo,
instamos al cumplimiento de lo establecido en la LEY ORGÁNICA 3/2007, de 22 de
marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.»**
Se preguntarán algunos —ya que no se explica— a qué
viene esta parcelación de limitar la oferta a las Ciencias Sociales. ¿No es
importante en los otros campos en los que solemos dividir el conocimiento? Por
supuesto que sí, es importante no marginar a nadie por cuestiones de diferencia
de sexo o de cualquier otra circunstancia.
Estas cuestiones están siendo importantes porque las
universidades son instituciones altamente jerarquizadas y que tienden a la
concentración de poder mediante el establecimiento de sistemas que tiende a
reproducir el llamado "efecto mateo", es decir, ir acumulando
beneficios con tendencia a que se concentren en unos pocos. Los que reciben ese
poder tienden a usarlo y reproducirlo.
En un estudio realizado en 2017 por el diario El
Mundo se recogen los datos sobre la proporción en el número de catedráticas
existentes en la universidad española:
En todo el país, cuatro de cada cinco
catedráticos de universidad de los centros públicos son hombres. Las
instituciones con mayor desigualdad entre sexos en dicho escalafón son la
Universidad de Huelva, con solo un 6,78% de mujeres, seguida de la Politécnica
de Cataluña (8,37%) y la Politécnica de Cartagena (10,87%). En la cuarta
posición, se encuentra la Universidad de Cantabria (11,95%).***
El
mejor dato es el de la Universidad de Burgos con un 33'33% y mi universidad está
en el cuarto mejor lugar con un 27'45%. Como se puede comprobar, incluso las
mejores cifras no son buenas, muy lejos de la paridad.
Siempre
se señala (también lo hace el artículo), la superioridad femenina en los
expedientes académicos en Grados y posgrados. Es algo que cualquier profesor
puede experimentar en la mayoría de los campos. Es mi experiencia años tras
año, tras décadas de docencia. La explicación de porqué eso no repercute en el
profesorado es una pregunta de nota porque entran entonces otros muchos factores
que se engloban en la sombra del sistema. Uno de ellos, por ejemplo, es la
propia composición de los tribunales que han de juzgar. Pesa mucho también las
formas en que se producen otros mecanismos que pueden actuar como filtros
(publicaciones, por ejemplo) que, mediante ese efecto Mateo, pueden acabar favoreciendo a unos en detrimento de otros.
Pero la
cuestión que se plantea en el manifiesto es mucho más sutil. No se trata de la
cuestión de la paridad, que ya está en la ley orgánica señalada. Es otra
cuestión importante para el desarrollo y sentido de las propias Ciencias
Sociales: se necesita otra perspectiva. Las cuestiones
sociales no son "verdades", son percepciones, interpretaciones, representaciones,
costumbres, relaciones, etc. La cuestión del "sesgo" es esencial para
comprenderlas ampliando la visión.
Toda
visión predominante se sostiene en alguna forma de poder. Está ahí no porque
exista el destino, sino porque
alguien la sostiene de forma consciente o inconsciente y la convierte en norma.
Esos principios de poder se convierten en "naturales" dentro de la
explicación. La cuestión aparece clara cuando se piensa que la ciencia pudo
desarrollarse desde el momento en que se separó del pensamiento dogmático
religioso, que imponía una visión del mundo.
Hasta el siglo XX se seguían dando en Occidente ante los condicionamientos
desde la religión, que imponía su propio relato del mundo, desde la creación
hasta los menores detalles, incluidos los de la vida social.
Los estudios,
durante las últimas décadas, han ido desmantelando la idea de
"objetividad" y se han concentrado en la intencionalidad tras la
"verdad oficial" de cada momento, sobre la construcción social de
discurso sobre la realidad. No se cree ya en un orden dado que hay que
descubrir, sino más bien en cómo se construye lo que blindamos como orden
social mediante diversos tipos de estrategias.
En el
interesante artículo de la recientemente fallecida catedrática Lógica y
Filosofía de la Ciencia de la Universidad de La Laguna, Amparo Gómez, publicado
en la revista Investigación y Ciencia de este mismo mes (nº 500 mayo 2018 pp.
50-51), realizó una síntesis de la evolución de las Ciencias en cada campo y en
especial en el de las Ciencias Sociales. El título del artículo es "La
filosofía de las ciencias sociales" e incide en una cuestión central en
este campo. En primer lugar revisa los campos más rígidos, el mundo de la
Física y la Biología mostrando los cambios producidos, para pasar después a
comprobar los efectos en las Ciencias Sociales. En el punto titulado "La
implicación del observador" explica Amparo Gómez:
Vayamos, por último, a la cuestión del sujeto
investigador y su implicación en el propio objeto. Las prácticas de
investigación han constituido un tema tradicional de la filosofía de las
ciencias sociales. La atención prestada a esta cuestión se debe a que en ella
se jugaba, en buena medida, la cientificidad de unas disciplinas que
presentaban dificultades en el plano empírico. Téngase en cuenta que los
experimentos sociales no resultan fáciles de llevar a cabo y suelen ser
improcedentes, y recuérdese también que el investigador siempre está, de un
modo u otro, afectado por la dinámica social que estudia.
Sin embargo, la situación ha cambiado. Se
reconoce ahora que la normatividad clásica con respecto a la investigación
difícilmente se cumple en ningún caso, ni siquiera en el de las ciencias
naturales, por lo que el componente normativo de la filosofía de la ciencia se
ha reducido y flexibilizado. Cualquier práctica científica integra factores de
diversa naturaleza, incluidos los de naturaleza social, económica, política e
incluso moral.
En suma, la filosofía de las ciencias
sociales sigue abordando temas clásicos, como la causalidad, la
intencionalidad, las leyes o la explicación. No obstante, lo que ha cambiado es
el tratamiento filosófico de estas cuestiones. La filosofía de las ciencias
sociales sigue incluyendo indicaciones normativas, pero estas son mucho más
flexibles que las que se buscaban a principios del siglo XX. (p. 51)**
Es en
el final del segundo párrafo recogido donde resida parte de la clave de la
cuestión. No se trata solo del acceso a una verdad exterior que debe ser
encontrada, sino de una comprensión de los factores que determinan nuestra
capacidad de conocer y conocernos. Como
sujetos sociales, vivimos inmersos en una realidad olvidando que la hemos creado.
Uno de
los factores determinante de la Historia en todas las sociedades es la práctica
separación de la mujer de un conocimiento que ha sido definido como
"objetivo", pero que en realidad es el resultado de una visión
masculina del asunto tratado. Se puede debatir campo por campo cómo esto afecta
al conocimiento, pero donde creo que es indiscutible es en el campo de las
Ciencias Sociales, que son precisamente las que contemplan lo creado por
nosotros mismos. Mucho de lo que se ha dado en llamar "objetivo" en
este área no ha sido sino una interpretación desde una mirada esencialmente
masculina que ha sido privilegiada como "verdad".
Tenemos
sobre la mesa, desgraciadamente, el caso llamado de "La manada" en
donde se ha visto cómo las diferencias de percepción de los hechos son
increíblemente distantes de las posiciones sociales y de los propios expertos.
El Derecho es un campo definitivamente claro de cómo las leyes son creadas
desde percepciones distintas de lo que pueda ser justo en función del sexo. Pero
también la Historia, que excluyó a las mujeres de su discurso y ha tenido que
ser reconstruida desde la idea de la "invisibilidad" aplicada a las
mujeres, a las que no se percibía como valiosas. Ni a ellas ni a sus actos. La
Historia, como el Derecho, sigue luchando por buscar otras formas menos
imperfectas. Puede que no exista la perfección, pero si la equidad. No se trata
de encontrar en las Ciencias Sociales aquello a lo que ya no se aspira a llegar
en otros campos, como señalaba Amparo Gómez; se trata de eliminar prejuicios y
exclusividad.
En
cuanto al muy polémico caso de la sentencia por "abusos sexuales" y
no violación" que sacó a decenas de miles a las calles por toda España, la
cadena SER informaba:
La sección penal de la comisión general de
codificación compuesta por una veintena de catedráticos de derecho penal –todos
hombres- contará con catedráticas de derecho penal para revisar los delitos sexuales
del código penal a raíz de la polémica que ha generado la sentencia de la
manada. El número está aún por determinar pero serán mujeres especialistas en
esta materia para aportar la perspectiva de género necesaria para revisar los
delitos de abuso y agresión sexual. Además, se pedirá opinión a distintas
asociaciones de mujeres juristas y de víctimas de delitos sexuales. Ambas
peticiones fueron realizadas por el presidente de la sección penal de esta
comisión, Esteban Mestre.
Este órgano consultivo que se constituyó en
la década de los 80 debe analizar si la redacción actual de los delitos
sexuales en el código penal es o no confusa en supuestos límites de
intimidación y consentimiento, tal y como se ha puesto de manifiesto con la
sentencia del caso de La Manada. Las propuestas de esta comisión deben estar
concluidas antes del 15 de junio.*****
Sabemos
ya que la comisión tendrá más mujeres que hombres. El hecho de que todos los
miembros de la comisión fueran catedráticos, es indudablemente un caso peculiar
que desemboca en una forma interpretativa. Nadie es responsable de nacer hombre
o mujer, pero sí somos responsables de cómo constituimos las comisiones.
Lo que
la propuesta firmada por profesores se puede comprender mejor al hilo de este
desgraciado caso, cuya única ventaja es haber sacado a la luz todas estas
cuestiones haciéndolas evidentes.
La
importancia de que haya hombres y mujeres en los distintos escenarios
académicos tiene varias implicaciones:
1) la visibilidad: el conocimiento y la
opinión dejan de ser algo exclusivamente masculino y se perciben voces
autorizadas de mujeres.
2) el punto de vista o sesgo: no todo se percibe
de la misma manera porque nuestras miradas son diferentes. Aunque vivamos en el
mismo espacio físico: no es el mismo espacio de experiencias. La vida de un
hombre y una mujer en la misma ciudad, por ejemplo, está llena de experiencias
diferenciadas por su sexo. Las discusiones o el escepticismo de algunos tiene
como causa la incapacidad de entender esta circunstancia: vivimos vidas
distintas en función de muchos rasgos diferenciales, uno de los más básicos, si
no el que más, es el sexo. Hay otros importantes: las diferencias religiosas,
las económicas, etc. Muchas necesitan el esfuerzo de todos para reducirlas,
pero el sexo no es reductible, es siempre una diferencia desde la concepción
del propio cuerpo hasta las vivencias que produce. No dejamos de ser hombres y
mujeres, pero sí podemos ser educados de muchas maneras o tener los mismos
derechos. Esas experiencias diferentes dan lugar a visiones del mundo
diferentes.
Si son
los hombres quienes imponen las suyas como "normalidad",
"objetividad", "verdad", etc., el mundo será machista. Lo
que se pide en el manifiesto es no seguir contribuyendo a ello y tratar de
aproximarse a las visiones múltiples de lo que percibimos.
Las
Ciencias sociales no hablan de los átomos; hablan de los seres humanos. Y lo
pueden hacer de muchas maneras, explicando el funcionamiento del mundo, tratando
de acercarse a la realidad social en su diversidad, o contribuir a una visión
segada del mundo, que ignora los privilegios de distinto orden y que ayuda a
mantenerlo al ignorar sus problemas, opiniones, experiencias, etc.
El
compromiso de no participar en aquellas actividades académicas o relacionadas
con ellas que no tengan en cuenta la diversidad de los puntos de vista me parece
adecuada en un mundo en el que se sigue privilegiando la visión unilateral
masculina.
Las
ciencias sociales son esenciales pues nos describen
y explican. En la explicación está contenida la mirada formada socialmente.
Todo nos parece transparente, pero eso es el efecto de nuestra propia
educación, dedicada a convencernos de que las cosas son de una manera y no de
otro.
Dejar
de lado el punto de vista, la opinión, la posibilidad de expresarse gracias a
los filtros del mundo académico, informativos, creativo, etc. es cortar el
mundo en dos y falsificar la mitad restante. Hacen falta más mujeres en la
academia, sí, pero también en muchos otros campos en los que es necesario
evitar la mirada exclusiva que se cree la única posible, la autoridad.
Se
están observando por todo el mundo ciertas reacciones peligrosas, retrógradas,
que hacen necesario que se escuchen con claridad las voces críticas y las
formas diferentes de ver el mundo. La diversidad nos hace ser consciente que el
mundo no es creación divina y leyes inmutables, sino una sucesión de controles
sociales que le han ido dando forma desde una determinada visión del mundo. Que
estas cosas se tengan que plantear en la academia significa que el propio sistema
sigue fallando, que esas mujeres siguen sin pasar los filtros que se ponen como
obstáculos para que la visión del mundo siga siendo la misma.
Hace
unos años, tenía en el despacho una tutoría con una alumna del Máster de Investigación
en Periodismo. Cuando terminé de leer el trabajo que había realizado para su
TFM, le dije: "¿Sabes que podrías ser una magnífica investigadora?".
Ella me respondió: "Nunca me lo habían dicho". Desde entonces lo hago
siempre que se dan las circunstancias e intento que expresen esa visión
específica que pueden aportar desde su propia visión del mundo, tan real como
la mía. Hacen falta muchas investigadoras en el campo de las Ciencias Sociales.
La paridad es solo una parte. Lo más importante es realmente dar cabida a la
visión, escuchar las opiniones, los matices importantes sobre las formas de interpretar
y explicar el mundo. Hay que romper el monolitismo. Se trata de ampliar, de debatir, de abrir nuevas percepciones de las que todos nos aprovecharemos.
Que
haya mujeres en todos aquellos actos académicos y científicos, me parece muy
bien y que nos comprometamos a exigirlo o a negarnos a participar en ellos,
creo que es correcto. Causará problemas en algunos casos, pero seguir ignorando
estas cuestiones no es bueno para nadie, ni en lo personal ni en lo social, ni
en lo académico.
*
"Más de 50 académicos se comprometen a no acudir a actos en los que no
participen mujeres" El Mundo 16/05/2018
http://www.elmundo.es/yodona/lifestyle/2018/05/16/5afc47c0e5fdea50458b45ca.html
** No
sin mujeres https://sites.google.com/view/nosinmujeres/inicio
***
"La universidad española lejos de la paridad en las cátedras" El
Mundo 27/09/2017
http://www.elmundo.es/grafico/sociedad/2017/09/27/59b8e122268e3eae4f8b4672.html
****
Amparo Gómez "La filosofía de las ciencias sociales" Investigación y Ciencia nº 500 mayo 2018 pp.
50-51
***** "La comisión de codificación contará con mujeres para revisar los delitos sexuales" Cadena SER 04/05/2018 http://cadenaser.com/ser/2018/05/04/sociedad/1525448174_204843.html
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